Dedans l’Enfer

Habría bastado simplemente mirar el título que se desliza por la pantalla del iPod, porque sigo con este reproductor ahora anticuado, de gran capacidad y ligereza, y sobre todo autonomía. Habría bastado hacerlo en los últimos meses en que voy escuchando algunas de las canciones del álbum mientras camino hacia el trabajo o del trabajo a casa, pues una de ellas está en unos de esos borradores que no acaban de convertirse en entradas por la falta de tiempo. No era esa la canción que hace dos semanas, un lunes que comenzaba una semana terrible, escuchaba en la mañana. Habría bastado mirar el título, que he debido leer varias veces en el Cd y en la pantalla. Me gustaba su dolorosa melancolía, su estribillo repetido, pero no era la que más escuchaba, pues está tras las obras de bandoneón, escuchaba las otras, las que me daban pie para escribir, las que al oírlas pensaba tal o cual frase o enlace para el borrador dormido.

Esa mañana tenía unos minutos más, y pude tomarle el lujo de caminar más despacio atendiendo a lo que oía, no sólo palabras sueltas, no sólo la melodía triste; entonces me di cuenta que no comenzaba hablando de cabellos negros, mala concordancia la que hacía pues los cabellos nunca serían “noires”, sino de caballos que iban a beber. Me fijé más en lo que decía a la letra, pues tardaría horas en poder leer el texto en el libreto, dos frases quedaron toda esa mañana: “a tu bienamada la van a enterrar” y “os espero en el infierno”.

¿Qué pudo ocurrir para esa repentina desaparición de la amada? ¿Por qué espera en el infierno? La respuesta a la segunda pregunta es que se trata de un amor culpable, castigado por la sociedad en la que vive, y es más que probable que quien se encargara de enviarla al infierno fuera un marido, un padre, una familia ofendida o toda la población investida de sacrosanta pureza asesina, como en el terrible fin de la viuda cretense en Zorba, episodio espeluznante en la novela. Podía estar casada y ser adúltera, o soltera y su amado casado, o pertenecer a familias enfrentadas o a estamentos sociales distintos. Privilegio de la poesía y de las canciones es callar y dejar en el misterio.

Entonces no lo sabía, y tampoco he indagado demasiado, pero esta canción anónima procede de Normandía o Bretaña en el siglo XVIII. Cuando supe el origen geográfico y la época me pregunté, si él, francés del sur, la conocía, si incluso la habría cantado o tatareado de niño, si la recordaba al pintar el cuadro. Porque la amada que espera en el infierno me llevó a la imagen de una famosa amada real, no literaria, aunque lleva siete siglos siendo literatura, que está en el infierno, aunque no sola. Traté en otra ocasión el tema, también como resultado de una exposición de otro artista con el que coincidió unos años en el tiempo, aunque no pudieran ser más diferentes. Y también la escena es distinta.

No era el cuadro más famoso de la exposición, ni tampoco su tamaño llama la atención. Cuántas veces por más que se miran las medidas luego sorprende el tamaño. Esta vez no, esta vez ya sabía y tenía asumido que era un cuadro pequeño, compré antes el catálogo para no ir cargada de un lado a otro durante horas por Madrid con un libro pesado. Pero sobre todo lo hice para disfrutar más de la pintura, para la contemplación tranquila y no andar cruzando datos. Había cuadros muchos más famosos, obras estrella en la colección, sin embargo, éste, si voy atrás en la memoria es posible que fuera el primero que viera suyo, en un libro que ni siquiera era de arte, hace mucho tiempo. De Jean Auguste Dominique Ingres se han dicho muchas cosas, y al final ha quedado en muchos libros como un pintor retrógrado. Si se mira con la distancia sabihonda que ha creado la vanguardia, este cuadro hasta puede resultar cursi, pero es mucho más depurado que el que trató el tema antes, y tendrá el mismo tema un largo recorrido en el siglo XIX. Es curioso como la exposición marcaba la relación de Ingres con la vanguardia y no con otros movimientos o artistas, porque pinturas como esta están en lo que serán algunas de los prerrafaelitas, a veces tan torpes e incluso repelentes. Pero Ingres no mira a Botticelli por más que su Fuente me la encontrara en Berlín en la exposición El Renacimiento de Botticelli, Ingres mira a Rafael y a Nicolás Poussin. Los prerrafaelistas podían abominar de esa pintura que había perdido su “pureza”, pero más de uno debió conocer esta obra de Ingres.

La habitación oscura, opresiva, claustrofóbica, de la que incluso se ve el artesonado del techo. Los curiosos paneles cuadrados de las paredes, el tapiz rígido y pesado que esconde la puerta, todo queda condesando en poquísimos elementos. Incluso las figuras de Francesca y Paolo son un triángulo en ese espacio rectangular. Condensación de figuras, de color. El rojo del vestido de Francesca, el azul de la hopalanda de Paolo. De líneas, el brazo que ha dejado caer libro paralelo a la espada de Paolo. Gianciotto Malatesta es el contrapunto oscuro, desequilibrado. Se ha llegado a decir que esta pintura y esta habitación no desmerecen de la Bauhaus, es posible, dado que la Bauhaus también creó más de un interior de pesadilla.

Economía de líneas, color, elementos y condensación del tiempo. Explica Francesca, en su torbellino infernal, lo que ocurrió aquella tarde en que ella y Paolo leían el libro sobre los amores de Lanzarote y Ginebra.

Quando leggemmo il disïato riso / Cuando leímos que la deseada risa
esser basciato da cotanto amante, / besada fue por tal amante,
questi, che mai da me non fia diviso, / éste que nunca de mí será apartado,
la bocca mi basciò tutto tremante. / temblando entero me besó en la boca:
Galeotto fu ’l libro e chi lo scrisse: / el libro fue y su autor, para nos Galeoto,
quel giorno più non vi leggemmo avante”. / y desde entonces no más ya no leímos.

No fue aquella tarde en que Paolo besó a Francesca cuando Gianciotto, su marido y hermano de Paolo, los mató a puñaladas. Debieron haber otras tardes, otras ocasiones, en las que no leyeron y en la última de ellas acabaron en el infierno para estar eternamente juntos. Pero los diferentes pintores, cuando han puesto a Gianciotto Malatesta en la obra, lo han hecho aquella primera tarde de la lectura interrumpida.

Pensaba en este cuadro esa mañana de lunes, entre una cosa y otra, mientras recordaba la letra de la canción. Todavía el cuadro estaba en Madrid. Hoy es casi seguro que el cuadro estará ya colocado en su lugar del Museo de Bellas Artes de Angers, y no creo que allí nos encontremos nunca, probablemente esta versión no la veré nunca más. Ingres, como era habitual, hizo varias versiones de esta obra a lo largo del tiempo. Copió el texto de Dante en francés en un dibujo preparatorio, pero me gusta imaginar algo que pudo suceder, aunque no sucediera nunca, que mientras dibujaba y preparaba la composición, mientras realizó alguna de las versiones de Paolo y Francesca recordaba, tarareaba esta canción donde la amada espera a su amado en el infierno.

La canción…

Anónimo S-XVIII, Normandía o Bretaña – Quand je menai les chevaux boire

Quand je menai les chevaux boire / Cuando llevé a beber a los caballos
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette / Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Quand je menai les chevaux boire / Cuando llevé a beber a los caballos
J’entendis le coucou chanter  / Oí cantar al cuclillo.

Il me disait dans son langage / Me decía en su lengua
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Il me disait dans son langage / Me decía en su lengua
«Ta bien aimée vont l’enterrer»  / «A tu bienamada la van a enterrar«.

Ah! Que dis-tu méchante bête? / Ah ¿Qué dices bestia mentirosa?
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Ah! Que dis-tu méchante bête? / Ah ¿Qué dices bestia mentirosa?
J’étais près d’elle hier au soir  / Estuve junto a ella ayer por la tarde.

Mais quand je fus dedans la lande / Pero cuando estaba en el páramo
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Mais quand je fus dedans la lande / Pero cuando estaba en el páramo
J’entendis les cloches sonner  / Oí sonar las campanas.

Mais quand je fus dedans l’église / Pero cuanto estuve en la iglesia
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Mais quand je fus dedans l’église / Pero cuanto estuve en la iglesia
J’entendis les prêtres chanter  / Oí a los sacerdotes cantar.

Donnai du pied dedans la châsse / Entré en el cementerio
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Donnai du pied dedans la châsse / Entré en el cementerio
Réveillez-vous, si vous dormez  / Despertad si estáis dormida.

Non, je ne dors ni ne sommeille / No, yo no duerno, ni sueño
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Non, je ne dors ni ne sommeille / No, yo no duerno, ni sueño
Je vous attends dedans l’enfer  / Yo os espero en el infierno.

Vois ma bouche est pleine de terre / Mira mi boca llena de tierra
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Vois ma bouche est pleine de terre / Mira mi boca llena de tierra
Et la tienne est pleine d’amour / y la tuya llena de amor.

Auprès de moi reste une place / Junto a mí queda un sitio
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Auprès de moi reste une place / Junto a mí queda un sitio
Et c’est pour toi qu’on l’a gardée /  Y para ti lo he guardado

Quand je menai les chevaux boire / Cuando llevé a beber a los caballos
Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh ma Nanette /  Ilaire ilaire itou ilaire Ilaire oh mi Nanette
Quand je menai les chevaux boire / Cuando llevé a beber a los caballos
J’entendis le coucou chanter. / Oí cantar al cuclillo.

Traducción propia con algunas licencias.

 

…y el cuadro

Paolo y Francesca

Jean Auguste Dominique Ingres, Paolo y Francesca 1819, Angers, Musée des Beaux-Arts

 

Museos y fotografia

Dudé bastante para elegir la imagen de esta entrada sobre un tema que me interesó este verano pasado. Pero el curso académico comenzó prematuramente y esta fotografía tomada en agosto de 2008 resultó adecuada. No es un error, tuve mucho cuidado al hacerla, que el hombre que se ve de espaldas quedara anónimo, pues necesitaba el contraste entre una persona real y los más de tres metros del Kouros de Sounion. Si solo enseño la imagen del kouros aislado es imposible saber si mide tres metros o medio metro. Quien aparece de espaldas nunca sabrá que lo observé atentamente antes de hacer la foto, que está entre las fotos públicas de mi cuenta de Flickr, aparece en esta entrada y que está en una de mis diapositivas donde enseño la escultura arcaica griega

Kouros de Sounion 600 a.C..

Kouros de Sounion, c. 600 a.C Museo Arqueológico Nacional de Atenas

Cuando el tema de poder hacer fotografías en los museos de pintura italianos saltó a la polémica este verano y di vueltas al asunto, recordé las experiencias en los museos griegos en agosto de 2008.  Tras pasar casi todo un día en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas pasé después por los Museos de Olimpia y Delfos. Y fue en el de Olimpia donde me enteré, primero por las palabras de la guía, muy profesional, a la que pregunté si se podrían hacer fotos, que sí, se podían hacer fotos sin flash, pero no se podía “posar”. No le di más importancia, aunque ya en el museo de Atenas una de las vigilantes de una sala soltó un furioso “¡no pose!” ante alguien que se intentó hacer una foto bajo un friso arcaico.

En aquel momento me pareció más una manía persecutoria que una medida eficaz, los museos tenían visitantes pero no una multitud que impidiera ver las obras con bastante tranquilidad, sobre el todo en el museo ateniense, muy grande. Me enfadó mucho cuando tras la visita pasé por la tienda, las tiendas de los museos son mi perdición, y no pude comprar un triste catálogo que estaba dispuesta a comprar en griego si no estaba en ningún idioma que pudiera leer. No había catalogo, ni monografías, ni apenas postales, ni desde luego ninguna postal de la Dama de Kalimnos, escultura de bronce de la que estaban prohibidas las fotos. Las fotos solo estaban prohibidas en esa escultura y en las salas de los tesoros de Micenas. En aquella precaria tienda del mayor y más importante museo de Grecia me dije que la única preocupación era que los visitantes no posaran junto a las obras, pero no que esos visitantes pudieran comprar un libro decente sobre lo que habían visto.

Antes de Atenas estuve en otros museos europeos y después también. Me aficioné a la fotografía tarde, tras bastantes viajes en 2002, en Sicilia. Me enamoré de la textura de la piedra de los templos dóricos de Agrigento y Selinunte. Pero cuando estuve en el interior de la catedral de Monreale no pude tomar una sola foto, lo que veía era tan increíble que las imágenes solo podían estar en mi retina y en mi memoria. Me gusta el paisaje, la arquitectura y la escultura. Me parece bastante tonto hacer fotos de pintura archifotografiada y cuyas imágenes pueden encontrarse mucho mejores en internet o en libros. No se me ha pasado por la mente ni la tentación del disparador fotografiar El Jardín de las Delicias o Las Meninas. Además las fotos nunca serán buenas. Pero a veces hay obras poco conocidas que no están en ninguna parte, en ninguna postal o catálogo. Obras que me atraen por su rareza iconográfica, su composición, su técnica.

Desde que la fotografía digital fue mejorando y sus cámaras más baratas, el mundo se ha inundado de millones de fotos. Fotografiar ahora es barato pues ya no hay que pasar por el revelado ni el escaneo de negativos. Pero desde hace poco a esa situación se han sumado los smartphones y las tablets, pero sobre todo los primeros. Y con ellos ha llegado una peste fotográfica que atiende a la fea palabra de selfie, lo que siempre se llamó autorretrato. Puedo comprender el selfie hasta cierto punto en adolescentes pero no en personas hechas y derechas. El selfie es una foto horrible porque no hay rostro, aunque tenga quince años y unos rasgos perfectos, que soporte el primer plano y más con una cámara como las de los móviles que la mejor de ellas no alcanza la calidad de una mediana compacta. Pero ahí estaba el artículo enlazado en Facebook, Un selfie con Rembrandt, aunque la imagen es la de la Cena de Emaus de Caravaggio que está en la National Gallery de Londres. La National Gallery, una de las principales pinacotecas europeas, autorizaba al fin las fotos en las salas de su colección permanente pues la en “la era del smartphone y la tablet es imposible de controlar”.

Al permiso de fotos en Londres ha seguido el permitirlo también en los museos italianos de pintura, pues en los de escultura de Roma, al menos yo siempre he podido hacer fotos. Y saltó la polémica, si el selfie en los museos sí o no, si es un tipo de foto ridícula y molesta, si este verano las obras más conocidas de la Galleria degli Uffizi, me figuro que las fotos serían ante La Primavera y El nacimiento de Venus de Botticelli y seguro, aunque es una obra conocidísima, menos ante el Tondo Doni, eran imposibles de ver e incluso estaban en peligro por el afán de la foto y el selfie ¿Selfie? ¿O posar ante el cuadro, aquello que estaba prohibido en Grecia y hacía saltar como basiliscos a los vigilantes de las salas? Seis años después empezaba a comprender la actitud de los museos griegos, mucho más prudentes en una época en que prácticamente el único smartphone que existía era el primer iPhone.

Antes de toda esta movida yo había conocido hace años una situación como la que se cuenta, completamente ridícula y molesta. Y es una situación que se repite cada día en que está abierto el museo. El Museo del Louvre es el más grande del mundo, en sus salas hay absolutamente todo tipo de obras de arte y arqueológicas que uno pueda imaginar, desde la Estela de Naram Sim a Esclavos de Miguel Ángel. Se necesitan meses para explorarlo a fondo. Mis dos días en él desde la apertura al cierre apenas dieron para nada. Dejé de lado salas enteras, pero yendo por la gran sala de la pintura del renacimiento italiano, me encontré con La Virgen de las Rocas y el San Juan de Leonardo da Vinci y en un lugar donde reinaba el silencio o un murmullo suave de voces venía de la sala vecina un parloteo mucho más alto. Me asomé y una multitud se daba codazos y levantaba sus cámaras, un comportamiento totalmente distinto al de las otras salas ¿Qué había allí? ¿Qué despertaba ese entusiasmo fotográfico? Lo vi de refilón tras el reflejo del cristal blindado: La Gioconda. Esa ha sido hasta ahora la única visión que he tenido de la pintura más famosa de la historia. Salí deprisa y en la gran sala me detuve mucho tiempo ante el Parnaso de Mantegna, al que nadie miraba entonces. Y dado que Dan Brown todavía no había publicado sus engendros pictórico-esotéricos casi nadie prestaba mucha atención ni a Santa Ana ni a la Virgen de las Rocas, eso sólo en la sala contigua. Ahora habrá cambiado la situación frentes a esas obras, pero seguro que se puede admirar con toda tranquilad y hasta soledad la Virgen del Canciller Rolin, una obra mucho más determinante para la historia del arte que el retrato de Lisa Gherardini.

Durante el mes de agosto pasado he seguido la polémica en las publicaciones italianas. Los que estaban favor de las fotos y los que decían que el museo, que era uno de los reductos de la contemplación tranquila, había sucumbido a la banalidad y superficialidad de nuestra época de redes sociales. Cuando se llevan años viajando y visitando museos se da una cuenta que hay una ley, yo la llamo la Ley del Turismo, que se cumple siempre. La multitud llama a la multitud. La multitud avasalla, fotografía pero no se detiene a mirar. Los viajes se abarataron y se democratizaron y eso es bueno, porque los que nunca seremos poderosos hemos podido acceder a lo que en otro tiempo solo accedían gentes como los aristócratas del Grand Tour. Se han podido democratizar los viajes pero hay otras cosas que no se consiguen tan fácilmente, es el conocimiento y la sensibilidad para acerarse a las obras, para comprenderlas, para dedicarles tiempo. En un viaje no siempre hay mucho tiempo y no siempre viajas con acompañantes de tu cuerda capaces de pasarse siete horas contigo en un museo y que no se molesten si les dices que no te importa que te dejen sola un tiempo. Buena parte de los visitantes de Florencia o de Venecia a la que le dedican unas pocas horas, solo les interesa estar y poder decir que han estado en los lugares conocidos. El ejemplo de estas ciudades sirve para Roma, para Estambul o para Viena. Da lo mismo, para cualquier ciudad patrimonio histórico artístico rico. O para un lugar concreto. Hay colas y turnos para ver la copia de Lascaux y puedes ver tranquilamente los originales de Rouffignac o Cap Blanc. La multitud y las colas se concentran en ciertos sitios, y en los museos ante ciertas obras, y dejan lo demás porque no sale en la televisión ni sobre todo en las fotos de la mayoría que se publican en Facebook, Instagram o Twitter. Otro peligro son las redes wifi que alientan a hacer más tonterías que de costumbre, porque se pueden “compartir” de inmediato. En el artículo que enlazo estuvo durante días un enlace con una foto de Twitter que ahora se puede ver que ha desaparecido porque su titular ha privatizado su cuenta. Una veinteañera larga posaba frente al San Pablo Ermitaño de Ribera que está en el Museo de Baltimore. La postura era simétrica con la misma posición de las manos. El pío pío aún se puede leer. Pues sí niña, estoy completamente de acuerdo contigo, y creo que tantas personas al menos desde Italia te lo han debido decir que has tenido que esconder tus genialidades ante el mundo. Pero cuantos casos como estos se darán, cosa que no me importa en absoluto su tontería excepto que mientras estén haciendo su espectáculo para las redes sociales estarán molestando a quien si quiere disfrutar de las obras.

A mí me parece bien que permitan hacer fotos también en los museos de pintura, siempre que se hagan sin flash, a una distancia prudencial de los cuadros o de las esculturas y sin molestar a los demás. Y puedo considerar molestar el sonido del espejo de la réflex. En los museos me suelo mover con la discreción silenciosa de la compacta. Además yo trabajo con mis fotos y con fotos de los demás si estás están de acceso libre o pido permiso para usarlas, como me han pedido varias veces permiso a mí. Si se sigue permitiendo hacer fotos en los museos de pintura italianos o en algunos de ellos, sé que al fin podré fotografiar tres o cuatro pinturas poco conocidas que siempre me han llamado la atención en el Palazzo Barberini. Pero creo que el permiso no se dará en un museo tan pequeño y con obras tan delicadas como Galleria Borghese. Permitir el selfie y el paripé ante Apolo y Dafne de Bernini sería ponerla en peligro. En la época de internet prohibir las fotos como se hace en tantos lugares de España, como iglesias románicas donde se llega al extremo de prohibir las fotos de exterior, es intentar ponerle puertas al campo. Muchos museos pequeños, iglesias remotas, se pueden beneficiar y tener visitantes que nunca serán multitud, gracias a las fotos que se comparten en blogs , Flickr o incluso Facebook. Pero todo tiene un límite. Sentiría mucho no poder contemplar el Nacimiento de Venus que me importa mucho más que La Gioconda porque haya una cola, no para contemplar la obra, sino para hacerse ridículas fotos que compartir de inmediato en Twitter. Creo que entonces habría que pensar en una prohibición como la de los museos griegos.

Nonae Octobres: Ludi Divi Augusti et Fortunae Reducis, Iuppiter Fulgur, Iuno Curitis

Anthony Holborne (c.1547 -1602) – The voice of the ghost

 

Ars Hispaniae

Hace ahora algo más de año y medio, La Lula TV, una web de vídeos sobre arte, especialmente arte moderno, comenzó a poner la serie de tríos de vídeos de la BBC de Andrew Graham-Dixon,  Arte de… Comenzó con Arte de Alemania, cuyo primer vídeo inserté en esta entrada (posteriormente puse los otros dos) y comenté que alguno de los temas que trataba se cruzaban con algunos temas que tenía en borrador. He decir después de haber visto los tres vídeos, aunque le veía ya el plumero a Andrew Graham-Dixon en el primero, que en general vi que eran unos documentales tramposos y superficiales, aunque aparentemente no lo sean, con cuyas conclusiones no estaba de acuerdo.

La serie, siempre en la web La Lula TV, desconozco que es lo que ha hecho la BBC, ha seguido con Arte de Estados Unidos y Arte de Rusia. Y en mi opinión había ido de mal en peor. Sé que Andrew Graham-Dixon tiene sus fans, que es un historiador y crítico de arte conocido actualmente pero…, después de ver los documentales de Arte de Rusia me pregunté qué haría con un hipotético, en aquel momento de hace unos meses, Arte de España. Bueno, pues está aquí, en esta entrada en que inserto los tres vídeos.

Diego Velázquez, Las Meninas, 1656 (detalle) Museo del Prado

Diego Velázquez, Las Meninas, 1656 (detalle) Museo del Prado

Lo primero que tengo que decir ahora es que sólo he visto los dos primeros vídeos, aún tengo que ver el tercero, que fue subido a la web hace pocos días. Se trata de casi tres horas de documental. Cuando vi el primero ya decidí que dedicaría una entrada a este asunto del Arte de España visto por el señor Graham-Dixon. A una lectora y ya comentarista de este blog, que espero lea esta entrada, le dije en junio cuando el curso académico acababa, que iba a publicar sobre ello pero que necesitaba que estuvieran disponibles los otros dos vídeos. En un principio mi idea era insertar los vídeos y poner mi escrito, pero ahora veo que eso no habría estado bien, los lectores de este blog leerían antes el escrito sin formarse su propia opinión. Decidí que es mejor poner los vídeos, dar un tiempo a que los lectores de este blog que quieran los vean, y después en un tiempo no muy lejano, poner mi opinión sobre ellos.

La idea es entablar un diálogo después de haber visto los vídeos. Antes de que yo publique la entrada sobre ello, probablemente haya dos o tres entradas entretanto, pues borradores avanzados sobre distintos temas no faltan, lo que me falta es tiempo para dedicarme a este divertimento que es el blog.

Estos son los vídeos:

El Arte de España
Andrew Graham-Dixon

1

2

3

Aprovecho esta entrada de mínimo contenido para tratar también otro asunto completamente diferente. Muchos de los lectores del blog conocerán a Chus y su blog. Chus ha comentado aquí varias veces y yo también visito y comento a veces en su blog. No sé si saben que Chus es también uno de los voluntarios que nos resuelven tantos problemas en el foro de WordPress.com en español. Bueno, pues desde hace unos días su blog y su persona están siendo centro de los ataques de los usuarios de una web agregadora de noticias que no citaré su nombre. La situación además de extremadamente desagradable roza lo surrealista. Creo que a veces no somos conscientes de los problemas que puede ocasionar abrir un blog y poner nuestras publicaciones en internet. La situación que padece el blog de Chus la puede experimentar cualquier bloguero si los trols deciden atacarle. Hay que ir con cuidado donde enlazamos el blog y pensar si vale la pena conseguir unas pocas visitas más al día o al año. Cuando WP nos proporciona los números del año, me encontré a principios de este año, con un blog que sólo había publicado dos entradas en 2013 y casi había tenido un millón de visitas, para mí algo así es un enigma. No pretendo que mi blog sea el más visitado o leído, pero tampoco me gustaría que para conseguir unos pocos visitantes más, que no lectores, tuviera que enlazar en lugares donde lo único que veo que se puede tener son malas experiencias. Seamos prudentes.

Ah, y nos vemos para hablar de los documentales dentro un mes…, espero.

Ante diem octavum Idus Septembres: Ludi Romani

Amis de la science et de la volupté

Jean-Jacques Bachelier, Gato de angora blanco c.1761. Versallesm Museo Lambinet

Jean-Jacques Bachelier, Gato de angora blanco mirando una mariposa c.1761. Versalles Museo Lambinet

Ante diem sextum Idus Iulias: Ludi Apollinares

Vous aimez les chats? Esta es la pregunta que me hizo hace dos noches un correo que recibí del Museo de Grand Palais de París. El correo llevaba un regalo, durante unas horas una aplicación para iPad, Les plus beux chats de l’Histoire de l’Art, sería gratuita. La aplicación consta de 100 obras de pintura, escultura y fotografía en que aparecen “nuestros amigos de cuatro patas” La aplicación tiene las imágenes a alta resolución, pero no se pueden descargar, aunque sí capturar. No es el primer regalo que recibo de este tipo de los museos franceses, ya podría tener el Museo del Prado un detalle parecido.

Gatos egipcios, gatos romanos, gatos al final de la Edad Media, gatos del Renacimiento, del Barroco y del Rococó. Gatos del Romanticismo y del Impresionismo, gatos japoneses y gatos de los  siglos XIX y XX. Gatos en la pintura religiosa y en la mitológica, gatos en el retrato y en la alegoría. Gatos en los stilleven, que aquí en verdad son bodegones y muertas naturalezas.

El animal ambiguo, el animal amado, pero también odiado y perseguido, el considerado taimado, infiel y ladrón. En varias de las obras no es una presencia amable sino inquietante y símbolo de algo malo u oscuro. Ha tenido en el arte más suerte el perro, que al menos en el mundo occidental no ha tenido las persecuciones que sufrió el gato considerado a veces encarnación del diablo, compañero de brujas, portador de mala suerte.

El perro lleva con los humanos desde finales del Paleolítico superior. El gato llegó algo más tarde en el Mesólitico y en los inicios del Neolítico con los primeros poblados y la vida sedentaria. Aunque parece más bien que el gato fue el que eligió vivir con los humanos y asociarse a ellos. Quizá pase por esta entrada alguno de mis lectores biólogos, matice lo que escribo ahora y corrija errores. El gato es quizá el felino más inteligente y desde luego el de mayor éxito evolutivo. Su relación peso-cerebro no debe diferir de la del león o el tigre. En algún momento, hace más de cinco mil años, con el neolítico ya perfectamente asentado el gato era un animal que ya vivía con los humanos. El gato vio que las moradas de los humanos no sólo eran lugares ideales de refugio caliente sino que en ellas abundaban los roedores que devoraban las cosechas y los alimentos almacenados. Eran unos magníficos cazadores de algo que era la pesadilla de los humanos. Gatos y humanos no se molestaban ni se interferían, es más, el gato era más manso, limpio, y menos peligroso por ejemplo que los hurones, que en la Antigua Grecia hacían la misma función y mordían y podían atacar y matar a los niños pequeños. El gato en todo caso se pondría en la cuna buscando el calor del bebé. Recuerdo una antigua historia leída hace tiempo ya no recuerdo en qué libro. Cuenta que en el siglo VIII a.C. en la época de las colonizaciones griegas, barcos de mercaderes griegos llegaron a Egipto y vieron los gatos en las casas. Los griegos intentaron comerciar con los egipcios, querían comprar gatos para llevarlos a Grecia para sustituir a los peligrosos hurones. Los egipcios se negaron dado que el gato era un animal divino. Los griegos no tuvieron ningún problema: robaron gatos egipcios. La historia no creo que sea cierta porque en Chipre hay restos de gatos domesticados desde hace más de 9.000 años.

Habitante de la casa, miembro de la familia desde la Antigüedad, sus penurias comenzaron en la Edad Media, que recordaba la divinidad que fue y que había que erradicar. El gato fue la encarnación del diablo, compañero de brujas en su vida nocturna. Perseguido, exterminado como causante de la peste, cuando podría haber ayudado a su control. Ejecutado y ahorcado. En el arte medieval trepa por las marginalia de los códices junto con híbridos grotescos. A partir del Renacimiento fue encontrando de nuevo su lugar en el arte. Siguió con su simbolismo ambiguo, a los pies de Eva simboliza el engaño y la astucia taimada, en las escenas de la Última Cena puede simbolizar la traición de Judas mientras el perro la fidelidad de los apóstoles. Pero el gato aparece en otras escenas religiosas, aparece en escenas mitológicas, y sobre todo en la pintura de género y en el retrato, sobre todo retratos femeninos y de niños; pero los hombres quieren ser retratados también con su amigo de cuatro patas.

Vous aimez les chats? Mais, oui.

A partir de estas imágenes de la aplicación del Grand Palais podrán salir bastantes escritos, ahora me limito a mostrar algunas de ellas y a dejar uno de los sonetos de Charles Baudelaire dedicado a los gatos. Hay que ser benévolo con mi traducción. Y una música, que por experiencia, también sé que les gusta, porque ellos aman la ciencia y el placer voluptuoso.

Charles Baudelaire – Soneto LXVI – Les Chats

Les amoureux fervents et les savants austères / Los amantes fervientes y los sabios austeros,
Aiment également, dans leur mûre saison, / aman por igual, en su edad madura,
Les chats puissants et doux, orgueil de la maison, / los gatos poderosos y suaves, orgullo de la casa,
Qui comme eux sont frileux et comme eux sédentaires. / frioleros como ellos y como ellos sedentarios.

Amis de la science et de la volupté, / Amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,
Ils cherchent le silence et l’horreur des ténèbres; / buscan el silencio y el horror de las tinieblas;
L’Erèbe les eût pris pour ses coursiers funèbres, / Erebo los tomaría por sus corceles fúnebres,
S’ils pouvaient au servage incliner leur fierté. / si pudieran someter su fiereza a servidumbre.

Ils prennent en songeant les nobles attitudes / Adoptan mientras sueñan la noble actitud
Des grands sphinx allongés au fond des solitudes, / de grandes esfinges reclinadas en profunda soledad,
Qui semblent s’endormir dans un rêve sans fin; / que parecen dormir un sueño sin fin;

Leurs reins féconds sont pleins d’étincelles magiques /  Sus lomos fértiles están llenos de chispas mágicas,
Et des parcelles d’or, ainsi qu’un sable fin, / y partículas de oro, como una arena fina,
Etoilent vaguement leurs prunelles mystiques. /constelan vagamente sus místicas pupilas

Johann Sebastian Bach – Suite para Laúd en Sol menor BWW 995, Gavottes 1 & 2

Gatos en la Historia del Arte

 

Xelidoni & Anastasia

Amigas de la ciencia y del placer

 

El padre del autor de «En la forêt de Longue Attente»

La Oración en el huerto con el donante Luis I de Orleans (después de la restauración), ¿Colart de Laon? Temple graso, 56,5 x 42 cm, 1405 -07 – 1408. Madrid, Museo Nacional del Prado

La Oración en el huerto con el donante Luis I de Orleans (después de la restauración), ¿Colart de Laon? Temple graso, 56,5 x 42 cm, 1405 -07 – 1408. Madrid, Museo Nacional del Prado

Fuente de la imagen: Museo del Prado

Ante diem tertium Nonas Apriles

En los últimos tiempos me enfado bastante con el Museo del Prado. Las restauraciones, los cambios de atribución, la atribución a grandes maestros de según que cosas. Pero sobre todo las restauraciones. Y también los cambios de lugar de los cuadros y cierta ordenación caótica. Pero he de admitir que esta restauración la encuentro modélica. Y el museo de enriquece con una obra de las que tiene muy pocas, por no decir prácticamente ninguna, del gótico internacional francés.

He de admitir que me encantó verla ayer. Aunque sea pequeña merece un tiempo para disfrutarla. Pero yo tengo especial predilección por el gótico internacional y esta época como se puede ver por este blog.

No hace falta que sea yo quien cuente las cosas. Mientras El Prado mantenga los vídeos y la información, está aquí:

La Oración en el huerto con el donante Luis I de Orleans, de Colart de Laón (?), (1405-1408)

John Dunstable (c.1390 – 1453) – Agnus Dei

WordPress, continúa muy tonto con el reproductor de audio.

La de esbelto minarete

Madrasa Ince Minari by Hesperetusa
Madrasa Ince Minari, a photo by Hesperetusa on Flickr.

Ante diem octavum Idus Decembres: Faunalia Rustica

Los viajes nos deparan muchas veces sorpresas. Antes de comenzar un viaje organizamos itinerarios y nos informamos, pero siempre hay algo que se nos escapa, ahí está la magia. En estos días de agobios laborales y problemas informáticos me puse algunos ratos a revisar algunas fotos de viajes en peligro de pérdida y llegué a una fría mañana de marzo en Konya, en el interior de Anatolia. Konya, la antigua Iconium griega, la que fue capital del sultanato selyúcida. En Konya pasaría una noche a la vuelta de Capadocia y en la mañana siguiente se visitaría el mausoleo y museo de Mevlana, de Rumi, el gran místico del Islam. Pero quedaba otra visita, este museo en una antigua madrasa o medersa. Konya es hoy una ciudad universitaria pero es una tradición que viene de lejos, de la época selyúcida.

Ince Minari, la de esbelto minarete, fue en el siglo XIII una escuela de astronomía. El recinto por fuera, con su minarete de ladrillo y azulejos turquesas puede engañar haciendo pensar que es una mezquita. Tiene una gran sala bajo la cúpula, pero esa sala era para ver las estrellas en la noche. La parte central de la cúpula, que hoy tiene linterna, estaba abierta como el Pantheon de Roma y reflejaba el cielo en una cisterna central.

Ince Minari, interior, sala central. Konya, Turquía

En las noches claras se podía seguir el movimiento de las estrellas sin mirar directamente el cielo. Así era más fácil hacer los cálculos, aparte de que los estudiantes no sufrían de tortícolis.

Ince Minari también es un museo. No demasiado grande, y a pesar de que paren los autobuses de turistas, la gente sale pronto. Alberga una colección de escultura, casi toda del siglo XIII, de época selyúcida. Pero frente a los entrelazos y la decoración geométrica y epigráfica destacan algunos relieves. Son del siglo XIII, pero los motivos podrían estar perfectamente en los capiteles románicos europeos del siglo anterior y podrían estar también mucho más atrás, en los remotos IV y III milenio.

Fragmentos de arquitectura de la fortaleza de Konya, período Selyúcida, siglo XIII

Konya, en el sur de Anatolia, era ciudad de la ruta de la seda y a ella llegaban los tejidos de China y Asia central, pero también está en la que fue la antiquísima zona de origen del neolítico que se prolonga en la antigua Mesopotamia, donde los restos que se encontraban, sellos, pequeñas esculturas…, de las antiguas civilizaciones sumeria, acadia, babilonia, asiria, hitita, seguían aportando motivos a la imaginación de los artistas…, de uno al otro lado del Mediterráneo.

Simulacro I

Turku, Castillo. by Hesperetusa
Turku, Castillo., a photo by Hesperetusa on Flickr.

Ante diem quintum Idus Novembres: Ludi Plebei

Turku o  Åbo  en sueco, es la ciudad más antigua de Finlandia, remontándose su origen seguro hasta el siglo XII y fue su capital hasta 1812, en que fue desplazada por la entonces minúscula Helsinki. Su castillo, que visité una gélida mañana cuando este año estaba en sus inicios, es también el más antiguo de Finlandia, con partes que se remontan al siglo XIII.

Cuando se lee el folleto guía del museo, el fantasma del castillo nos da la bienvenida y nos ruega que no hagamos ruido y que no utilicemos el flash porque puede deslumbrarle. El castillo, enorme, tiene un recorrido muy bien organizado, y varios museos en el interior: un museo de artes decorativas y de la vida cotidiana en los pisos superiores, y en los sótanos, un museo desde la prehistoria hasta la edad media. El propio castillo es ya un museo, porque aunque sus partes más antiguas sean del siglo XIII, la parte más importante es la del siglo XVI, cuando Gustavo Vasa (1496-1560) asumió la corona sueca, el territorio finlandés era una provincia sueca, y visitó varias veces Turku, alojándose en el castillo. El castillo también tiene partes de los siglos XVII y XVIII.

Como todos los castillos europeos ha pasado por tener diversas funciones, una de las más comunes de prisión en el siglo XIX y en 1941 fue bombardeado por los soviéticos con bombas incendiarias en la Guerra de Continuación, la parte finesa junto con la Guerra de Invierno, de la Segunda Guerra Mundial. El castillo con su exterior sobre el que parece que han pasado los siglos se abrió al público como monumento y museo en 1961.

Castillo de Turku en 1941

La parte quizá arquitectónicamente más interesante es la parte del siglo XVI, las salas en que hay pinturas murales de la Batalla de Pavía, que acababa de suceder, para recibir a Gustavo Vasa. También la sala de los graffiti donde los jóvenes caballeros del castillo vivían y se entrenaban para guerra, como Moritz que dejó su nombre en las paredes.

Moritz 1581

Pero, el castillo fue casi totalmente destruido en 1941, y esos restos se conservan con gran detalle. Quizá estaban cubiertos, lo más seguro, por pintura o encalados… Me gustaría pensar que esas salas, esas pinturas, la capilla luterana del siglo XVII con su curioso mobiliario de bancos que encierran a los fieles que asisten al servicio…, son auténticos.

Porque la sorpresa viene cuando leyendo el folleto, tras haber visto los cuadros, retratos casi todos de los siglos XVI al XVIII, y los tapices flamencos de la gran sala de reuniones con mobiliario moderno, te dice el folleto que todos son copias. Las obras originales están en Helsinki, en el Museo Ateneum. Dan el cambiazo totalmente como si fueran auténticos, poseen hasta la pátina de mugre y la oxidación de los barnices.

Retrato de una reina

Tienen la impericia de los pintores que no eran los mejores de la época. Desde luego no son cromitos de colorines, esa es una de las razones del engaño. Un engaño muy bien hecho.

Un castillo en la periferia de la periferia de Europa, en una ciudad que ha sufrido incendios como el de 1827 que casi la destruye completamente, un castillo que soporta los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, pero un castillo en el que ahora como en tantos otros monumentos, se nos dice: «esta pintura de 1526, se realizó para la primera visita de Gustavo Vasa a Turku».

Batalla de Pavía, pintada para recibir a Gustavo Vasa en 1526

Michael Praetorius – Danzas de Terpsichore 1562

 

Intermezzo

Michelangelo Merisi da Caravaggio. Tañedor de laúd, 1596. Museo del Hermitage, San Petersburgo

Pridie Nonas Iunias: Hercules Magnus Custos

Figura ambigua ¿es masculina o femenina? No queda claro. Muchos la habrán visto estos meses entre el 11 de noviembre del año pasado y el 8 de abril. Las colas. Las colas para ver a Caravaggio. Las colas para decir que se ha estado en la cola para ver a Caravaggio, a Kandinsky. Pero hace años ya vino. Solo. Solo en un caballete estaba en el centro de la gran galería de la pintura italiana. Así lo vi al entrar y así lo vi para despedirme antes de irme. Con el rayo de luz que entra por la izquierda, con las flores que probablemente pintó Jan Breughel de Velours.

El pelo oscuro rizado con su cinta de gasa, la blanca camisa abierta, las finas manos femeninas en el mástil y en las cuerdas. ¿Tañe o se acompaña? Se acompaña, acompaña el canto del madrigal del Jacques Arcadelt impreso en la partitura.

Sabemos su nombre, se llamaba Pedro Montoya y era castrato de la capilla papal. Una voz extraordinaria y un talento del que nada queda. Conflictivo como el pintor. El pintor que ya callada y extinguida la voz nos ha dejado su huella. La que pudo ser en una de tantas veladas en el Palazzo Madama.

Doña Lisa con vestido nuevo

La Gioconda o Mona Lisa. Anónimo (Taller de Leonardo da Vinci) 1503 - 1516. Museo del Prado

Ante diem septimum Idus Martias

No me desdigo de ninguna de mis palabras del 18 de Febrero.

Un repinte posterior a 1750… «y que debajo se conservaba el paisaje original en buen estado, aunque inacabado en algunas zonas, lo que pudo ser la causa de su enmascaramiento.» 

Nueva ficha del Museo del Prado.

Doctores tiene la Iglesia… y la restauración.

Qué bonito es todo… ¡Malditos sean los tilos puestos junto al camino!