Breve episodio dantesco

William Blake, The Lovers’ Whirlwind, Francesca da Rimini and Paolo Malatesta, Birmingham Museum Art and Gallery

Ante diem tertium Nonas Augustas: Supplicia canum

Ma s’a conoscer la prima radice / Pero si conocer la primera raíz
del nostro amor tu hai cotanto affetto, / de nuestro amor deseas tanto,
dirò come colui che piange e dice. / haré como el que llora y habla.

Noi leggiavamo un giorno per diletto / Por entretenernos leíamos un día
di Lancialotto come amor lo strinse; / de Lancelote, cómo el amor lo oprimiera;
soli eravamo e sanza alcun sospetto. / estábamos solos, y sin sospecha alguna.

Per più fïate li occhi ci sospinse / Muchas veces los ojos túvonos suspensos
quella lettura, e scolorocci il viso; / la lectura, y descolorido el rostro:
ma solo un punto fu quel che ci vinse. / mas sólo un punto nos dejó vencidos.

Quando leggemmo il disïato riso / Cuando leímos que la deseada risa
esser basciato da cotanto amante, / besada fue por tal amante,
questi, che mai da me non fia diviso, / este que nunca de mí se había apartado

la bocca mi basciò tutto tremante. / temblando entero me besó en la boca:
Galeotto fu ’l libro e chi lo scrisse: / el libro fue y su autor, para nos Galeoto,
quel giorno più non vi leggemmo avante». / y desde entonces no más ya no leímos.

Mentre che l’uno spirto questo disse, / Mientras el espíritu estas cosas decía
l’altro piangëa; sì che di pietade / el otro lloraba tanto que de piedad
io venni men così com’io morisse. / yo vine a menos como si muriera;

E caddi come corpo morto cade. / y caí como un cuerpo muerto cae.

No vino. Esperaba que viniera, pero la Divina Comedia es su obra inacabada. En los lejanos días que se esconden en la memoria, William Blake y Dante Alighieri van juntos. Antes, mucho antes, ya había entrevisto a uno y otro. Pero fueron mis días de estudiante los que los unieron. A lo que está escrito es posible llegar, pero tarde, muy tarde, he llegado a ver una obra original de Blake, hace menos de tres semanas.

Al tiempo que yo descubría a este artista visionario leía por primera al poeta florentino. De él supe antes, porque el sistema educativo no consideraba pernicioso el saber, y la primera vez que leí el nombre de Dante, sólo una cita en un tema que después pondría algunos textos de Garcilaso de la Vega tenía once años. Pero antes de leerlo se cruzó en mi camino otro escritor, esta vez en mi lengua aunque de ella dijera unas cuantas estupideces.

Jorge Luis Borges tiene un ensayo sobre la Divina Comedia, no uno sino nueve. Nueve ensayos dantescos, un hermoso escrito, para introducirse en la obra selvática de Dante. Leía la Divina Comedia en el autobús cuando iba a la lejana biblioteca bonaerense que era su puesto trabajo. Como él, mucho más cercano mi puesto de trabajo, que compaginaba con los estudios, también yo leía esta obra de Borges en el autobús. A partir de ahí ya solo quise leerla. Pero que difícil encontrar una edición bilingüe, que difícil que tengan en cuenta tus peticiones, casi adolescente, en una pequeña ciudad que sólo tenía y tiene cuatro librerías. Que extrañeza causa esta obra, tan citada, tan recreada por el arte, tan poco leída. Hace pocos años fui testigo de la cara de estupor de la cajera de la Feltrinelli de Alberto Sordi en Roma cuando compraba la caja de doce CDs que contenía el recitado completo de la Divina Comedia. Porque ahora, ya no viene sola la lectura sino acompañada de la voz.

Borges me llevó definitivamente hasta Dante, y del ensayo de Borges recuerdo especialmente dos cosas, aunque cite de memoria y nunca haya vuelto sobre esta obra. Decía Borges, creo que citando a alguien, que Dante escribió la Divina Comedia para poder tener algunos encuentros con Beatriz Portinari. Que Beatriz lo fue todo en la vida de Dante y Dante contó muy poco, si no nada, en la vida de Beatriz. Que Dante al encontrarse con Paolo y Francesca en el Infierno, en el Canto V, en el círculo de los lujuriosos, veía a estos amantes con envidia.

Hay un verso clave: questi, che mai da me non fia diviso / éste del que nunca seré separada. Sí es un hermoso verso, pero los años me han enseñado que esto no fue probablemente como lo escribe Borges. La amada ideal es la amada ausente o lejana. La amada perfecta es la amada muerta. Beatrice Folco di Portinari muerta a los veinticinco años de sobreparto, Laura de Noves muerta a los treinta y ocho en la gran epidemia de la Peste Negra, abandonada por todos, por su marido y por Petrarca que huyeron despavoridos. Nunca más serían las mujeres reales de carne y hueso, que envejecerían, con las que habría que tratar día a día. Son perfectas, únicas, ideales, como tantas más que les siguieron.

William Blake el poeta y artista visionario tuvo un desengaño amoroso y encontró un día a una joven, analfabeta, hija de un verdulero, Catherine Boucher. Le contó la historia de su desengaño y le preguntó si le daba lástima. Ella contestó que sí y el de dijo: «entonces, te quiero». William Blake y Catherine Boucher se casaron en 1782 con gran disgusto de los padres de William. Este enseñó a leer y escribir a su esposa y las técnicas de grabado. Catherine fue la colaboradora y coautora de los grabados de William Blake. Hubo problemas como no puede ser menos en la vida, pero William Blake no se puso a cantar a una amada perfecta sino que vivió con una real. Cuando en 1827 Blake murió, tras cuarenta y cinco años de matrimonio, William y Catherine solo habían estado separados en ese tiempo cinco semanas.

Traducción de los versos de la Divina Comedia procedente de Wikisource.

Can vei la lauzeta mover

Paul, Hermann y Hanequin de Limbourg. Mes de Agosto. Muy Ricas Horas del Duque de Berry. Museo Condé. Chantilly

Kalendae Augustae: Festum Spei et Martis

Agosto, agosto, dulzura del verano, qué lejos parecemos estar de la caída de las hojas, de la mengua de la luz, de los fríos del invierno. Es cierto que entre Leo y Virgo faltan los datos astronómicos, ya no llegaron aquí los calígrafos, pasó el aciago 1416, el manuscrito inacabado comenzó su odisea, pero Leo y Virgo brillan en el cielo del verano.

Al fondo, ocre, siena, tostado, amarillo de los trigales, está el castillo de Étampes, del que aún hoy día quedan restos. Étampes, nombrada por Felipe Augusto una de las doce buenas ciudades de Francia, posesión amada por Jean de Berry, tomada en 1411 por los borgoñones. Es nostalgia de la ciudad, del castillo perdido lo que pintan Pol, Hannequin y Hermann. Sólo muchos años más tarde, en 1478, cuando Jean de Berry yacía en Bourges junto a su oso de piedra, la ciudad volvería a ser del rey de Francia.

Azul ultramar en la línea del cielo que dibuja el castillo, verde jugoso en las copas de los árboles.  Se distinguen las torres, la capilla con sus contrafuertes, los edificios cubiertos de tejas, la alta torre del homenaje, la torre de Guinette cuadrangular rodeada de torres en ángulo que existe hoy día. Amaba este lugar, perdido cuando lo pintaron los hermanos, el Duque de Berry.

Los campesinos en este agosto caluroso para tan alta latitud, engavillan el trigo en un campo en pendiente que acaba de ser segado. Hace tanto calor que no bastan los sombreros de paja, el río Juine ofrece un inmediato frescor. Una campesina se apresta a desnudarse en la orilla. Como ranas, deformados por la refracción del agua, dos más se refrescan. Tarde de verano con el sol radiante, el trabajo está casi hecho, no hay tributos que pagar, la vida se encuentra en cada rincón, el invierno, la desesperanza y el hambre están muy lejos.

Por el camino, ante el prado, dos perros, tres caballos, cinco personajes montados. Un caballero ricamente ataviado con capa roja y azul ultramar, dos colores imposibles unir en tintes en esa época, con caperuza blanca, porque los nobles no están exentos del poder del sol, conduce a dos parejas, caballero y dama, que llevan como él, el halcón al puño. Caza ligera, sin peligro, en la que podían participar las damas. Ambas tocadas de blanco, una vestida de rosa, la otra con vestido marrón con volante blanco. El caballero de ésta, con sombrero de paja que le acerca a los campesinos, lanza el halcón.

De nuevo, aunque estemos en el campo, aunque veamos a los campesinos trabajar, estamos ante una escena cortesana. Si, los campesinos siegan y gavillan, nadan en un descanso en la tarde calurosa, el caballero se cubre con un sombrero de paja y el halconero, también con sombrero de paja, con dos halcones en el antebrazo, con la túnica ligera y las piernas semidesnudas conduce la comitiva. Algo en esta escena nos dice que no estamos en el tiempo jubiloso de abril y mayo. Estamos lejos. Lejos de Étampes, en manos del Duque de Borgoña, lejos del sobrino nieto querido, Charles de Orléans, prisionero en Inglaterra.  Lejos de la juventud, aunque la guerra estaba ahí presente e intermitente, la juventud que podía afrontarlo todo porque para todo había tiempo. Ahora, en agosto, cuando la luz de verano aún se prolonga en la tarde, cuando todavía canta la alondra, es tiempo de hacer balance y afrontar lo que queda de la vida, como en una cacería de halcones en la que no se quiere ser la presa.

Bernart de Ventadorn (…1147 – 1170…)
Can vei la lauzeta mover

I.

Can vei la lauzeta mover / Cuando veo la alondra que mueve
de joi sas alas contral rai, / de alegría sus alas contra el rayo de sol
que s’oblid’ e.s laissa chazer / y que se olvida y se deja caer
per la doussor c’al cor li vai, / por la dulzura que le entra en el corazón,
ai! tan grans enveya m’en ve / ¡ay! entonces siento tal envidia
de cui qu’eu veya jauzion, / por cualquiera que vea alegre,
meravilhas ai, car desse / que me admira como al instante
lo cor de dezirer no.m fon. / el corazón no se me funde de deseo.

II.

Ai, las! Tan cuidava saber / ¡Ay desdichado! ¡Creía saber tanto
d’amor, e tan petit en sai, / del amor y sé tan poco!
car eu d’amar no.m posc tener / pues no puedo abstenerme de amar
celeis don ja pro non aurai. / a aquella de la que no tendré beneficios.
Tout m’a mo cor, e tout m’a me, / Me ha quitado el corazón y a mí
e se mezeis e tot lo mon; / y a sí misma y a todo el mundo;
e can se.m tolc, no.m laisset re / cuando se me fue, no me dejó nada,
mas dezirer e cor volon. / sino deseo y un corazón anhelante.

III.

Anc non agui de me poder / ya no tuve dominio sobre mí
ni no fui meus de l’or’ en sai / ni fui mío desde el momento
que.m laisset en sos olhs vezer / que me dejó mirar en sus ojos,
en un miralh que mout me plai. / en un espejo que me agrada mucho.
Miralhs, pus me mirei en te, / Espejo, desde que me miré en ti,
m’an mort li sospir de preon, / me han matado los profundos suspiros,
c’aissi.m perdei com perdet se / de modo que me perdí igual que se perdió
lo bels Narcisus en la fon. / el hermoso Narciso en la fuente.

IV.

De las domnas me dezesper; / De las damas me desespero
ja mais en lor no.m fiarai; /nunca más confiaré en ellas;
c’aissi com las solh chaptener, / así como las solía defender,
enaissi las deschaptenrai. / así las atacaré;
pois vei c’una pro no m’en te / pues veo que ni una sola me ayuda
vas leis que.m destrui e.m cofon, / para con aquella que me destruye y confunde
totas las dopt’ e las mescre, /dudo de todas, en ninguna creo,
car be sai c’atretals se son. / porque sé que son todas iguales.

V.

D’aisso’s fa be femna parer / En eso parece mujer
ma domna, per qu’e.lh o retrai, / mi señora, y se lo reprocho,
car no vol so c’om voler, / pues no quiere lo que se debe querer
e so c’om li deveda, fai. / y hace lo que se le prohíbe.
Chazutz sui en mala merce, / He caído en desgracia
et ai be faih co.l fols en pon; / y hago como el loco en el puente;
e no sai per que m’esdeve / no sé por qué me ocurre,
mas car trop puyei contra mon. / sino porque subí demasiado alto.

VI.

Merces es perduda, per ver, / En verdad, se ha perdido la compasión
– et eu non o saubi anc mai -, / – y no lo supe nunca -,
car cilh qui plus en degr’aver, / pues aquella que debía ser compasiva,
no.n a ges, et on la querrai? / no lo es; ¿dónde la buscaré?
A! Can mal sembla, qui la ve, / ¡Ay! Qué mal parece, a quien lo ve,
qued aquest chaitiu deziron / que, a este desgraciado deseoso,
que ja ses leis non aura be, / que sin ella no tendrá ningún bien,
laisse morrir, que no l.aon. / que lo deje morir, sin ayudarle.

VII.

Pus ab midons no.m pot valer / Ya que con mi señora no me valen
precs ni merces ni.l dreihz qu’eu ai, / ruegos ni compasión, ni mi propio derecho,
ni a leis no ven a plazer / y a ella no le agrada
qu’eu l’am, ja mais no.lh o dirai. / que la ame, nunca se lo volveré a decir.
Aissi.m part de leis e.m recre; / así me alejo de ella y me aparto;
mort m’a, e per mort li respon, / Me ha muerto, y como muerto respondo,
e vau m’en, pus ilh no.m rete, / me voy – ya que no me retiene
chaitius, en issilh, no sai on. / desdichado, al exilio, no sé a dónde.

VIII.

Tristans, ges no.n auretz de me, / Tristán, no tendréis nada de mí,
qu’eu m’en vau, chaitius, no sai on. / pues me voy, desdichado, no sé a dónde.
De chantar me gic e.m recre, / Abandono y dejo de cantar,
e de joi e d’amor m’escon. / y me escondo ante  la alegría y el amor.

Traducción procedente de: Poesía de Trovadores, Trouvères, Minnesinger. (De principios del siglo XII a fines del siglo XIII). Alianza Editorial, 1981.

Tanzet das Abendrot rund um den Kahn

Ante diem septimum Kalendas Augustas: Ludi Victoriae Caesaris

Crepúsculo sobre el océano en otro finis terrae.

Viento y mar de acero como en el Monje a la orilla del mar. Caspar David Friedrich pintó paisajes marinos y este podría haberlo pintado. Y Franz Schubert, que creo que nunca vio el mar, habría compuesto muchas canciones si hubiera visto un paisaje como este.

Y aunque hacía demasiado viento para un crepúsculo tranquilo como el de la barca de la canción, creo que es la música más adecuada para el día de ayer caminando por la tierra y el mar entrelazados del Noroeste.

Auf dem Wasser zu singen

Franz Schubert (1797 – 1828) – Friedrich Leopold Stolberg (1750 – 1819)

Texto en Kareol.

He de decir que no me gusta mucho esta traducción, me gusta más una mía algo incorrecta, que hice hace un par de años cuando no encontraba la traducción de este lied en internet. Quizá la ponga cuando regrese de este periplo por tierras del Noroeste.

Nihil

Rafael Sanzio. Madonna della seggiola, 1513-1514. Palacio Pitti, Florencia

Ante diem octavum Kalendas Augustas: Furrinalia, Ludi Victoriae Caesaris

Siempre lo supe;
el camino sin nadie
es el todos.
Pero yo nunca supe
que hoy lo caminaría.

Ariwara no Narihira

 

Caminando

Caspar David Friedrich, Mujer frente al sol poniente, 1818, Museo Folkwang, Essen

Idus Iuliae: Castor et Pollux, Honor et Virtus, Dies Equitum Romanorum

Los meses y los días son viajeros de la eternidad. el año que se va y el que viene también son viajeros…

… A mí mismo, desde hace mucho, como jirón de nube arrastrado por el viento, me turbaron pensamientos de vagabundeo…

…Todo lo que veía me invitaba al viaje…

…los espíritus del camino me hacían señas y no podía fijar mi mente ni ocuparme en nada…

…La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas.

Matsuo Basho, Sendas de Oku, 1689

La idea del sol poniente sobre el mar, cuando sobre el mar, al sol, solo lo puedo ver nacer, llena todas mis horas.

Del tiempo y del espacio

Ante diem quintum Idus Iulias: Ludi Apollinares

Tarde extraña de verano, leyendo a un historiador de la arquitectura cuyo nombre no citaré, que se ocupa de la obra de cierto arquitecto devoto de Atenea al que no citaré tampoco, que construía villas invivibles con teorías pitagóricas sobre cuerpos regulares que si existen en la naturaleza visible es en la cristalización de los minerales.

La búsqueda de la idea perfecta incorruptible, la que unifique las artes, las del tiempo y del espacio y hasta las de la palabra, pero que siempre tendrán la imperfección a que obliga la realidad del espacio real, de los materiales, del humor, del instrumento y su afinación, del gusto del momento y del recuerdo del pasado.

Rígido siglo XVI de tratados: extensión es una pared, extensión es una melodía, extensión es una estrofa. Organización serial será una fachada, organización serial será un madrigal, organización serial será un soneto. Abstracciones de teóricos, que no ponen una piedra ni componen una nota. Que no podrán evitar todas las extravagancias, todas las audacias que se ensayarán y pondrán en práctica en el siglo  siguiente.

Poco importa si hay proporción pitagórica en el gran salón de más de trescientos metros de Pietro da Cortona. Con las abejas mutantes que vuelan entre las alegorías, donde podría sonar doliente este madrigal, que aunque compuesto con la más actual música del momento, lleva en sus palabras todos los temas del amor cortés de cinco siglos atrás.

Claudio Monteverdi – Carlo Milanuzzi
Sì dolce è’l tormento (1624)

Si dolce è’l tormento / Es tan dulce el tormento
Ch’in seno mi sta, / que tengo en mi pecho,
Ch’io vivo contento / que vivo contento
Per cruda beltà. / por una beldad cruel.
Nel ciel di bellezza /En el cielo de la belleza
S’accreschi fierezza / aumenta la fiereza
Et manchi pietà: / y falta la piedad:
Che sempre qual scoglio / Que siempre cual roca
All’onda d’orgoglio / a la ola de su orgullo
Mia fede sarà. / mi fe estará.

La speme fallace / La falsa esperanza
Rivolgam’ il piè. / me revuelve.
Diletto ne pace / Ni alegría ni paz
Non scendano a me. / descienden a mí.
E l’empia ch’adoro / Y la impía a la que adoro
Mi nieghi ristoro / me niega el consuelo
Di buona mercè: / de buena merced:
Tra doglia infinita, / Entre dolores infinitos,
Tra speme tradita / entre la esperanza traicionada
Vivrà la mia fè. / vivirá mi fe.

Per foco e per gelo / Por fuego o por hielo
Riposo non hò. / no tengo reposo.
Nel porto del Cielo / A la puerta del Cielo
Riposo haverò. / reposo tendré.
Se colpo mortale / Si el golpe mortal
Con rigido strale / de una rígida flecha
Il cor m’impiagò, / me hiere el corazón,
Cangiando mia sorte / cambiando mi suerte
Col dardo di morte / con dardo de muerte
Il cor sanerò. / el corazón sanará.

Se fiamma d’amore / Si llama de amor
Già mai non sentì / jamás la sintió
Quel riggido core / ese rígido corazón
Ch’il cor mi rapì, / que el corazón me robó,
Se nega pietate / si me niega la piedad
La cruda beltate / la dura beldad
Che l’alma invaghì: / que el alma encantó:
Ben fia che dolente, / que un día doliente,
Pentita e languente / arrepentida y lánguida
Sospirimi un dì. / suspire por mí.

Tengo esta canción de Claudio Monteverdi, perteneciente a los Quarto scherzo delle ariose vaghezze,  en media docena de versiones, pero casi todas menos estas dos de la entrada están cantadas por voz de soprano femenina.  La versión de Philippe Jarourssky, es casi perfecta pero tiene un problema, falta una estrofa, que ha sido sustituida por la música instrumental. La única versión que tengo cantada por una voz inequívocamente masculina tiene un defecto: su estilo de canto no es el más adecuado, aunque tiene sus fans…, pero señor Villazón, a Monteverdi no se lo canta así, que no está usted en el Castel Sant’Angelo esperando que lo fusilen al amanecer.

Versión completa cantada por tenor:

Traducción propia con la que hay que ser benevolente, que desde hace algún tiempo mis estanterías parecen una plaza del Trastevere y hago lo que puedo.

El testament d’Amèlia

Edmund Blair Leighton, How Liza loved the King (1890) Towneley Hall Art Gallery and Museum. Burnley

Ante diem tertium Nonas Iulias: Poplifugia

Camino estos días entre antiguos poemas, viendo como los mitos, las viejas leyendas se resisten a quedarse en sus lugares de origen, enterradas en el tiempo que les vio nacer.

Comienza el camino en la lejana Suecia, donde una dama alejada de su caballero por la guerra hace testamento. Llegando a las tierras del sur de Europa se convierte en esta amarga y cruel historia de traición y muerte.

El testament d’Amèlia
Anónimo catalán tradicional ¿Siglo XIV?

N’Amèlia està malalta, / Doña Amelia está enferma,
la filla del bon rei, / la hija del buen rey,
comtes la’n van a veure / condes la van a ver
comtes i noble gent. / condes y noble gente.

Ai! que el meu cor se’m nua / ¡Ay! mi corazón desfallece
com un pom de clavells. / como un ramo de claveles.

També hi va sa mare / También va su madre
quan no hi ha més remei. / cuando no tiene más remedio.
– Filla, la meva filla / – Hija, hija mía
de quin mal vos doleu? / ¿de qué mal os doléis?

– Mare, la meva mare / – Madre, madre mía
penso que bé ho sabeu: / pienso que bien lo sabéis:
metzines me n’heu dades / medicinas me habéis dado
que maten lo cor meu. / que matan mi corazón.

– Filla, la meva filla, / – Hija, hija mía,
d’aixó us confessareu, / de eso os confesáreis,
quan sereu combregada / cuando hayáis comulgado
lo testament fareu / el testamento haréis.

– Ja me’n só confessada / Ya me he confesado
i en deman perdó a Déu; / y pido perdón a Dios;
també m’han combregada / también he comulgado
i tinc fet testament. / y hecho tengo el testamento.

Del meu testament, mare, / De mi testamento, madre,
poc vos n’alegrareu. / poco os alegraréis.
Set castells tinc a França, / Siete castillos tengo en Francia,
tots són al poder meu. / todos en mi poder.

Els tres los deixo als pobres, / Tres dejo a los pobres,
als pobres i als romeus, / a los pobres y a los romeros,
lo quart lo deixo als frares / el cuarto dejo a los frailes
per caritat a Déu. / por caridad a Dios.

Els altres a Don Carles, / Los otros a Don Carlos
Don Carles, germà meu, / Don Carlos, hermano mío,
i mes robes i joies / y mis vestidos y joyas
per la Mare de Déu. / para la Virgen.

El vestit d’or i plata / El vestido de oro y plata
en sent morta em poseu; / siendo muerta me pongáis;
lo mellor per mortalla / lo mejor por mortaja
per adornar el cos meu. / para mi cuerpo adornar.

També el mantell de perles, / También el mantel de perlas,
lo coixí i vel d’argent. / la almohada y el velo de plata.
– Malaguanyada roba, / – Desgraciada ropa
tota la podrireu. / toda la pudriréis.

Los cos ha de podrir-se: / El cuerpo ha de pudrirse:
fassa la roba el mateix / haga la ropa lo mismo
que es podreixin les pompes, / que se pudrieran las pompas,
l’ànima vaja al cel. / el alma vaya al cielo.

– Filla, la meva filla, / – Hija, hija mía,
i a mi, què em deixareu? / y a mí, ¿qué me dejaréis?
– Mare, la meva mare, / – Madre, madre mía,
a vós lo marit meu. / a vos, mi marido.

Que us el tingueu en cambra / Para que lo tengáis en la cámara
tothora que volgueu, / a la hora que queráis,
perquè el vetllleu de dia / para que lo veáis de día
tant com de nit ho feu, / tanto como de noche hacéis,

besant-lo i abraçant-lo / besándolo y abrazándolo
tal com fa temps soleu, / como hace tiempo soléis,
que ara no us faré nosa / que ya no os haré estorbo
l’hora que l’abraceu. / a la hora que lo abracéis.

– Filla, la meva filla, / – Hija, hija mía,
que m’ho perdoni Déu, / que Dios me perdone,
és un fals testimoni / es un falso testimonio
que vós, filla em poseu. / lo que vos, hija me hacéis.

Son pare ho escoltava / Su padre que la escuchaba
amb un ministre de Déu. / con un ministro de Dios.
– Filla, la meva filla, / – Hija, hija mía,
què aixó que dieu? / – ¿qué es eso que decís?

Ai, pare, lo meu pare, / Ay, padre, padre mío,
en cartes ho trobareu, / en cartas lo encontraréis,
metzines me n’heu dades / venenos me habéis dado
perquè morta em voleu. / porque muerta me queréis.

Traducción propia.

Stride la vampa

Ante diem octavum Kalendas Iulias: Dies Fortis Fortunae

En este escrito voy a ser malvada, lo advierto para quien se sienta en desacuerdo que no siga leyendo.

Ayer, no, anteayer, estuve en esa escultura arquitectónica que es uno de los edificios con funciones de teatro y auditorio peor diseñados que existen, y uno de los teatros de ópera más caros del mundo. Se representaba de una ópera de Giuseppe Verdi: Il Trovatore. No voy a hacer la crítica que ya corre por varios blogs de ópera y con la que estoy básicamente de acuerdo, sino protestar por encontrarme de nuevo con lo que ya es habitual, harta ya del esperpento en que se ha convertido la ópera y la burla que se hace a quien asiste y paga una entrada.

Il Trovatore de 1853, es una ópera del periodo medio de la producción de Verdi, es una ópera que está en calidad lejos de su contemporánea La Traviata, muy muy lejos de Aida, y a años luz de Otello y Falstaff. Es una ópera con un libreto absurdo, con una historia disparatada y delirante, ambientada a principios del siglo XV basada en El Trovador de Antonio García Gutiérrez de 1836, un dramón que es iniciador de teatro romántico en España. Pero es una ópera muy popular, con arias, conjuntos y coros hermosos y muy populares. Es lo que se podría llamar una «ópera de cantantes», la orquesta no es más que una gigantesca guitarra que los acompaña, y se necesitan cantantes muy buenos para asumir los cuatro papeles principales.

Sí, la mantiene en el repertorio la popularidad de su música y la posibilidad de lucimiento de los cantantes y eso es lo que hizo que fuera soportable lo que vi hace menos de 48 horas, porque lo que nos ofreció el Palau de les Arts Reina Sofía fue esto:

¿Trascurre la acción en el siglo XV? ¿Qué más da eso? ¿Qué es ese panel desplegable? ¿El muro de las lamentaciones como dijo la amiga que me acompañaba? ¿Y los siniestros uniformes militares decimonónicos? ¿Son una metáfora de la no menos siniestra dinastía Trastámara a la que apoya el malo? Porque el malo de la ópera, el Conde de Luna, uniformado, calvo y… fumador. ¡Anatema con él!… Pero los gitanos del grupo de Azucena y Manrico, son unos pobres desplazados, unos exiliados, unos emigrantes con la maleta a cuestas… Y la torre-prisión en la que acaban Manrico y Azucena es una estructura de pilares de hormigón en los que se ven todavía los puntales del encofrado…, es que la especulación inmobiliaria del Conde de Luna ha sido muy perjudicial. Que feo, que esperpéntico, que hartazgo, cuantos años ya con esto en la ópera. Sacarlas de contexto, degradar la historia por absurda que sea, provocar al espectador para llamarlo ignorante, reaccionario…

Hace menos de un mes intenté ver en el canal Mezzo Los Maestros Cantores de Nuremberg de Richard Wagner en la producción que ha hecho su bisnieta Katharina en Bayreuth. Fue imposible, la historia y la música eran incompatibles con lo que estaba viendo. Todo el lirismo, toda la melancolía del monólogo de Hans Sachs en el tercer acto, así  como otras escenas antes y después no tenían ninguna relación con la gamberrada que era la puesta en escena. Es algo que me niego a poner aquí, prefiero que Hans Sachs evoque la pasada Noche de San Juan de esta manera:

Qué moderno parece todo pero qué viejo y qué visto está ya. He rastreado este tipo de puestas en escena hasta finales de los años sesenta. En los setenta empezaron a desarrollarse y tener aceptación y en los ochenta eran ya una plaga. No se trata de hacer puestas en escena al estilo del siglo XIX, se pueden realizar abstracciones como las que hizo Wieland Wagner en Bayreuth en los años cincuenta y sesenta, que despojó a los dioses y a los héroes de los aditamentos de guardarropía. Se puede hacer como Jean Pierre Ponelle, que tiene alguna de las más poéticas puestas en escena, como esta del Orfeo de Claudio Monteverdi en 1978, cuando esta ópera que llevaba casi tres siglos sin representarse, de la mano de Nicolaus Harnoncourt volvió de nuevo a un escenario en un pequeño teatro de Suiza.

Un tema mitológico, una de las obras fundadoras del género, pero nada de peplos ni de túnicas. Jean Pierre Ponelle sitúa la acción en el Renacimiento, el tiempo que vio nacer a la ópera.

Desde hace cuarenta años la ópera y tambien el teatro en menor medida, está en manos de quien menos música sabe. Los directores de escena son tiranos que desprecian al público, despreciean el trabajo de los cantantes, de los músicos, de los directores de orquesta. Hay veces, como la otra noche con Il Trovatore, que la música, el canto, la popularidad de la obra tienen la suficiente fuerza para imponerse; pero cuanto más compleja es una obra como en el caso de Los Maestros Cantores, la ignorancia, el desprecio y el odio, sí el odio, la destrozan completamente.

Estoy convencida que hay una finalidad siniestra en ese regodearse en la fealdad, en degradar las obras, en demostrar una ignorancia que no es afectada sino completamente cierta. Recuerdo lo que dijo no hace mucho uno de estos genios de la escena cuyo nombre no citaré, con respecto a Parsifal de Wagner, que era una ópera «que tenía mucha música». ¿Qué quería decir, que tenía muchas notas? ¿Que era muy larga? ¿Muy densa? ¿Muy aburrida? No hay problema, yo la ambiento en un burdel y verás que actual queda.

La ópera es uno de los lugares, de las situaciones, donde nos situamos completamente fuera de la realidad. Nada de lo que ocurre en el escenario es real. Muchas, muchísimas óperas, nos llevan a la situación de adentrarnos en un mundo de belleza irreal, incluso cuando cuentan, como suele ser habitual historias tristes, trágicas, comenzando por las primeras óperas de la historia con el mito de Orfeo. De llevarnos a esa belleza se encargan el canto y la música, pero desde hace años eso parece estar prohibido, la belleza está prohibida. Hay que arrastrarla por el fango, convertirla en escoria, en basura, en algo abyecto. Es un proceso que viene de más tiempo, desde los inicios de la vanguardia a principios del siglo XX y no es sólo un proceso que afecte al arte, es algo que afecta a la visión del mundo. Una actitud destructiva, como decía Erich Fromm, una actitud necrófila.

Pero la belleza es necesaria, tanto más cuando las cosas se ponen difíciles. ¿Sabrá alguno de estos genios de la escena, de estos educadores de la sensibilidad contemporánea quien fue Max Reinhardt? En 1935 en plena gran depresión, con los nazis en el poder en Alemania y teniendo entusiastas partidarios en su patria austriaca, el fundador del Festival de Salzburgo, con la obra de William Shakespeare y la música de Felix Mendelssohn hacía algo como esto:

Y aquí, esta maravilla del Sueño de una noche de San Juan, completa.

William Dieterle y Max Reinhardt directores.
Guión: William Shakespeare
Música: Felix Mendelssohn con arreglos de Erich Wolfgang Korngold.
No tiene subtítulos, Los créditos y como tal, la película, comienzan en el minuto 6:32.

Feliz noche de San Juan a todos.

Hodie

Carlo Saraceni, Santa Ceclia y el Ángel, c. 1610, Galleria Nazionale d’Arte Antica, Roma

Ante diem duodecimum Kalendas Iulias: Dies Summani

Johannes de Muris (siglo XIV) dice en su Summa Musicae: Musica medicinales est et mirabilia operatur musica morbi curantur, praecipue per melancholiam et ex tristia generati. La música es medicina y obra milagros, la música cura enfermedades, principalmente aquellas generadas por la tristeza y la melancolía.

Pero también podría decir que la música es el veneno de la memoria y que hay músicas a las que no se debería volver, y sabiéndolo, se vuelve una y otra vez.

Lecciones de la música

Orazio Gentileschi. La laudista, c.1626. National Gallery of Art, Washington

Ante diem quartum decimum Kalendas Iulias

Todo es importado, no, no todo. Cuando comienza el siglo XVI sigue aferrada al gótico que va mucho más allá de la Edad Media. No es el único país que hace eso. Italia es la excepción. Los pintores, sí habrá pintores nacionales, como el exquisito miniaturista Nicholas Hilliard, pero también los pintores vendrán de otros lugares, como Holbein, como Van Dyck, como el que pintó a la joven laudista. La Reforma, los vaivenes religiosos, la guerra civil, la revolución. El estar en la periferia de Europa, en la periferia cultural, alejada de Italia no solo por la distancia sino por la religión. No existe un renacimiento inglés. El renacimiento llegará tarde con ese palladianismo insulso de pesadilla bien avanzado el siglo XVII.

No, no hay un renacimiento plástico pero sí hay un renacimiento literario y musical, sobre todo a partir del reinado de esa figura pelirroja medio calva que tuvo la suficiente inteligencia de favorecer a sus músicos, incluso a los católicos William Byrd y John Dowland.

Dice Pascal Quignard a través del Señor de Sainte Colombe que la música está para decir lo que palabra no puede, para dar voz a los que no la tienen porque aún no han nacido o porque han muerto. Pero la música no da solo voz, da también belleza donde no pudo haber o hubo muy escasa belleza visual. Donde esa belleza visual no pudo desarrollarse por lejanía, por intolerancia religiosa.

John Dowland, hijo de Saturno, exquisito y refinado laudista. La música italiana, los músicos flamencos que trabajaban en las cortes de toda Europa, tienen también canciones llenas de melancolía, pero Dowland es diferente. Dicen que reía pero es casi siempre melancólico en sus canciones, se puede reír y ser semper dolens. Sin embargo, con su música daba al arte de su país lo que no pudo dar el arte visual, un arte además, eterno, porque no está hecho de materia sino de tiempo. 

Laúd solo.

Consort de violas.