El color del Renacimiento

Al circuito del viaje lo llaman «Países Cátaros». Los cátaros venden, al menos la gente que ha estudiado en el anterior sistema de enseñanza, puede tener una cierta idea (los que han estudiado en el sistema actual ya no tienen ninguna idea) de quienes fueron estos herejes del sur de Francia. Quizá no por la escuela, donde no se llegaba a este nivel de detalle, sino porque en ciertos momentos son, y han sido, un fenómeno editorial, como los templarios, muchas veces relacionados, unidos además a fantasías conspiranoicas que vienen desde la Edad Media o desde los orígenes del cristianismo en la imaginación de los autores. Un tipo de obras a las que califico de pornografía pseudohistórica, pero que son leídas o se hacen sobre ellas horrendos documentales que se emiten en los canales de televisión por cable.

El viaje se llama Países Cátaros, y hace ya años hice un viaje que tenía parecido título, pero la ruta era bastante diferente. Si en este viaje hubiera visitado ruinas de castillos pirenaicos como el anterior no lo hubiera hecho, por más que el paisaje del Pirineo francés sea muy hermoso. De aquel viaje sólo hay coincidencia en un lugar: Carcasona, esa ciudad fortificada que también es una fantasía a partir de las ruinas que quedaban de sus murallas en el siglo XIX.

Creo que en las explicaciones, a las que no hacía demasiado caso y de las que no podía escapar cuando estaba en el autobús, nunca oí «siglo XII». Todo parecía haber sucedido hace mucho tiempo en un país muy lejano… Carcassonne, Toulouse, Albi, fueron lugares donde en el siglo XII arraigó la herejía, o más bien la religión cátara, pues aunque el catarismo citase y utilizase la Biblia, era de hecho una religión diferente del cristianismo. Es una historia compleja que no cabe en las explicaciones simplistas de «buenos cátaros» y «malos católicos».

Pero los cátaros son un buen reclamo, y en efecto, visité ciudades que fueron cátaras o sus señores dieron apoyo a los cátaros. Pero muy pronto, aunque se continuó siempre en el sur, el itinerario empezó a desplazarse hacia el norte, fue dejando atrás las tierras del condado tolosano y entrando en la antigua Aquitania, en las tierras del Perigord. Dejó atrás el curso del Garona y empezó a seguir el curso del Dordoña. La tierra se fue volviendo aún más verde y aparecieron los nogales, castaños y abedules con las hojas verdes y tiernas, sin mácula, aún no desarrolladas del todo, robles y hayas aún estaban desnudos de hojas.

Las tierras del Perigord no eran «país cátaro», no fueron zonas de catarismo, aunque cátaros hubo un poco por todas partes, cruzando los Pirineos y los Alpes. Pero si hay algo que comparten estas tierras de las riberas del Dordogne, con las zonas pirenaicas del sur, fueron como todo el territorio al sur del Loira el «país de oc», Occitania, tierras de los trovadores. Pero los trovadores no venden, no son conocidos. Los trovadores han desaparecido con la asesinada asignatura de Literatura. Y por más que se haya intentado relacionar la poesía de los trovadores con la religión cátara, no se puede hacer ninguna relación clara. Compartían espacio en el sur, compartían sociedad, compartían tiempo, pero sus mundos eran completamente distintos.

Peire Vidal, trovador el sur, cita lugares donde encuentra protección de las damas que eran centros de catarismo. Y es muy probable, que pasada la juventud, algunas de esas damas amadas por los trovadores se convirtiesen en cátaras. Pero Bernat de Ventadorn, cuya canción, junto a otras de sus contemporáneos, he escuchado varias veces durante el viaje, mientras me aislaba con los auriculares, vivió y desarrolló su obra en las tierras del Perigord y el Lemosín de donde era originario. Trovadores y cátaros vivieron en la misma época, en algunos casos en los mismos lugares, y en la misma sociedad. Sin embargo, no he visto ninguna agencia que venda un viaje al «País de los trovadores».

En estos días posteriores al viaje y aún de vacaciones, estoy leyendo sobre el Renacimiento. Pero cuando hace unos días estaba en las tierras del Perigord, en las tierras del condado tolosano y del vizcondado de Narbona, pensaba que se olvidaban otros renacimientos. El último día del viaje, ante los muros de la catedral de Narbona, curiosa e interesante mezcla del gótico del norte y el mediterráneo, oí de pasada a una pareja española en la que la mujer decía: «pero esto, es Edad Media y la Edad Media es inferior ¿no?»

«La Edad Media es inferior». Es increíble la idea de la «inferioridad» y la «oscuridad» de la Edad Media arraigada desde hace quinientos años. Porque la idea de Edad Media la crearon los humanistas del Renacimiento. Cuando regresaba por feas autopistas en la Península Ibérica ya habiendo cruzado la frontera, pensaba en si la mujer de Narbona vería en la catedral gótica de la ciudad, muy descuidada en su iluminación y otros detalles, que era «inferior», si la inmensa basílica de Saint Sernin en Toulouse, si la vio, la iglesia románica más grande de Europa desde la destrucción capitalista-vandálica de la Abadía de Cluny, era otra obra «inferior». O la increíble catedral de Albi, catedral gótica de ladrillo, la única que tiene sus altísimas bóvedas de crucería pintadas al fresco, eso sí ya en el siglo XVI, en el Renacimiento, cuyos pintores no consideraron inferior trabajar en una catedral medieval.

El siglo XII fue la época de los cátaros que serían perseguidos y exterminados, y desaparecerían de la Historia en el siglo siguiente, la época en que se levantaron las grandes abadías románicas y se organizaron las peregrinaciones, gran movimiento de población que fue la vía para intercambiar ideas y técnicas de todo tipo, el siglo en que se inventó la arquitectura gótica, única y original, que no debía ya nada al mundo clásico, que con ocho siglos de adelanto inventaba la arquitectura moderna. Fue la época en que se esculpió la puerta de Miègeville, en la basílica de Saint Sernin, la primera gran obra de escultura desde el fin del Imperio Romano, y esculpió la solitaria y silenciosa portada de Saint Pierre de Carennac, que muestra el fin de los tiempos cuando el Juicio Final ya ha terminado. Y fue la época y el siglo en que vivieron y escribieron los trovadores. Los trovadores crearon el oficio de poeta, y en su poesía reflejaron lo individual, el valor del individuo, esa característica de la cultura occidental que tan mal sienta a algunos. Su siglo fue también un renacimiento, quizá mucho más renacimiento que el de los siglos XV y XVI, porque las gentes del siglo XII partían de una realidad más difícil y estaban creando un mundo nuevo. Su modelo no era clásico, porque ellos, trovadores, canteros románicos, maestros de obras góticos, fundadores de universidades, iniciadores de los primeros parlamentos que hubo en el mundo, hombres y mujeres, jamás supieron que eran «medievales», «oscuros», y que su brillante cultura era «inferior».

Es curioso que paseando por la ciudad antigua de Sarlat-la Canéda, la ciudad natal de Étienne de la Boétie, que es mucho más renacentista que medieval, y podría ser hermana de Ciudad Rodrigo, Plasencia e incluso Salamanca, la gente viera más la Edad Media que el Renacimiento que aparecía en tantas fachadas, en los grutescos que enmarcaban las ventanas, y aun en simples puertas con pilastras y frontones clásicos. El Renacimiento se confunde con la Edad Media y la Edad Media con el Renacimiento, en la tierra en que la hierba es fresca y la hoja y la flor brotaban de las ramas.

 

Bernart de Ventadorn (…1147 – 1170…)
Can l’erba fresch

Can l’erba fresch’ e.lh folha par / cuando aparece la hierba fresca y la hoja
E la flors boton’ el verjan , / y la flor brotan de la rama,
E.l rossinhols autet e clar / y el ruiseñor, alta y clara,
Leva sa votz e mou so chan, / levanta su voz y comienza a cantar,
Joi ai de lui, e joi ai de la flor / entonces, me alegro por él y por la flor,
E joi de me e de midons major! / y tengo alegría de mí y, aún más, de mi dama;
Daus totas partz sui de joi claus e sens, / por todas partes estoy rodeado de alegría,
Mas sel es jois que totz autres jois vens. / pero hay una alegría que vence a las demás.

Ai las com mor de cossirar / ¡Ay! ¡Cómo muero de pesadumbre!
Que manhtas vetz en cossir tan: / muchas veces estoy tan meditabundo
Lairo m’en poirian portar, / que me podrían llevar ladrones
Que re no sabria que.s fan. / sin que yo me enterara de lo que hacen.
Per Deu, Amors be.m trobas vensedor: / ¡Por Dios, Amor! Me hallas fácilmente vencible:
Ab paucs d’amics e ses autre senhor. / con pocos amigos y sin otro señor.
Car una vetz tan midons no destrens / ¿Por qué no dominas a mi dama
Abans qu’eu fos del dezirer estens / antes de que yo sea consumido por el deseo?

Meravilh me com posc durar / Me admira cómo puedo resistir
Que no.lh demostre mo talan. / sin mostrarle mi sentimiento.
Can eu vei midons ni l’esgar, / Cuando veo y miro a mi señora,
Li seu bel olh tan be l’estan: / sus bellos ojos le sientan tan bien
Per pauc me tenh car eu vas leis no cor. / que con dificultad resisto y no corro a ella.
Si feira eu, si no fos per paor, / Así lo haría, si no fuese por miedo,
C’anc no vi cors melhs talhatz ni depens / pues nunca vi cuerpo mejor labrado ni pintado
Ad ops d’amar sia tan greus ni lens. / y que sea tan duro y lento al amor.

Tan am midons e la tenh car, / Amo tanto a mi señora y la quiero tanto
E tan la dopt’ e la reblan / la temo tanto y la sirvo,
C’anc de me no.lh auzei parlar, / que nunca osé hablarle de mí
Ni re no.lh quer ni re no.lh man. / y no le pido ni le mando nada.
Pero elh sap mo mal e ma dolor, / Pero ella conoce mi mal y mi dolor
E can li plai, mi fai ben et onor, / y cuando le place  me hace bien y honra
E can li plai, eu m’en sofert ab mens, / y cuando le place, me conformo con menos,
Per so c’a leis no.n avenha blastens. / para que no reciba afrenta.

S’eu saubes la gen enchantar, / Si yo supiera encantar a la gente,
Mei enemic foran efan, / mis enemigos serían niños,
Que ja us no saubra triar / y ninguno pensaría
Ni dir re que.ns tornes a dan. / ni diría nada que nos pudiera dañar.
Adoncs sai eu que vira la gensor / Entonces sé que vería a la más gentil,
E sos bels olhs e sa frescha color, / sus bellos ojos y su fresco color
E baizera.lh la bocha en totz sens, / y le besaría la boca en todos los sentidos,
Si que d’un mes i paregra lo sens. / de forma que en un mes se notaría la señal.

Be la volgra sola trobar, / Bien quisiera encontrarla sola
Que dormis, o.n fezes semblan, / durmiendo o fingiendo que duerme,
Per qu’e.lh embles un doutz baizar, / para robarle un dulce beso,
Pus no valh tan qu’eu lo.lh deman. / pues no valgo tanto como para pedírselo.
Per Deu, domna, pauc esplecham d’amor! / ¡Por Dios, señora, poco aprovechamos el amor!
Vai s’en lo tems, e perdem lo melhor / se va el tiempo y perdemos lo mejor,
Parlar degram ab cubertz entresens, / deberíamos hablar con palabras encubiertas
E, pus no.ns val arditz,valgues nos gens / y, ya que no nos vale el atrevimiento, que nos valiera el ingenio.

Be deuri’om domna blasmar, / Se debería afrentar a la dama,
Can trop vai son amic tarzan, / que hace esperar demasiado a su amigo,
Que lonja paraula d’amar / pues larga conversación de amor
Es grans enois e par d’enjan, / enoja mucho y parece engaño
C’amar pot om e far semblan alhor, / porque se puede amar y fingirlo
E gen mentir lai on non a autor. / y mentir cuando no hay testigo.
Bona domna, ab sol c’amar mi dens, / buena señora, con que sólo os dignáseis amarme,
Ja per mentir eu no serai atens. / yo no sería alcanzado por la mentira.

Messatger, vai, e no m’en prezes mens, / Mensajero, ve y me menosprecies
S’eu del anar vas midons sui temens. / porque temo presentarme a mi señora.

Traducción procedente de Poesía de Trovadores, Trouvères y Minnesinger, Alianza 1981

El disco que estuve escuchando varias veces durante el viaje y donde está esta canción es Nuits Occitanes.

 

Folio 12 verso, folio 13 recto

Fue un 11 de enero de este año que inicia su fin cuando publiqué la primera entrada con la doble página del calendario del Libro de Horas Houth. Unos días antes, todavía durante las vacaciones de Navidad no había decidido que hubiera cada mes una entrada fija con un tema. Fue casi inesperado el inclinarme por este códice, porque yo estaba interesada en las miniaturas flamencas del final de la Edad Media y su desarrollo del paisaje como aparecen en la ilustración de la entrada del día de Reyes.

Simon Marmion y taller. Diciembre, Horas Huth, f.12v-f.13r. c.1480, British Library

Simon Marmion y taller. Diciembre, Horas Huth, f.12v-f.13r. c.1480, British Library

Me apasionan desde la infancia los códices miniados y dediqué, sin tener un plan preciso, entradas de 2011 y algunas de 2012 al famoso y tantas veces reproducido calendario de los Hermanos Limbourg de las inacabadas Très Riches Heures del Duque de Berry. En la música se retrocedía doscientos o trescientos años con la poesía trovadoresca y goliárdica de los Carmina Burana.  

En 2013 sí hubo un plan. En abril de 2012, en Roma, en una librería del Esquilino, fuera de la zona turística, encontré un libro de segunda mano, pero en muy buen estado, que trataba de unas pinturas mucho menos conocidas, que yo sólo había visto como ilustración de la indumentaria y el trabajo en algunos libros de historia medieval: El Ciclo de los Meses de la Torre Aquila del Castillo de Buonconsiglio, en Trento. Incluso en los libros de historia del arte son algo un tanto marginal, porque el gótico internacional es eso: internacional. Un estilo parecido de Inglaterra a Italia, de Castilla a Bohemia. El Ciclo de los Meses sí me permitió un desarrollo de temas no sólo artísticos y poner música del Ars subtilior casi siempre, aunque no sé si alguno de los lectores apagaron el reproductor espantados.

El blog nació por casualidad en 2010 en un entorno que ya no existe, usando al principio entradas de un blog de Blogger cerrado que apenas tuvo vida en la red. Creo que no empezó a tener una línea propia sino cuando apareció la primera entrada de los Hermanos Limbourg, que también reciclaba un viejo escrito. Si lo pienso bien, han sido los calendarios pintados, los Libros de Horas los que lo han mantenido activo.

He intentado mantener algunos temas o ciclos de entradas que están sin terminar, como las que tratan del retrato. Mantener el blog siempre ha sido un problema de tiempo y a veces de ganas. Tener una actividad laboral que no acaba cuando sales del lugar donde trabajas, que ese trabajo se haya doblado en los dos cursos precedentes a este; haberse impuesto unos estudios tardíos, que por lo absurdo o mal plateado que tienen muchas veces, implica dedicarles más horas de lo que se debería, han sido sus enemigos. Sin embargo, los borradores y las ideas no han dejado de crecer. El blog me ha servido para mantener un contacto y una disciplina de escritura con algunos temas que me interesan desde hace mucho. También compartir parte de mi discoteca, esas músicas muchas veces casi desconocidas para la mayoría.

Si todo resulta como espero, los estudios que dieron origen al blog acabarán este curso. Seguiré en el año que está a punto de comenzar sin tener casi tiempo, porque también han comenzado otros proyectos vitales y profesionales. Durante once meses, los círculos con las miniaturas de Simon Marmion, las omnipresentes florecillas azules desconocidas, se han encargado de mantener activo el blog. La música no ha tenido un estilo común, aunque se han repetido baladas en inglés como la de la primera entrada. Quise dejar descansar a los trovadores, a Guillaume de Machaut y a Francesco Landini.

Aunque el tiempo me sea adverso, creo que el blog aún vivirá el año próximo, quizá con una única entrada al mes. En los ratos que puedo pensar en él, quiero que ese calendario sea diferente y abandonar, es un decir porque no lo voy a cumplir del todo, la Edad Media por el Renacimiento. Quizá ni siquiera sea un calendario, pero estoy pensando en un hilo conductor que haga reconocible las entradas mensuales de 2015.

Un año ya, otro año. Tiempo lineal de una oscuridad a otra, o tiempo circular rodeado de florecillas azules como en las miniaturas de las Horas Houth. Serán otros temas parecidos, otras historias y otras músicas, y para terminar este año Tristán e Iseo, tema con el acabé el año pasado, volverán a huir al bosque de Morois.

Lady Cassile’s Lilt (Escocia c. 1620)  – Gipsy Davy (Ohio c.1925)

Gypsy Davy came over the hill
Down through the valley shady.
He whistled and he sang
Till the green woods rang
And he won the heart of a lady.

Ah-dee-doo-ah-dee-doo-dah-day
Ah-dee-doo-ah-dee-day-dee
He whistled and he sang
Till the green woods rang
And he won the heart of a lady.

My lord returning home that night,
Asking for his lady,
The servants made him his reply:
“She’s gone with the Gypsy Davy”

Ah-dee-doo-ah-dee-doo-dah-day… 

O saddle to me my jet black steed,
The brown is not so speedy.
O saddle to me my jet black steed,
Till I seek and find my lady.

Ah-dee-doo-ah-dee-doo-dah-day… 

He sought her up, he sought her down,
Through the Woods and valley shady:
He sought her down by the muddy water side,
And there he found his lady.

Ah-dee-doo-ah-dee-doo-dah-day… 

What made you leave your home and lands,
What made you leave your baby?
What made you leave your own wedded lord
To go with the Gypsy Davy?

Ah-dee-doo-ah-dee-doo-dah-day… 

“I never loved you in my life,
I never loved my baby,
I never loved my own wedded lord,
As I love the Gypsy Davy”

Ah-dee-doo-ah-dee-doo-dah-day… 

Kalendae Decembres: Neptunus, Pietas, Festum Fortunae muliebris

Principio de disyunción

Roman de la Rose

Roman de la Rose c.1380  f.126 recto (Francia) British Library

Ante diem septimum decimum Kalendas Apriles: Mamuralia, Argei

No es lo que parece, al menos eso han dicho la mayoría de las parejas pilladas en tal situación. Y es verdad, no es lo que parece. Para empezar la miniatura, que aunque es de aproximadamente 1380, en los inicios de gótico internacional, tiene mucho más el estilo francogótico del siglo anterior. Si yo no veo el pie de foto en el catálogo de la Birtish Library, la ubico en el siglo XIII, en la época en que se escribió el libro. La ausencia de ambiente, ese fondo de trama romboidal azul y dorado, es propio de la miniatura durante casi dos siglos, pero aunque el fondo abstracto de trama se prolonga durante buena parte del siglo XIV antes de ir despareciendo por la representación de los interiores o el paisaje, la pareja tiene un aire demasiado esquemático para ser de tan avanzado el siglo XIV. Hay que fijarse con detenimiento y porque mi imagen está muy ampliada para distinguir al hombre, de cara más angulosa, nariz más larga y con un corta barba, de la mujer con cara más redonda, naricilla y con un peinado de trenzas recogidas en los lados de la cabeza, también sus brazos son más delgados. Por más que la miniatura no era grande, con la ampliación es posible ver las miradas que se dirigen mientras se abrazan en la cama, lo que demuestra la pericia del miniaturista. La cama tampoco tiene desperdicio, vemos que las sábanas son blancas, en Edad Media habría resultado impensable que las sábanas fueran de otro color, pero el cobertor tiene dos colores. A finales del siglo XIV en algún lugar de Francia se ha inventado el edredón reversible, con los almohadones a juego.

Pero la pareja no está sola. Ellos no se han dado cuenta aún pero en la habitación ha entrado otro personaje, viste ropas de artesano no de caballero y lleva una enorme porra indudablemente dispuesta descargarla sobre el cráneo de los amantes. Esta pareja ha sido encontrada in flagrante delicto de adulterio. La de las trenzas es sin duda la esposa del artesano de la porra, y lo que está pasando no era ninguna broma en la Edad Media, ni en los siglos posteriores, ni lo es hoy en muchos lugares. Lo que ocurra en esa habitación no es un asunto privado que habrá que resolver por medios privados. Las cosas se van a poner muy feas para los que retozan bajo el edredón reversible. Pero no es el marido el que va a realizar la disyunción en tan conjuntiva pareja.

La escena pertenece a Le Roman de la Rose, libro esquizofrénico, que fue la obra más leída de la literatura francesa entre su redacción en el siglo XIII y el siglo XVI. Hoy nos puede parecer algo increíble pues el libro llega a ser tedioso y pesado. Admito no haberlo leído entero de un tirón, ni creo que alguien lo pueda hacer ahora si no es para un trabajo erudito. De mi edición española, la de Cátedra, he ido a lo largo de los años, saltando de un pasaje a otro y leyendo más fragmentos de la segunda parte que de la primera. De este libro se conservan decenas de copias manuscritas muchas de ellas ilustradas con miniaturas. Estas copias miniadas pertenecieron siempre a los grandes de la nobleza.  Un libro que tiene 21.774 versos octosílabos, si además está decorado con miniaturas era un objeto carísimo. Muy pocos podían permitírselo.

Le Roman de la Rose es un libro esquizofrénico en el sentido literal de la palabra “mente dividida” porque tiene dos autores, muy diferentes uno del otro. El primer autor, el que lo inició y escribió los primeros 4.052 versos, Guillaume de Lorris, fue un “escolar” de Orleans que escribió una especie de biografía sentimental de forma alegórica, pues recurre al tópico del sueño, donde instruye sobre los asuntos amorosos tal como los habían ido desarrollando los trovadores desde el siglo XII. No tiene nada de original, sólo que por primera vez los asuntos del cortejo de la dama, ella es la Rosa, la espera, la paciencia, el desengaño, los maledicentes, la recompensa final, todos están unidos en una misma obra. Entre 1237 y 1240 Guillaume de Lorris muere dejando inconclusa la obra, de la que sin embargo se hacen copias y tiene un gran éxito. Y más de treinta años después, Jean Chopinel, conocido como Jean de Meun, retoma la obra hacia 1276 y escribe los 17.722 versos restantes. Jean de Meun que también es autor de Art de Chevalerie, y tradujo la Consolación de la Filosofía de Boecio al francés, fue un hombre cultísimo. Esa cultura se refleja en toda la segunda parte que es tres veces más larga que la primera. Esa segunda parte está llena de citas de los clásicos grecolatinos, pero, de ahí la esquizofrenia del libro, la parte de Jean de Meun es completamente diferente de la de Guillaume de Lorris, parece más bien una parte escrita en contra de todo lo que defendía el primer autor. Es una parte contra el mismo Roman de la Rose,  y una parte que rezuma misoginia por muchos de sus versos. Se acabó la idealización de la dama y de andar dando vueltas y dando otros nombres a lo que de verdad se busca con el cortejo. Jean de Meun se burla del amor cortés, su público ya no son los jóvenes caballeros a los que iba destinada la obra de Guillaume de Lorris, de hecho Jean de Meun critica a la nobleza en varias ocasiones, sino la naciente y pronto poderosa burguesía de las ciudades. Pero no son las diferencias entre las partes del Roman de la Rose las que crean la disyuntiva que me ha hecho tratar la miniatura, es otra cosa.

Volvamos a la miniatura del principio, dije que las cosas no son lo que parecen. Bueno algunas cosas sí son lo que parecen. Esa pareja de amantes ha sido sorprendida por el marido de la mujer. Pero ese trío no son una pareja de amantes cualesquiera, sorprendidos por un enfadado marido cualquiera. Esa miniatura está en la parte que escribió Jean de Meun, concretamente a partir del verso 13.840:

Mucho más celosa que el propio Vulcano,
El cual sorprendió a Venus,
su esposa, yaciendo con Marte en su propia cama,
sobre los que echó una red de acero
mientras se entregaban con gran frenesí
al ardiente juego que los abrasaba,
después de espiarlos laboriosamente.
Tan pronto como Vulcano conoció el asunto
y pudo probar esta tal traición,
una vez echada la red sobre el lecho
(debió de estar loco para hacer tal cosa,
pues quien cree que él solo goza a su mujer
es un insensato y sabe muy poco)
les mandó a los dioses venir sin tardanza,
quienes se rieron e hicieron mil fiestas
en cuanto los vieron así entrelazados.
La beldad de Venus fue muy apreciada
por la mayoría de los convocados,
mientras que la diosa lloraba y lloraba.
Venus, en efecto, estaba enojada
por lo que su esposo hiciera con ambos,
y en tal situación sintió gran vergüenza.
Más no fue una cosa tan maravillosa
el que Marte y Venus hicieran aquello,
puesto que Vulcano era tan feísimo
y estaba tan negro debido a su fragua
(las manos, la cara, hasta el mismo cuello),
que ella no podía amar a su esposo
aunque su mujer se considerara.

Bien ya sabemos quiénes son el trío de la miniatura ¿Nos suena de algo el episodio? Pues está en el Canto VIII de la Odisea, donde se narra todo el episodio del adulterio de Afrodita con Ares, a los que le tiende una trampa Hefesto, esposo de Afrodita y llama a todos los dioses para que contemplen a su infiel esposa. La narración ocurre en el Palacio de los Feacios ante Odiseo. Dudo que  Jean de Meun con toda su cultura clásica conociera la Odisea en griego en el siglo XIII. Más bien el episodio lo debió conocer por las Metamorfosis de Ovidio, libro que está en latín y que fue muy leído en la Edad Media, se hicieron varias redacciónes, además, moralizadas, hubo Ovidios moralizados y Virgilios moralizados, que es a las que tuvieron acceso los eruditos. En el libro IV de las Metamorfosis, en la narración de las Miníades, está de nuevo contada la historia. Esta vez los nombres de los dioses son los romanos Venus y Marte.

Pero esta no es una entrada sobre literatura contando algo archisabido, es una entrada sobre arte, sobre la representación de un episodio de la mitología, el cual contemplándolo como lo vemos en la miniatura nunca habríamos pensado que se trataba de tal episodio. Ya sabemos que el trío no es mortal sino divino, que los tres son dioses y que por mucho que se descargue la porra no van a morir ni sufrir daño. ¿Qué es lo que ha pasado para que una historia de la mitología conocida por escrito desde el siglo VIII a.C. se represente así en el siglo XIV en una obra escrita en el siglo XIII? ¿Dónde está el “ambiente clásico”? ¿Dónde está red que teje Hefesto-Vulcano y atrapa a los amantes? Digamos que el miniaturista no ha sabido hacerlo. Que debía ser algo realmente difícil y además tiene muy poco espacio, y no, el entramado romboidal no es la red. El miniaturista ha leído sobre un pareja adúltera sorprendida por el marido y ha pintado un marido enfadado con un garrote a punto de atacar a los traidores. No es fácil representar este episodio que tampoco ha sido representado tantas veces, una de las representaciones más fieles a la historia narrada en la Odisea está en un cuadro manierista de hacia 1540 del holandés Maerten Van Heemskerck, pero no nos sirve porque ya estamos en el Renacimiento avanzado. Ahora estamos en el siglo XIV y quiero como en tantas otras entradas defender la denostada, por ignorancia, Edad Media. Y aquí habría que hablar un poco del absurdo concepto de “Edad Media”, un concepto que surge precisamente con los primeros humanistas ya en este mismo siglo XIV. Un período “intermedio” entre el mundo clásico y el “Renacimiento” al que ellos también le dan nombre. Con el tiempo el período “intermedio” tuvo nada menos que mil años.

Pero la Edad Media, las gentes que vivieron en ella, sobre todo los que vivieron a partir del siglo XII jamás se consideraron ni medievales, ni incultos, ni oscuros. Como hemos visto, en Le Roman de la Rose no faltan citas eruditas y episodios sacados de la literatura clásica, es eso lo que me ha hecho leerlo durante años y no la misoginia que enfadó y fue contestada por Christine de Pisan. Para alguien que vive en el siglo XIII y XIV, que tiene cultura, que conoce el latín y escribe, su tiempo es la continuidad de la Antigüedad clásica, y la Antigüedad clásica es lo que está en su pasado y no un mundo perdido para siempre como era para Petrarca. En esos siglos XIII y XIV, se construyen edificios en “estilo moderno” el después llamado peyorativamente gótico, que superan los que se construyeron en la Antigüedad. Pero cuidado, la mayor parte del mundo antiguo había sido pagano y el mundo en el que escribe Jean de Meun y pintan los miniaturistas de Le Roman de la Rose es cristiano. La religión de los dioses paganos había sido enemiga. Encontrar en estos siglos una estatua de un dios o de una diosa pagana tenía algo de demoníaco y en muchos casos se la destruía. Para la época medieval los dioses paganos, la mitología solo eran tolerables con el ropaje contemporáneo con el que podían ser entendidos y asimilados sin peligro. Este es el “principio de disyunción”

Roman de la Rose 1490

Roman de la Rose c. 1490 – 1500  f 122verso (Holanda) British Library

Cada vez que en la Edad Media plena, siglos XII y XIII, y tardía, siglo XIV y XV, se enfrenta a una obra de arte que tiene un modelo clásico siempre lo hace con una figuración y significación no clásica, es más, una representación contemporánea. De ahí el vestido de artesano y el garrote de Vulcano cuando se acerca a los amantes, aparte de la torpeza de no haber podido representar la red. De ahí las trenzas de Venus, de ahí en esta otra representación de la misma escena en Le Roman de la Rose ya muy tardía, donde sí vemos el dormitorio, la cama con dosel, los muebles y Vulcano va vestido con un elegante traje cortesano y en la pareja que está en la cama con los pies atados, de nuevo el miniaturista no ha sabido o querido representar la red, pero en el que ese Marte de labios pulposos que mira hacia otro lado con cara de “yo no he tenido la culpa” lleve gorro de dormir.

¿Nos imaginamos ahora a Marte-Ares así? De ninguna manera, nuestro Marte es otro, sus representaciones son las que tenemos a partir del Renacimiento, este con mayúscula, el que se inició en Italia, el que veía el mundo clásico como un mundo perdido al que había que hacer renacer. El mundo que no se veía como una continuidad, en la que Venus era una mal mariée, una malcasada que se vengaba con la infidelidad, como ocurría en los siglos XIII y XIV sobre todo fuera de Italia. El Renacimiento italiano que fue una mutación en la cultura occidental, investigó los mitos y los representó de otra forma. Alguien podría decirme que el cuadro de Botticelli, contemporáneo de Le Roman de la Rose holandés puede tener también la representación propia del “principio de disyunción”: el vestido de Venus es florentino y aparece el modelo en otros cuadros de Botticelli y las armas y la armadura de Marte son propias de finales del siglo XV. Pero aquí no hay principio de disyunción aunque haya moda florentina de finales del siglo XV. La idea de este cuadro es muy diferente, y no ya porque aquí no se narra el episodio de la Odisea, ni de la Metamorfosis ni de Le Roman de la Rose. Podemos ver a Marte y Venus como amantes pero también son dos ideas contrapuestas: la armonía y la belleza frente a la fuerza y la violencia a la que ha vencido. Aquí Venus no es una mal mariée sino que recoge una idea que ya estaba en la Antigüedad: que el verdadero esposo de Afrodita-Venus no fue Hefesto-Vulcano, cuyo episodio en la Odisea le sirve a Homero para burlarse de los dioses, sino Ares-Marte. No sólo porque reunía a las dos figuras más fuertemente sexuadas de la mitología clásica sino a dos personajes contrapuestos a la vez que complementarios. Detrás de la representación de Botticelli está Angelo Poliziano y otros humanistas, proporcionando las ideas y dando los detalles.

Sin embargo, la cotidianeidad que había en las representaciones medievales no deja de estar aquí. Se puede ver en el cuadro de Botticelli una cierta sorna, una ligerísima y elegante ironía en la mirada y sonrisa de Venus que mira a Marte desnudo, despojado de sus armas con las que juegan los pequeños faunos, durmiendo. Hay algo en la pintura que está fuera de nuestro alcance pero que nos dice la mirada de Venus: Marte está roncando

Sandro Boticelli, Venus y Marte, 1483. National Gallery. Londres

Sandro Boticelli, Venus y Marte, 1483. National Gallery. Londres

Moniot de Paris (… –  post 1250) – Je chevauchoie l’autrier

Je chevauchoie l’autrier / Yo cabalgaba el otro día
Seur la rive de la Saine. / junto a la orilla del Sena.
Dame dejoste un vergier / Vi a una dama cerca de un huerto
Vi plus blanche que laine; / más blanca que la lana;
Chançon prist a commencier / Ella comenzó  suavemente
Souef, a douce alaine. / a cantar.
Mult doucement li oï dire et noter: / Muy dulcemente entendí:
«Honi soit qui a vilain me fist doner!» / «Maldito sea quien me dio a un villano!«
J’aim mult melz un poi de joie a demener / Prefiero antes un poco de alegría
Que mil mars d’argent avoir et pluis plorer / que tener mil marcos de oro y llorar después.

Hautement la saluai / La saludé dignamente
De Dieu le filz Maris. / en nombre de Dios el hijo de María.
El responi sanz delai: / Ella respondió rápidamente:
«Jhesu vos beneïe!» / «Jesús os bendiga«
Mult doucement li proié / Yo le rogué dulcemente
Q’el devenist m’amie. / si ella quería ser mi amiga.
Tot errant me commençoit à raconter / Enseguida comenzó a contarme
Conme ses maris la bat por bien amer. / como su marido la golpeaba para hacerle el amor.
J’aim mult melz un poi de joie a demener / Prefiero antes un poco de alegría
Que mil mars d’argent avoir et pluis plorer /  que tener mil marcos de oro y llorar después.

«Dame, estes vos de Paris? / «Señora, ¿sois de París?
-Oïl, certes, beau sire; / – Así es, gentil señor
Seur Grant-Pont maint mes maris, / mi marido vive en el Gran Puente,
Des mauvés tot le pire. / de todos los males, el peor.
Or puet il estre marris: / pero es muy triste:
Jamés de moi n’iert sire!/ ¡porque nunca será mi dueño!
Trop est fel et rioteus, trop puet parler, / Es muy traicionero, pendenciero, y ya podrá decir buenas palabras
Car je m’en vueil avec vos aler joër.» / porque con vos me voy a divertir«
J’aim mult melz un poi de joie a demener / Prefiero antes un poco de alegría
Que mil mars d’argent avoir et pluis plorer / que tener mil marcos de oro y llorar después.

«Mal est qui me maria! /»¡Maldito sea quien se casó conmigo!
Tant en ait or le prestre, / Así como el sacerdote
Qu’a un vilain me dona / que me dio a un villano
Felon et de put estre. / felón y de bajo nacimiento«
Je croi bien que poior n’a / que no creo peor
De ci tresqu’a Vincestre. / de aquí a Vincestre.
Je ne pris tot son avoir pas mon souler, / No vale toda su riqueza más que mi zapato,
Quant il me bat et ledenge por amer.» / cuando me pega y abusa de mí
J’aim mult melz un poi de joie a demener / Prefiero antes un poco de alegría
Que mil mars d’argent avoir et pluis plorer / que tener mil marcos de oro y llorar después.

«Enondieu, je amerai / «En nombre de Dios, amaré
Et si serai amee, / y seré amada,
Et si me renvoiserai / Me demoraré mi tiempo
El bois soz la ramee, / en el bosque bajo las ramas,
Et mon mar maudirai / y a mi marido maldeciré
Et soir et matinee. / noche y mañana.
-Dame de Paris, amez, lassiez ester / – Dama de París, amad, dejad
Vostre mari, si venez o moi jöer!» / a vuestro marido, y venid conmigo a gozar
J’aim mult melz un poi de joie a demener / Prefiero antes un poco de alegría
Que mil mars d’argent avoir et pluis plorer. / que tener mil marcos de oro y llorar después.

Traducción propia a partir de la transcripción moderna.

Ne vus sanz mei, ne mei sanz vus

Altstetten

Kalendae Decembres: Neptunus, Pietas, Festum Fortunae muliebris

El dibujo tiene unos trazos finos, delicados. Los colores, un suave sombreado que los aleja de la representación plana. El libro fue miniado en la primera mitad del siglo XIV, pero su estilo está más cerca del siglo anterior. A través del pergamino se transparentan las letras de la página siguiente. No hay fondo, la estructura en azul en que están ambos personajes podría ser una edificación, pues vemos los arcos ojivales y los óculos de la arquitectura gótica. Podrían estar en una terraza de un castillo, pero la planta de grandes flores rojas, quizá rosas, que los envuelve, nos dice que están en un jardín. A pesar de que sus rostros están dibujados con unos pocos trazos de pluma o de pincel finísimo, el artista ha captado la mirada que ambos de dirigen. Toda la ternura, la confianza del gesto de él recostado en el regazo de ella, de ella abrazándolo en una posición más alta indicando claramente que ese hombre le pertenece, no necesita de más artificios ni complicaciones. Rosa, azul, rojo, verde, gris, amarillo, un poco de negro, y un artista que supo combinarlos para que quien lo contemplara reconociera el gesto de cómo se entendía el amor desde el siglo XII, en su época en el que será unos de los siglos más difíciles de la historia de Europa, a pesar de todo, en la nuestra.

Podrían ser ellos, pero no lo son. Es Konrad von Altstetten, un minnesinger que vivió entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII y una dama desconocida. También de esta miniatura, la más reproducida de uno de los códices más bellos de la Edad Media, se ha dicho que podrían ser Federico II y Bianca Lancia, su amante y al final esposa, la madre de sus hijos Manfred y Constanza, quizá el único amor de su vida entre tantas mujeres y esposas de sangre real. Nada es seguro en estos tiempos en los que aún no existe el retrato. Pero en mi imaginación y en la de los que conocemos la historia podrían ser ellos, tantas veces esta imagen se ha utilizado para ilustrar portadas de libros y carátulas de Cd.

Gottfried von Straßburg que sí tiene imagen en este códice, llamado Meister, maestro, que escribió la segunda versión en lengua alemana, podría haberlos reconocido.

Gottfried von Straßburg, Codex Manesse

Gottfried von Straßburg, Codex Manesse

Gottfried von Straßburg

Me he encomendado una tarea, para aliviar al mundo, para caldear lo corazones nobles, corazones tan cercanos al mío. Yo les contaré acerca de dos nobles amantes que fueron a mostrar un anhelo puro: un amante y una amante, – una mujer, un hombre – , Tristán, Isolda, – Isolda, Tristán –

Está Gottfried en el códice, pero no Eilhart von Oberg que escribió la primera versión en lengua alemana, pero el poema es más antiguo, se escribió en francés y un poeta del que solo sabemos su nombre Béroul o Berol fue la base de esta primera versión. Poema acéfalo y sin final, no solo el de Berol sino también el de Thomas de Inglaterra. De la historia de estos amantes solo quedan ruinas, porque desde el principio fue escandalosa. Escandalosa y leída y recitada una y otra vez, con versiones en todos los idiomas europeos. Historia leída desde las cortes reales hasta los monasterios de monjas. Calificado de libro pestífero por Juan Luis Vives. Forman parte de la nueva mitología que origina en la edad media: sustrato céltico, orden feudal, religión cristiana ordenando el mundo y condenando una historia como esta.

Podrían ser ellos, transgresores de todas las leyes del momento: la de la fidelidad vasallática, la del matrimonio. Ellos nunca se sentirán culpables y ante todas las acusaciones que se les hagan dirán que son inocentes, que la culpa la tuvo el filtro que bebieron una mañana de San Juan, cuando Tristán llevaba por el mar de Irlanda a Iseo para que se casara con su tío el rey Marcos de Cornualles. Pero antes de eso Iseo le había salvado dos veces a Tristán la vida curándolo de sus heridas, y también ante su mirada en el baño había renunciado a matarlo. El filtro tuvo la culpa. Un filtro con el que no saben muy bien que hacer los poetas y los escritores. Para unos los efectos del filtro debía durar para siempre, para Béroul, el poema más antiguo y bárbaro, con gran sabiduría, el filtro sólo tendría poder durante tres años. No se puede vivir perpetuamente en éxtasis o este deja de serlo. Tres años es un tiempo suficiente.

Bosque de Morrois

Tristán e Iseo en el bosque de Morroia
Manuscrito del siglo XV
BnF, Manuscrits, Français 97 fol. 62

Los trovadores cantan al fin’amors, a la dama inaccesible, superior y casada, esperan sus favores, se lamentan y sienten alegría. Son momentos no una historia de años. Las novelas y poemas del ciclo artúrico cuenta la historia de amor entre Lanzarote y la reina Ginebra, larga en años. Pero todos ellos se mantienen dentro de los límites del mundo feudal al que acatan. Ellos no. Extraño caballero Tristán, hijo de reyes que renuncia a su reino, pues así podrá ser inferior a Iseo y su servidor. Caballero que se desclasa, que vive como proscrito, que caza en el bosque, que sabe preparar a los animales, que entrena a su perro, trabajos de escudero. Extraña reina que sabe curar, que lleva una doble vida en la corte, que lo abandona todo, que enflaquece y sus ropas se convierten en harapos, que echa de menos el pan y el sabor de la sal, pero no deja el bosque en que vive con Tristán.

Aspre vie meinen et dure: /Áspera vida llevan y dura:
Tent s’entraiment de bone amor /pero como se aman con buen amor
L’uns por l’autre ne sent dolor / El uno por el otro no siente dolor.

Cuando llegue el momento de la ordalía a la que será sometida, no mentirá, pero engañará a todos y en el juicio de Dios, éste se pondrá de su lado. Iseo temeraria e incluso en algunas versiones, suicida. Podrían ser ellos, felices y libres en el bosque si cambiáramos el halcón por Husdent, el perro que adiestró Tristán y que tan fiel les era. El que lo reconoció cuando, tiempo más tarde, él se fingió loco para estar cerca de ella. Tristán jamás se volvió loco de amor, se fingió loco para amar, para poder hacer el amor con Iseo. Es el filtro, claro. Una mañana de San Juan, en el bosque, ambos añoraron la vida de reina y de primer caballero. El efecto del filtro había pasado. Decidieron pedir perdón al rey. Iseo fue perdonada y Tristán desterrado.

El efecto del filtro ha pasado, ya no tienen por qué transgredir nada. Ella puede ser la reina con todos los honores y él ser el caballero de grandes hazañas, pero en el mismo momento de separarse saben que volverán a verse una y otra vez mientras puedan. Husdent se quedará con Iseo e Iseo entregará un anillo de jaspe a Tristán:

Amigo Tristán oídme: si no me enviáis el anillo que está en vuestro dedo, nada de lo que diga el mensajero me creeré. Pero desde el momento que vea el anillo ni torre ni muralla ni fortaleza me detendrán para que acuda corriendo a la llamada de mi amante.

Separaciones y encuentros, claves que solo reconocerán ellos. No hay filtro ya pero se comportarán como si lo hubiera y el filtro siempre les servirá de excusa. No se puede vivir perpetuamente en éxtasis, pues pondrán los obstáculos para renovarlo. De la ruinas de la historia queda el hermoso Lai de la Madreselva.

Marie de France – Le lai du Chèvrefeuille

Asez me plest e bien le voil / Mucho me complace y tengo gran deseo
Del lai que hum nume Chevrefoil / del lai que llaman de la Madreselva.
Que la verité vus en cunt / contaros la verdad
Comment fu fet, de coi et dunt. /por qué fue hecho, cómo y dónde.

Li reis Marks esteit curucié, / El rey Marco estaba furioso y airado
Vers Tristram sun nevuz irié; /con Tristán, su sobrino;
De sa tere le cungea / Lo expulsó de su país
Pur la reïne qu’il ama. / porque amaba a la reina.

En sa cuntree en est alez; /Entonces Tristán se fue
En Suhtwales, u il fu nez, / al sur de Gales, su país natal.
Un an demurat tut entier, / Se quedó allí durante un año,
Ne t ariere repeirier; / sin poder regresar.

Tristram est dolent e pensis: /Tristán está triste y pensativo;
Pur ceo se met de sun païs. / por ello abandonó su país
En Cornvaille vait tut dreit, / y se fue directamente Cornualles,
La u la reïne maneit. / donde estaba la reina.

En la forest tut sul se mist, / Entró solo en el bosque,
Ne voleit pas que hum le veïst; /no quería que nadie lo viera.
Od païsanz, od povre gent / Entre campesinos y pobres
Perneit la nuit herbergement. / pasaba la noche en sus casas.

Ceo li dïent qu’il unt oï / Ellos de decían lo que habían oído
Que li barun erent bani, / que los barones habían sido convocados
A Tintagel deivent venir, / y que debían acudir a Tintagel
Li reis i veolt sa curt tenir, / dónde el rey iba a reunir a su corte.

Le jur que li rei fu meüz, / El día que el rey se puso en marcha
E Tristram est al bois venuz / Tristán volvió al bosque
Sur le chemin quë il saveit / como sabía el camino
Que la rute passer deveit, / por el que pasaría la comitiva.

Une codre trencha par mi, / Partió en dos una rama de avellano,
Tute quarreie la fendi. / y la talló dándole forma cuadrada.
Quant il ad paré le bastun, / Una vez que hubo preparado el bastón,
De sun cutel escrit sun nun. / con el cuchillo escribió su mensaje.

Se la reïne s’aparceit, / Si la reina se daba cuenta,
Que mut grant gardë en perneit / pues ponía gran atención,
De sun ami bien conustra / reconocería el bastón
Le bastun quant el le verra. / de su amigo al verlo.

Ceo fu la summe de l’escrit / He aquí  lo que había escrito,
Qu’il li aveit mandé e dit: / que el le había mandado decir:
Cume del chevrefoil esteit / Como la madreselva
Ki a la codre se perneit: / que se agarra al avellano:

Quant il s’i est laciez e pris /Cuando alrededor
E tut entur le fust s’est mis, / del tronco se ha enlazado.
«Bele amie, si est de nus: / «Mi bella amiga, así es de nosotros:
Ne vus sanz mei, ne mei sanz vus!» /ni vos sin mí, ni yo sin vos«.

La reïne vait chevachant; / La reina cabalgaba;
Ele esgardat tut un pendant, /miraba a su alrededor,
Le bastun vit, bien l’aparceut, / vio en una cuesta el bastón,
Tutes les lettres i conut. / leyó todas las letras que había en él.

Del chemin un poi s’esluina; / Se alejó del camino;
Dedenz le bois celui trova / dentro del bosque encontró
Que plus l’amot que rein vivant. / al que tanto amaba
Entre eus meinent joie grant. / y sintieron ambos gran alegría.

Mes quant ceo vient al desevrer, / Cuando llegó el momento de separarse,
Dunc comencent a plurer. / se pusieron a llorar.
Tristram a Wales s’en rala, / Tristán volvió a Gales,
Tant que sis uncles le manda. / hasta que su tío le mandó llamar.

Pur la joie qu’il ot eüe / Por el gozo que tuvo
De s’amie qu’il ot veüe / de haber visto a su amiga.
Tristram, ki bien saveit harper, / Tristán que sabía tocar muy bien el arpa,
En aveit fet un nuvel lai; / compuso un nuevo lai.

Gotelef l’apelent en engleis, / Los ingleses le llaman Gotelef,
Chevrefoil le nument Franceis. / Chevrefoil (Madreselva) le llaman los franceses.
Dit vus en ai la verité / Os he dicho la verdad
Del lai que j’ai ici cunté. / del lai que os he contado.

Y después, la soledad de Tristán, el pensar que Iseo le ha olvidado, los celos del rey, cuando en el amor cortés no se deben tener celos del marido Tristán los tiene. Y su matrimonio con la otra Iseo, la de las Blancas Manos, matrimonio de castidad ignominiosa, cuya consecuencia será la muerte de Tristán.

Como Teseo cuando liberó a Atenas del tributo cretense y acabó con el Minotauro, Tristán mató a Morholt, el gigante irlandés tío de Iseo que recogía su tributo a Cornualles de jóvenes y doncellas. Tristán herido fue curado por Iseo. La segunda vez que llegó a Irlanda, buscando a la dama del cabello de oro, mató al dragón que le hubiera dado a Iseo por esposa. Herido de nuevo fue curado por ella, pero la llevó como esposa a su tío Marcos y en el mar bebieron el filtro.  En una de sus batallas Tristán es herido de nuevo, necesita a Iseo, no sólo porque la sigue amando sino por su sabiduría para curar. Su cuñado Kaherdin es el mensajero que lleva el anillo de jaspe para enseñar a la reina. Como Teseo para avisar a su padre Egeo, la llegada de la reina sería anunciada con una vela blanca. No fue descuido de Kaherdin no cambiar la vela negra por la vela blanca, la vela era blanca, pero Iseo de las Blancas Manos cuyo amor por Tristán se había convertido en deseo de venganza, a la pregunta de Tristán sobre el color de la velas dijo: las velas son negras.

Tristán. Lai mortal. Anónimo.

He compuesto cantos y lais, pero todos mi lais me llevan a este punto: porque hoy es mi último día, y en este bello lai el amor me mata. Adiós Iseult, adiós mi amor. Nunca me lamenté de vos, que el amor me haya llevado a la morada de la muerte, y ahora nada temo.
Iseult, amada, adiós. Aquí está Tristán abandonado, la muerte hubiera pasado de largo si Iseult hubiera venido junto a él. Ningún hombre os ha amado más nunca, por eso en la muerte pongo fin a mi lai.
A todos los que pasáis por el camino, venid a ver, si existe un dolor como el mío, el de Tristán que va hacia la muerte.

El anillo de jaspe verde cayó al suelo la noche aciaga de la boda con Iseo de las Blancas Manos, pero sólo la tempestad detuvo momentáneamente a Iseo la Rubia: ni torre ni muralla ni fortaleza me detendrán para que acuda corriendo a la llamada de mi amante.

Iseult. Lai mortal. Anónimo

El sol brilla, claro y hermoso, escucho el dulce canto de los pájaros, que cantan en la espesura. Alredededor de mi suenan los cantos nuevos.
De mi muerte que veo llegar, compondré un lai que será muy querido, que afectará el corazón de todos los amantes, porque el amor me hace recostarme hasta morir.
Tristán, amado, amado, amado, que mi corazón que jamás dejó de amaros, ahora muera por vuestra espada. Tristán, amado, amado, amado, que Dios haga según mi deseo, que mi alma quede junto a tu espíritu, ya sea en el infierno o en el paraíso. 

Tristan de Léonois, iluminado por Évrard d'Espinques y colab., Francia, siglo XV. Paris, BnF, département des Manuscrits, Français 116, fol. 676v.

Tristan de Léonois, iluminado por Évrard d’Espinques y colab., Francia, siglo XV.
Paris, BnF, département des Manuscrits, Français 116, fol. 676v.

Epílogo de Thomas de Inglaterra

Aquí acaba Tomás su historia, y saluda y habla a todos los amantes… Que encuentren en ella consuelo ante la inconstancia, ante la injusticia, ante las penas y ante el dolor, y ante todas las trampas del amor.

Lai de la Madreselva: Ellen Hargis (soprano)
Tristán: Henri Ledroit (contratenor)
Iseult: Anne Azèma (soprano)
Gottfried von Straßburg, Thomas de Inglaterra, narrador: Andrea von Ramm
The Boston  Camerata, Joel Cohen.

La traducción de Thomas y del Lai de la Madreselva es casi en su totalidad de Isabel de Riquer. Las de los otros fragmentos son propias.

Damas que leen

Leonor de Aquitania, muerta en 1204. Abadia de Fontevrault

Kalendae Novembres: Isia, Ludi Victoriae Sullanae

Hubo un momento, en el siglo XII, en que las mujeres se convirtieron en lectoras, y desde entonces no dejaron de leer. Para ellas se escribieron historias. Si el tiempo me lo permite, antes de que acabe el año quisiera contar una parte de una de esas historias. Pero antes de contar esa historia, hoy, cuando comienza la más melancólica de las estaciones, quiero compartir la historia de una dama que leía junto a la ventana.

Bele Doette
Texto y melodía anónimos – Siglo XII
Bibl. Nat. fr. 20 050, folio 66 r-v

Bele Doette as fenestres se siet, / Bella Doette está sentada junto a la ventana,
Lit en un livre mais au cueur ne l’en tient; / leyendo un libro, pero su corazón está en otra parte
De son ami Doon li resovient /recuerda a su amante Doon,
Qu’en autres terres est alez tornier. / que está en lejanas tierras en un torneo.
E, or en ai dol ! / y ahora, ¡estoy de duelo!

Uns escuiers as degrez de la sale / Un escudero ante las escaleras de la sala
Est dessenduz, s’est destrossé sa male. /desciende y deposita su correo.
Bele Doette les degrez en avale, / Bella Doette desciende las escaleras
Ne cuide pas oir novel male. /no espera oir una mala noticia
E, or en ai dol ! / y ahora, ¡estoy de duelo!

Bele Doette tantost li demanda: / Bele Doette entreteanto le pregunta
«Ou est mes sires, que ne vie tel pieça?»/ «¿Dónde está mi señor al que hace tanto tiempo que no he visto?»
Cil ot tel duel que de pitie plora; / el escudero con dolor, llora de piedad;
Bele Doette maintenant se pasma. / entonces Bella Doette se desmaya.
E, or en ai dol ! /  y ahora, ¡estoy de duelo!

Bele Doette s’est en estant drecie; / Bella Doette se levanta;
Voit I’escuier, vers lui s’est adrecie; / viendo al escudero, se dirige a él
En son cuer est dolante et correcie / su corazón está afligido y preocupado
Por son signor dont ele ne voit mie. / pues no ve a su señor
E, or en ai dol ! /  y ahora, ¡estoy de duelo!

Bele Doette li prist a demander: / Bella Doette le pregunta:
«Ou est mes sires cui je doi tant amer?» / «¿Dónde está mi señor al que tanto amo?»
«En non Deu, dame, nel vos quier mais celer: / «En nombre de Dios, Señora, no os lo puedo ocultar:
Morz est mes sires, ocis fu au joster.” / muerto es mi señor, cayó en el torneo».
E, or en ai dol ! /  y ahora, ¡estoy de duelo!

Bele Doette a pris son duel a faire: / Bella Doette deja libre su dolor:
– Tant mar i fustes, cuens Do, frans / ¡Qué amarga desgracia, conde Doon, tal leal
debonaire, / y noble!
Por vostre amor vestirai je la haire, / Por vuestro amor vestiré cilicio
Ne sor mon cors n’avra pelice vaire. / y mi cuerpo no tendrá abrigo de piel.
E, or en ai dol ! /  ahora, ¡estoy de duelo!

Por vos ferai une abbaie tele: / Por vos fundaré una abadía
Quant iert li jors que la feste iert nomeie, / que el día de la fiesta en que la dedique
Se nus i vient qui ait s’amor fauseie, / los que hayan sido infieles a su amor,
ja del mostier ne savera l’entreie. /  no tendrán entrada.
E, or en ai dol! /  y ahora, ¡estoy de duelo!

Bele Doette prist s’aba’ie a faire, / Bella Doette fundó su monasterio
Qui mout est grande et adés sera maire. / que es muy grande y aún lo será mayor.
Toz cels et celes vodra dedanz atraire / Quiere atraer a todos aquellos
Qui por amor sevent peine et mal traire. / que por su amor sufren penas y desgracias.
E, or en ai dol! /  y ahora, ¡estoy de duelo!
Por vos devenrai nonne en l’eglise saint Pol. / Por vos me haré monja en la Iglesia de Saint Paul.

Traducción propia, a partir de la traducción francesa moderna.

Robert Campin, Santa Bárbara, 1438. Museo del Prado

Li nouviautz tanz

Villahermosa del Río by Hesperetusa
Villahermosa del Río, a photo by Hesperetusa on Flickr.

Ante diem tertium decimum Kalendas Apriles: Quinquatria, Pelusia
Equinoccio de Primavera

En el solsticio de diciembre, el solsticio de verano en el hemisferio sur y de invierno en el hemisferio norte, publiqué una foto de hace algunos años tomada en Chile. Una frágil flor austral amarillo-anaranjada que crece silvestre en praderas y páramos, orientándose hacia el sol.

Ahora, cuando los rayos del Sol son perpendiculares al ecuador, cuando en todo el mundo es igual el día y la noche, su hermana boreal, la amapola, hace su aparición.

Flor que no resiste el corte. Frágil como la vida humana. Quien hizo esta foto en 2007, quien me la mandó por correo electrónico para compartir esta belleza, ya no está para volver a caminar, para volver a maravillarse con la primavera en un campo como este.

Le Châtelain de Coucy (…1186 – 1203)
Li nouviautz tanz  / La primavera

Li nouviautz tanz et mais et violete / La primavera, mayo, la violeta
et lousseignolz me semont de chanter, / y el ruiseñor me incitan a cantar
et mes fins cuers me fait d’une amourete / y mi gentil corazón me hace de un amor
si douz present que ne l’os refuser. / tan dulce regalo que no oso rechazarlo.
Or me lait Dieus en tele honeur monter / Que me deje Dios ahora subir a tal honor
que cele u j’ai mon cuer et mon penser / que a aquella en quien tengo corazón y pensamiento
tieigne une foiz entre mes braz nuete / la estreche, desnuda, una vez entre mis brazos
ancoiz quaille outremer. / antes de irme a ultramar.

Au conmencier la trouvai si doucete, / Al principio la encontreé tan dulcecita
ja ne quidai pour li mal endurer; / que no pensé sufrir males por ella,
mes ses douz vis et sa bele bouchete / pero su dulce mirada y su hermosa boca,
et si vair oeill bel et riant et cler / sus claros ojos, bellos alegres y resplandecientes,
m’orent ainz pris que m’osaisse doner; / me conquistaron antes de que yo osara rendirme;
maiz s’or me veut retenir et cuiter / si no quiere retenerme o liberarme,
mieuz aim a li faillir, si me pramete, / prefiero abstenerme de ella, lo prometo,
qu’a une autre achiever. / a conseguir a otra

Las! pour coi l’ai de mes ieuz reguardee, / ¡Ay! ¿por qué he mirado con mis ojos
la douce rienz qui Fausse Amie a non, / la dulce cosa que se llama falsa amiga,
quant de moi rit et je l’ai tant amee? / pues se ríe de mí y yo la amo tanto?
Si doucement ne fu trahis nus hom. / Tan dulcemente no fue traicionado nadie.
Tant corn fui mienz, ne me fist se bien non; / Mientras fui mío, sólo me hizo bienes,
mes or sui suenz, si rn’ocit sans raison, / pero ahora soy suyo y me mata sin razón:
et c’est pour ce que de cuer l’ai amee! / ¡y todo porque con el corazón la he amado!
N’i set autre ochoison. / No conozco otro motivo.

De mil souspirs que je li doi par dete, / De mil suspiros de los que le soy deudor,
ne m’en veut pas un seul cuite clamer; / no quiere perdonarme uno solo;
ne Fausse Amours ne lait que s’entremete, / ni deja que en el Falso Amor se entremeta,
ne ne me lait dormir ne reposer. / ni me deja dormir ni descansar.
S’ele m’ocit, mainz avra a guarder; / Si ella me mata, menos tendrá que guardarse;
je ne m’en sai vengier fors au plourer; / no sé vengarme sino llorando;
quar qui Amours destruit et desirete / a quien el Amor y el deseo destruyen,
ne l’en doit on blasmer. / no se le debe acusar.

Traducción procedente de: Poesía de Trovadores, Trouvères, Minnesinger. (De principios del siglo XII a fines del siglo XIII). Alianza Editorial, 1981.

Breve episodio dantesco

William Blake, The Lovers’ Whirlwind, Francesca da Rimini and Paolo Malatesta, Birmingham Museum Art and Gallery

Ante diem tertium Nonas Augustas: Supplicia canum

Ma s’a conoscer la prima radice / Pero si conocer la primera raíz
del nostro amor tu hai cotanto affetto, / de nuestro amor deseas tanto,
dirò come colui che piange e dice. / haré como el que llora y habla.

Noi leggiavamo un giorno per diletto / Por entretenernos leíamos un día
di Lancialotto come amor lo strinse; / de Lancelote, cómo el amor lo oprimiera;
soli eravamo e sanza alcun sospetto. / estábamos solos, y sin sospecha alguna.

Per più fïate li occhi ci sospinse / Muchas veces los ojos túvonos suspensos
quella lettura, e scolorocci il viso; / la lectura, y descolorido el rostro:
ma solo un punto fu quel che ci vinse. / mas sólo un punto nos dejó vencidos.

Quando leggemmo il disïato riso / Cuando leímos que la deseada risa
esser basciato da cotanto amante, / besada fue por tal amante,
questi, che mai da me non fia diviso, / este que nunca de mí se había apartado

la bocca mi basciò tutto tremante. / temblando entero me besó en la boca:
Galeotto fu ’l libro e chi lo scrisse: / el libro fue y su autor, para nos Galeoto,
quel giorno più non vi leggemmo avante». / y desde entonces no más ya no leímos.

Mentre che l’uno spirto questo disse, / Mientras el espíritu estas cosas decía
l’altro piangëa; sì che di pietade / el otro lloraba tanto que de piedad
io venni men così com’io morisse. / yo vine a menos como si muriera;

E caddi come corpo morto cade. / y caí como un cuerpo muerto cae.

No vino. Esperaba que viniera, pero la Divina Comedia es su obra inacabada. En los lejanos días que se esconden en la memoria, William Blake y Dante Alighieri van juntos. Antes, mucho antes, ya había entrevisto a uno y otro. Pero fueron mis días de estudiante los que los unieron. A lo que está escrito es posible llegar, pero tarde, muy tarde, he llegado a ver una obra original de Blake, hace menos de tres semanas.

Al tiempo que yo descubría a este artista visionario leía por primera al poeta florentino. De él supe antes, porque el sistema educativo no consideraba pernicioso el saber, y la primera vez que leí el nombre de Dante, sólo una cita en un tema que después pondría algunos textos de Garcilaso de la Vega tenía once años. Pero antes de leerlo se cruzó en mi camino otro escritor, esta vez en mi lengua aunque de ella dijera unas cuantas estupideces.

Jorge Luis Borges tiene un ensayo sobre la Divina Comedia, no uno sino nueve. Nueve ensayos dantescos, un hermoso escrito, para introducirse en la obra selvática de Dante. Leía la Divina Comedia en el autobús cuando iba a la lejana biblioteca bonaerense que era su puesto trabajo. Como él, mucho más cercano mi puesto de trabajo, que compaginaba con los estudios, también yo leía esta obra de Borges en el autobús. A partir de ahí ya solo quise leerla. Pero que difícil encontrar una edición bilingüe, que difícil que tengan en cuenta tus peticiones, casi adolescente, en una pequeña ciudad que sólo tenía y tiene cuatro librerías. Que extrañeza causa esta obra, tan citada, tan recreada por el arte, tan poco leída. Hace pocos años fui testigo de la cara de estupor de la cajera de la Feltrinelli de Alberto Sordi en Roma cuando compraba la caja de doce CDs que contenía el recitado completo de la Divina Comedia. Porque ahora, ya no viene sola la lectura sino acompañada de la voz.

Borges me llevó definitivamente hasta Dante, y del ensayo de Borges recuerdo especialmente dos cosas, aunque cite de memoria y nunca haya vuelto sobre esta obra. Decía Borges, creo que citando a alguien, que Dante escribió la Divina Comedia para poder tener algunos encuentros con Beatriz Portinari. Que Beatriz lo fue todo en la vida de Dante y Dante contó muy poco, si no nada, en la vida de Beatriz. Que Dante al encontrarse con Paolo y Francesca en el Infierno, en el Canto V, en el círculo de los lujuriosos, veía a estos amantes con envidia.

Hay un verso clave: questi, che mai da me non fia diviso / éste del que nunca seré separada. Sí es un hermoso verso, pero los años me han enseñado que esto no fue probablemente como lo escribe Borges. La amada ideal es la amada ausente o lejana. La amada perfecta es la amada muerta. Beatrice Folco di Portinari muerta a los veinticinco años de sobreparto, Laura de Noves muerta a los treinta y ocho en la gran epidemia de la Peste Negra, abandonada por todos, por su marido y por Petrarca que huyeron despavoridos. Nunca más serían las mujeres reales de carne y hueso, que envejecerían, con las que habría que tratar día a día. Son perfectas, únicas, ideales, como tantas más que les siguieron.

William Blake el poeta y artista visionario tuvo un desengaño amoroso y encontró un día a una joven, analfabeta, hija de un verdulero, Catherine Boucher. Le contó la historia de su desengaño y le preguntó si le daba lástima. Ella contestó que sí y el de dijo: «entonces, te quiero». William Blake y Catherine Boucher se casaron en 1782 con gran disgusto de los padres de William. Este enseñó a leer y escribir a su esposa y las técnicas de grabado. Catherine fue la colaboradora y coautora de los grabados de William Blake. Hubo problemas como no puede ser menos en la vida, pero William Blake no se puso a cantar a una amada perfecta sino que vivió con una real. Cuando en 1827 Blake murió, tras cuarenta y cinco años de matrimonio, William y Catherine solo habían estado separados en ese tiempo cinco semanas.

Traducción de los versos de la Divina Comedia procedente de Wikisource.

Can vei la lauzeta mover

Paul, Hermann y Hanequin de Limbourg. Mes de Agosto. Muy Ricas Horas del Duque de Berry. Museo Condé. Chantilly

Kalendae Augustae: Festum Spei et Martis

Agosto, agosto, dulzura del verano, qué lejos parecemos estar de la caída de las hojas, de la mengua de la luz, de los fríos del invierno. Es cierto que entre Leo y Virgo faltan los datos astronómicos, ya no llegaron aquí los calígrafos, pasó el aciago 1416, el manuscrito inacabado comenzó su odisea, pero Leo y Virgo brillan en el cielo del verano.

Al fondo, ocre, siena, tostado, amarillo de los trigales, está el castillo de Étampes, del que aún hoy día quedan restos. Étampes, nombrada por Felipe Augusto una de las doce buenas ciudades de Francia, posesión amada por Jean de Berry, tomada en 1411 por los borgoñones. Es nostalgia de la ciudad, del castillo perdido lo que pintan Pol, Hannequin y Hermann. Sólo muchos años más tarde, en 1478, cuando Jean de Berry yacía en Bourges junto a su oso de piedra, la ciudad volvería a ser del rey de Francia.

Azul ultramar en la línea del cielo que dibuja el castillo, verde jugoso en las copas de los árboles.  Se distinguen las torres, la capilla con sus contrafuertes, los edificios cubiertos de tejas, la alta torre del homenaje, la torre de Guinette cuadrangular rodeada de torres en ángulo que existe hoy día. Amaba este lugar, perdido cuando lo pintaron los hermanos, el Duque de Berry.

Los campesinos en este agosto caluroso para tan alta latitud, engavillan el trigo en un campo en pendiente que acaba de ser segado. Hace tanto calor que no bastan los sombreros de paja, el río Juine ofrece un inmediato frescor. Una campesina se apresta a desnudarse en la orilla. Como ranas, deformados por la refracción del agua, dos más se refrescan. Tarde de verano con el sol radiante, el trabajo está casi hecho, no hay tributos que pagar, la vida se encuentra en cada rincón, el invierno, la desesperanza y el hambre están muy lejos.

Por el camino, ante el prado, dos perros, tres caballos, cinco personajes montados. Un caballero ricamente ataviado con capa roja y azul ultramar, dos colores imposibles unir en tintes en esa época, con caperuza blanca, porque los nobles no están exentos del poder del sol, conduce a dos parejas, caballero y dama, que llevan como él, el halcón al puño. Caza ligera, sin peligro, en la que podían participar las damas. Ambas tocadas de blanco, una vestida de rosa, la otra con vestido marrón con volante blanco. El caballero de ésta, con sombrero de paja que le acerca a los campesinos, lanza el halcón.

De nuevo, aunque estemos en el campo, aunque veamos a los campesinos trabajar, estamos ante una escena cortesana. Si, los campesinos siegan y gavillan, nadan en un descanso en la tarde calurosa, el caballero se cubre con un sombrero de paja y el halconero, también con sombrero de paja, con dos halcones en el antebrazo, con la túnica ligera y las piernas semidesnudas conduce la comitiva. Algo en esta escena nos dice que no estamos en el tiempo jubiloso de abril y mayo. Estamos lejos. Lejos de Étampes, en manos del Duque de Borgoña, lejos del sobrino nieto querido, Charles de Orléans, prisionero en Inglaterra.  Lejos de la juventud, aunque la guerra estaba ahí presente e intermitente, la juventud que podía afrontarlo todo porque para todo había tiempo. Ahora, en agosto, cuando la luz de verano aún se prolonga en la tarde, cuando todavía canta la alondra, es tiempo de hacer balance y afrontar lo que queda de la vida, como en una cacería de halcones en la que no se quiere ser la presa.

Bernart de Ventadorn (…1147 – 1170…)
Can vei la lauzeta mover

I.

Can vei la lauzeta mover / Cuando veo la alondra que mueve
de joi sas alas contral rai, / de alegría sus alas contra el rayo de sol
que s’oblid’ e.s laissa chazer / y que se olvida y se deja caer
per la doussor c’al cor li vai, / por la dulzura que le entra en el corazón,
ai! tan grans enveya m’en ve / ¡ay! entonces siento tal envidia
de cui qu’eu veya jauzion, / por cualquiera que vea alegre,
meravilhas ai, car desse / que me admira como al instante
lo cor de dezirer no.m fon. / el corazón no se me funde de deseo.

II.

Ai, las! Tan cuidava saber / ¡Ay desdichado! ¡Creía saber tanto
d’amor, e tan petit en sai, / del amor y sé tan poco!
car eu d’amar no.m posc tener / pues no puedo abstenerme de amar
celeis don ja pro non aurai. / a aquella de la que no tendré beneficios.
Tout m’a mo cor, e tout m’a me, / Me ha quitado el corazón y a mí
e se mezeis e tot lo mon; / y a sí misma y a todo el mundo;
e can se.m tolc, no.m laisset re / cuando se me fue, no me dejó nada,
mas dezirer e cor volon. / sino deseo y un corazón anhelante.

III.

Anc non agui de me poder / ya no tuve dominio sobre mí
ni no fui meus de l’or’ en sai / ni fui mío desde el momento
que.m laisset en sos olhs vezer / que me dejó mirar en sus ojos,
en un miralh que mout me plai. / en un espejo que me agrada mucho.
Miralhs, pus me mirei en te, / Espejo, desde que me miré en ti,
m’an mort li sospir de preon, / me han matado los profundos suspiros,
c’aissi.m perdei com perdet se / de modo que me perdí igual que se perdió
lo bels Narcisus en la fon. / el hermoso Narciso en la fuente.

IV.

De las domnas me dezesper; / De las damas me desespero
ja mais en lor no.m fiarai; /nunca más confiaré en ellas;
c’aissi com las solh chaptener, / así como las solía defender,
enaissi las deschaptenrai. / así las atacaré;
pois vei c’una pro no m’en te / pues veo que ni una sola me ayuda
vas leis que.m destrui e.m cofon, / para con aquella que me destruye y confunde
totas las dopt’ e las mescre, /dudo de todas, en ninguna creo,
car be sai c’atretals se son. / porque sé que son todas iguales.

V.

D’aisso’s fa be femna parer / En eso parece mujer
ma domna, per qu’e.lh o retrai, / mi señora, y se lo reprocho,
car no vol so c’om voler, / pues no quiere lo que se debe querer
e so c’om li deveda, fai. / y hace lo que se le prohíbe.
Chazutz sui en mala merce, / He caído en desgracia
et ai be faih co.l fols en pon; / y hago como el loco en el puente;
e no sai per que m’esdeve / no sé por qué me ocurre,
mas car trop puyei contra mon. / sino porque subí demasiado alto.

VI.

Merces es perduda, per ver, / En verdad, se ha perdido la compasión
– et eu non o saubi anc mai -, / – y no lo supe nunca -,
car cilh qui plus en degr’aver, / pues aquella que debía ser compasiva,
no.n a ges, et on la querrai? / no lo es; ¿dónde la buscaré?
A! Can mal sembla, qui la ve, / ¡Ay! Qué mal parece, a quien lo ve,
qued aquest chaitiu deziron / que, a este desgraciado deseoso,
que ja ses leis non aura be, / que sin ella no tendrá ningún bien,
laisse morrir, que no l.aon. / que lo deje morir, sin ayudarle.

VII.

Pus ab midons no.m pot valer / Ya que con mi señora no me valen
precs ni merces ni.l dreihz qu’eu ai, / ruegos ni compasión, ni mi propio derecho,
ni a leis no ven a plazer / y a ella no le agrada
qu’eu l’am, ja mais no.lh o dirai. / que la ame, nunca se lo volveré a decir.
Aissi.m part de leis e.m recre; / así me alejo de ella y me aparto;
mort m’a, e per mort li respon, / Me ha muerto, y como muerto respondo,
e vau m’en, pus ilh no.m rete, / me voy – ya que no me retiene
chaitius, en issilh, no sai on. / desdichado, al exilio, no sé a dónde.

VIII.

Tristans, ges no.n auretz de me, / Tristán, no tendréis nada de mí,
qu’eu m’en vau, chaitius, no sai on. / pues me voy, desdichado, no sé a dónde.
De chantar me gic e.m recre, / Abandono y dejo de cantar,
e de joi e d’amor m’escon. / y me escondo ante  la alegría y el amor.

Traducción procedente de: Poesía de Trovadores, Trouvères, Minnesinger. (De principios del siglo XII a fines del siglo XIII). Alianza Editorial, 1981.

Er, quan renovella e gensa

Paul, Hermann y Hanequin de Limbourg. Mes de Junio. Muy Ricas Horas del Duque de Berry. Museo Condé. Chantilly

Nonae Iuniae: Semo Sancus Dius Fidius.

Miremos el mundo celestial con los siete orbes. Parece completo, están los datos astrológicos, los decanatos, las fases lunares, los días del mes y Géminis cede el paso a Cáncer, en un cielo más profundo y con más estrellas. Helio-Heraclio conduce su carro de caballos alados de fuego sobre un cielo sin nubes. Durante diez meses Helio ha llevado su carro sobre nubes de oro. En junio, cuando el verano se hace presente, cuando la luz juega con todas las superficies, el carro de Helio se desliza sobre un cielo liso, tranquilo. Pol, Hermann y Hannequin no terminaron esta miniatura. Quizá el día en que la estaban terminando faltó polvo de oro, quizá los pinceles estaban ya limpios, quizá la próxima vez se ocuparan en otra miniatura pensando que ya habría tiempo, con la lupa, con los pinceles de marta de un solo pelo, de volver sobre junio para dar los últimos y sutilísimos toques que separan el mundo de la mitología del mundo cotidiano. No volvieron nunca. Llegó 1416. En un tiempo indeterminado que no sabemos, las manos, la extraordinaria sensibilidad de los tres hermanos desaparecieron de la tierra. Entre el mundo celestial y el terrestre, en un día de junio en París, no habría fronteras.

Como en ninguna otra miniatura del calendario se juega tanto con dos colores, el azul y el verde. El cielo tranquilo sin nubes de un día de verano en Île de France, el verde del prado, de las hojas de los árboles frutales, de las pérgolas con plantas trepadoras del jardín tras las murallas. Es un mes de junio caluroso pese a estar a 48º N y ser el siglo XV una época de enfriamiento climático. Pero el tiempo, el discurrir de la Tierra nada sabe de estadísticas y de climatología histórica. Es la época de la siega del heno, algunos campesinos vestidos ligeramente con la camisa blanca, rosa, gris, y las piernas desnudas, con sombreros de paja y pañuelo en la cabeza siegan con guadaña un prado. La parte recién segada del heno se destaca en un tono verde más claro de la hierba que aún no se ha cortado. En la parte de delante, dos mujeres rastrillan el heno cortado y lo amontonan en las parvas. Ambas llevan vestidos azules aunque de tonos distintos.

La vista del paisaje está tomada desde el Hôtel de Nesle, la residencia de Jean de Berry en París. Por la mitad izquierda de la miniatura vemos el Sena con un barca, una curiosa puerta con una casa sobre ella nos abre la muralla que rodea la isla de La Cité. Estamos en el siglo XV pero los edificios son reconocibles y existen hoy día apenas modificados. Al fondo se yerguen las torres de la Conciergerie, palacio de los reyes de Francia y ya en esta época convertido en prisión. Muchos siglos más tarde el recinto de la Conciergerie sería para muchos prisioneros, para una reina de Francia, la antesala de la guillotina. Hacia la derecha dentro del recinto amurallado, donde hoy sigue en pie, la Sainte Chapelle, la joya del gótico que mandó construir San Luis.

De nuevo, en alternancia, los Hermanos Limbourg han representado una escena campesina. La postura de los hombres segando con la guadaña está minuciosamente observada, pero las dos campesinas del primer plano no desmerecen de las damas de otras miniaturas. Bajo los pañuelos que las defienden del sol, un fino rostro de pómulos marcados. De esbelto talle y pies pequeños en los que se enreda la hierba, se mueven con el rastrillo y la horca como en el salón de un castillo. Vestida de azul ultramar, con la falda recogida por delante, con la blanca camisa, la campesina tiene algo de dama de la realeza, cuyo color comparte. Ese azul que en siglo XV era imposible conseguir en un tinte textil.

El azul profundo del tímpano astronómico, el azul del cielo, el gris azulado de los tejados, el vestido de las campesinas; el verde de la hierba, el verde tierno de las hojas de los árboles, forman un dúo donde el lapislázuli y la malaquita entretejen una melodía que podemos ver hoy tal como fue en el tiempo en que los hermanos la plasmaron sobre la vitela. Códices miniados, amorosamente, celosamente conservados durante siglos. Cerradas sus tapas de rica encuadernación, en los anaqueles de las bibliotecas reales, nobiliarias, universitarias. Es allí donde están los colores de otro tiempo. Los colores que no han sido alterados por la luz, los repintes, las modas. El único lugar donde nos podemos asomar a un día de verano engalanado de hojas y flores de un tiempo perdido para siempre.

Sordello di Mantova (…1220…)
Er, quan renovella e gensa

Er, quan renovella e gensa /Ahora, cuando se renueva y engalana
estius ab fuelh’et ab flor, /el verano con hojas y flores,
pus mi fai precx, ni l’agensa / me ruega, pues le agrada
qu’ieu chant e⋅m lais de dolor, / que yo cante y deje el dolor,
silh qu’es domna de plazensa, / la que es  mi gentil dama,
chantarai, sitot d’amor / cantaré, aunque de amor
muer, quar l’am tant ses falhensa, / muera, porque la amo sin fallarle,
e pauc vey lieys qu’ieu azor. / y pocas veces veo a la que adoro.

Ai las, e que⋅m fau miey huelh, / ¡Ay! ¿de qué me sirven mis ojos
quar no vezon so qu’ieu vuelh? / si no ven a la que yo quiero?

Sitot amors mi turmenta / Aunque el amor me atormenta
ni m’auci, non o plane re, / y me mata, no me quejo,
qu’almens muer per la pus genta, / porque muero por la más noble,
per qu’ieu prenc lo mal pel be. / por la que tomo mal por bien.
Ab que⋅l plassa e⋅m cossenta / Si al menos, le placiera y me consintiera
qu’ieu de lieys esper merce, / que tuviera de su parte alguna esperanza de merced,
ja per nulh maltrag qu’ieu senta, / porque por más dolor que sienta,
non auzira clam de me. / no oirá queja alguna de mí.

Ai las, e que⋅m fau miey huelh, / ¡Ay! ¿de qué me sirven mis ojos
quar no vezon so qu’ieu vuelh? /  si no ven a la que yo quiero?

Mortz sui si s’amors no⋅m deynha, / Muerto soy si su amor no me concede,
qu’ieu no vey ni⋅m puesc penssar / porque no veo ni puedo pensar
vas on m’an ni⋅m vir ni⋅m tenha, / dónde puedo ir, ni mantenerme
s’ilha⋅m vol de si lunhar; / si me quiere alejar de ella;
qu’autra no⋅m plai que⋅m retenha, / porque a otra no me place servir,
ni lieys no⋅m puesc oblidar; / y a ella no la puedo olvidar;
ans ades, quon que m’en prenha, / al revés, lo que me pasa
la⋅m fai mielhs amors amar. / es que el amor me hace amarla más.

Ai las, e que⋅m fau miey huelh, / ¡Ay! ¿de qué me sirven mis ojos
quar no vezon so qu’ieu vuelh? / si no ven a la que yo quiero?

Chantan prec ma douss’amia, / Cantando ruego a mi dulce amiga,
si⋅l plai, no m’auci’a tort, / si le place, que no se equivoque y me mate,
que, s’ilh sap que pechatz sia, / que ella sabe que es pecado,
pentra s’en quan m’aura mort; / y se arrepentirá si me da muerte;
empero morir volria / pero morir querría
mais que viure ses conort, / antes que vivir sin consuelo,
quar pietz trai que si moria / porque sufre peor que si muere
qui pauc ve so qu’ama fort. / quien poco ve a la que tanto ama.

Ai las, e que⋅m fau miey huelh, / ¡Ay! ¿de qué me sirven mis ojos
quar no vezon so qu’ieu vuelh? / si no ven a la que yo quiero?

Traducción propia.

Onques n’amai tant que jou fui amée

Paul, Hermann y Hanequin de Limbourg. Mes de Febrero. Muy Ricas Horas del Duque de Berry. Museo Condé. Chantilly

Idus Februariae: Faunalia, Parentalia

Hay dos colores, porque uno de ellos es un color pese a lo que se dice desde hace más de dos siglos, que hacen una alianza perfecta y están unidos desde que uno que ellos, el azul, alcanzó su  apogeo al final de la Edad Media. En el mes de febrero estos dos colores, el blanco de la nieve y el azul, se entrelazan en una danza, aparentemente perfecta, pero disonante en su música.

Mezcla de goma arábiga con pan de oro trazan las líneas de los siete orbes celestiales completos en sus datos astrológicos, Heraclio como Febo se desliza entre nubes de oro, el Aguador derrama su cántaro y Piscis nada entre las estrellas como los peces nadan en las aguas del Mar Egeo…, las únicas junto a las de Cabo Formentor, que en todos los mares que he visto, merecen el calificativo de ultramar. Y después, más abajo, la nieve. Nieve en el que quizá es el primer paisaje nevado de la pintura europea, más de un siglo antes de que Bruegel el Viejo pinte sus célebres paisajes de hielo, de nieve, llenos de personajes.

Parece que nada se acorda tan bien como el blanco de la nieve y el azul ultramar, dos colores que empezaron en esta época del otoño de la Edad Media a estar asociados a la Virgen María y a los reyes de Francia. ¿Acaso la nieve con su blancura no es fría? ¿Acaso el azul no es un color frío? Pero no, las cosas no son tan sencillas, en la Edad Media, el azul no era un color frío sino cálido…, la percepción de la calidez o frialdad de los colores ha cambiado mucho desde que Pol, Hermann y Hanequin trabajaran para el Duque de Berry.

Porque quizá en esta escena campesina de febrero más que en ninguna otra del calendario se aprecian dos mundos. El mundo celestial, perfecto y cálido de azul y oro, y el mundo terrenal en el mes más duro de año. Entre el tímpano celestial y la tierra cubierta de nieve está el cielo. Y el cielo es gris, cubierto de nubes de color acero. Pues de color acero es el cielo cuando va a nevar y las nubes de nieve quien las haya visto, sabe que son diferentes a todas. Nubes de acero con filo cortante de luz, mucho más claro. El cielo que con esos colores se presenta dará en unas horas, con viento o con calma, un manto frío y blanco que cubrirá la tierra.

Cielo gris acero, en el horizonte colinas y un pueblo con su iglesia, tejados nevados. En el camino que conduce al pueblo, un campesino arrea a un asno con una carga de leña. Los arboles del bosque ya sin hojas, el almiar, el palomar, las colmenas, el redil con las ovejas, todo está cubierto de nieve. Un personaje joven corta leña. Vestido en parte de azul ultramar, y por este color caro y distinguido, que también tiene el vestido otra de las figuras, se deduce que puede ser el dueño de la granja. Otro, con túnica rosa, envuelto como puede en una manta se apresura a entrar en el cercado, cuya empalizada de cañas también muestra los signos de la nevada.

Y en esta miniatura del mes de febrero estamos aún en la Edad Media. Porque para que veamos lo que sucede en el interior de la casa de madera, como si de un escenario teatral o de una casa de muñecas de las que aún no existen se tratase, los Hermanos Limbourg han retirado un muro desde el tejado hasta el suelo. Este es un procedimiento pictórico que va a caer en desuso en unos pocos decenios. Los pintores nos mostrarán las escenas en el exterior o en un interior…, pero ya no en los dos espacios a la vez como aquí ocurre.

En el interior, con ropa puesta secar, con un gran fuego en la chimenea, tres personajes: un hombre y una mujer, probablemente criados,  sin ningún pudor, con las túnicas y las faldas subidas se calientan. Más grande, en primer plano, con ropa interior blanca, vestida de azul ultramar, con un tocado oscuro en la cabeza, mucho más recatada, la dueña de la casa también se calienta y su mirada y sus palabras, parecen dirigidas a otro personaje, no humano esta vez, el gato blanco que está a sus pies.

Vendrán marzo y abril con sus brotes verdes en los árboles y vendrá la primavera. Llegará el verano con el esplendor de sus frutos y cosechas y se sentirá, al tiempo que la alegría por la renovación de la vida, por la llegada del buen tiempo, la punzada de la melancolía de que la primavera y el verano no duran, son pasajeros…Y sin embargo, el invierno, el frío y la nieve, la desolación y el hambre, como las de esas urracas que picotean algo de grano junto al redil porque nada más hay que comer, el invierno parece eterno. El invierno también pasa pero se tiene siempre la certeza de que está ahí, agazapado, dispuesto a volver, a instalarse permanentemente en el corazón de los que han perdido toda esperanza.

Richart de Fournival (Primera mitad del siglo XIII)
Onques n’amai tant que jou fui amée

Onques n’amai tant que jou fui amée; /Nunca amé tanto como fui amada;
or m’en repenc, se ce peust valoir /ahora me arrepiento, si eso vale
qu’Amours m’avoit au meillour assené / pues amor me había asignado al mejor,
pour toute hounour et toute joie avoir, / para tener toda honra y todo gozo,
et au plus bel de toute la contrée; / y al más hermoso de toda la región;
mais ore a il autrui s’amour dounée / pero ahora él ha dado su amor a otra
qui volentiers a soi l’a retenu./ que con gusto lo ha retenido para sí.
Lasse, porkoi fui je de mere née! / ¡Desdichada! ¡Por qué habré nacido!
Par mon orguel ai mon ami perdu. / Por mi orgullo he perdido a mi amigo.

Si me doint dieus d’Amours longe durée, / Así me conceda larga vida el dios del Amor,
que je l’amai de cuer sans decevoir, / que yo lo amaba con el corazón, sin mentirle,
qant me disoit k’iere de li amée, / cuando me decía que me amaba,
mais n’en osai ains descouvrir le voir: /jamás osé descubrirle la verdad:
des mesdisans doutoie de la noumée. / temía la lengua de los maledicientes.
Biau sire Dieus, baise et acolée / Buen señor Dios, me habría besado
m’ëust il or et avoeuc moi gëu; / y abrazado y conmigo hubiera yacido;
mais q’il m’ëust sans plus s’amour dounée,/ ojalá me hubiera dado sin más su amor,
si m’ëust bien tous ci siecles vëu. / aunque me hubiera visto todo el mundo.

Or m’a amours malement assenée, / El amor me ha golpeado con dureza,
qant çou que j’aim fait un autre avoir, / pues hace que otra tenga a quien yo amo,
ne ne m’en laist retraire ma pensée, / y no me deja contarle mi pensamiento,
ne si n’en puis suolas ne joie avoir. / ni puedo tener solaz ni gozo.
Lasse, l’amour, que tant li ai vëée, /Desdichada, el amor que tanto le he prohibido,
li seroit ja otroiie et dounée, / le sería concedido y otorgado ahora,
mais tart l’ai dit, car je l’ai ja perdu; / pero tarde lo he dicho, pues le he perdido ya;
or me convient amer sans estre amée, / ahora debo amar sin ser amada,
car trop ai tart mon felon cuer vaincu. / pues he vencido demasiado tarde a mi traidor corazón.

Traducción procedente de: Poesía de Trovadores, Trouvères, Minnesinger. (De principios del siglo XII a fines del siglo XIII). Alianza Editorial, 1981.