Folio 11 verso, folio 12 recto

Silenciosamente en el transcurrir de los días, frénico en muchas de sus horas, fue pasando octubre y al llegar las kalendas, todavía en la noche El blog de la British Library publicó las páginas del libro de Horas Houth correspondientes al mes de noviembre. Noviembre es similar a los otros mese  en sus ilustraciones circulares, donde no podía faltar en el mes de San Martín, el cerdo. Como en tantos calendarios pintados y esculpidos durante la Edad Media, en noviembre hacen su aparición, en este libro de horas flamenco de finales del siglo XV, en medio del paisaje. Un hombre varea las bellotas rodeado de la piara en el folio verso y otro en el folio recto, lleva a dos animales bajo la tormenta. Sagitario que rige el último decano de noviembre está representado por el centauro arquero.

Simon Marmion y taller. Noviembre, Horas Huth, f.11v-f.12r. c.1480, British Library

Simon Marmion y taller. Noviembre, Horas Huth, f.11v-f.12r. c.1480, British Library

Hay cambios en este calendario del que tanto me interesan sus márgenes. Esta vez las páginas no son simétricas en su decoración. Sigue, en el folio 11 verso, con las florecillas azules de cuatro pétalos, pero alrededor del círculo, el taller de Simon Marmion ha pintado también iris, flor regia, y ranúnculos rojos.  En el folio 12 recto, aparece una violeta. Salvo las florecillas azules no identificadas, ninguna de estas flores florece en noviembre. Pero la decoración foliar de alguna variedad de cardo, que en otros meses es representada seca, en el mes de noviembre es blanca. Centaurea cineraria, cuyo color blanco ceniciento es más acorde con un mes que comienza sus días recordando a los difuntos. El folio 12 recto encuadra la información del mes entre dos columnas doradas. Columnas góticas, que en su capitel repiten la decoración foliar de centaurea. Una cinta blanca rodea las columnas con las iniciales en azul M y Y en diferente caligrafía. El ignoto poseedor para el que se realizó este libro de horas, que probablemente nació un mes de noviembre.

Ya me he resignado a que el blog tenga como mucho dos entradas mensuales, y una al menos segura por la aparición del calendario. No faltan ideas, y aumentan los borradores en distintas fases. Las lecturas, los viajes como el de finales de octubre a las tierras del Véneto, los hacen surgir y esperar el momento en que se desarrollen y se publiquen. Pero el problema es el tiempo para dedicar al blog que casi no existe. Esta entrada tendría que haber aparecido ayer. Y para hoy, desde hace tiempo, estaba programada otra. Esa otra, que ha ido imposible dedicarle el tiempo necesario, puede que aún aparezca durante noviembre. Tampoco en un principio había ninguna canción o música preparada. Pero buscando entre los borradores había uno en que quería poner Wo die schönen Trompeten blasen, del ciclo de lieder Des Knaben Wunderhorn de Gustav Mahler. Alguna de sus canciones ya han ido apareciendo en otras entradas. El borrador trataba de un tema completamente distinto, pero para la fecha de hoy, para los días que serán cortos en luz e irán alargando la noche, parece más adecuada esta melancólica canción con el diálogo entre dos enamorados que ya no se pueden encontrar en esta vida. El muchacho no es consciente del todo que él ya ha muerto, que su hogar está en una pradera verde donde ha sucedido la batalla, lugar al que regresa, tras anunciarle a su amada que dentro de un año ella se reunirá con él.

La versión es una grabación legendaria, y una de las pocas que conozco que la canción es cantada por dos cantantes. En este caso son Elisabeth Schwarzkopf y Dietrich Fischer-Dieskau con la London Symphony Orchestra y George Szell. El disco se grabó entre el 8 y el 9 de marzo de 1968.

Gustav Mahler (1860 – 1911) – Wo die schönen Trompeten blasen (1888-1889)
Donde suenen las bellas trompetas, texto de Des Knaben Wunderhorn

 

Wer ist denn draußen und wer klopfet an, / ¿Quién está pues, afuera, y quién llama a la puerta,
Der mich so leise, so leise wecken kann? / que tan suavemente me despierta?
Das ist der Herzallerliebste dein, / ¡Soy el amadísimo de tu corazón,
Steh auf und laß mich zu dir ein! / levántate y déjame entrar contigo!

Was soll ich hier nun länger stehn? / ¿Por qué debo permanecer aquí más tiempo?
Ich seh die Morgenröt aufgehn, / Veo nacer la aurora,
Die Morgenröt, zwei helle Stern, / la aurora con dos luminosas estrellas,
Bei meinem Schatz, da wär ich gern, / con mi tesoro estaría yo mejor,
bei meiner Herzallerliebsten. / con la amadísima de mi corazón.

Das Mädchen stand auf und ließ ihn ein; / La muchacha se levantó y dejándole entrar
Sie heißt ihn auch willkommen sein. / le dio la bienvenida.
Willkommen, lieber Knabe mein, / ¡Bienvenido, muchacho querido!
So lang hast du gestanden! / ¡Cuánto tiempo has esperado!

Sie reicht ihm auch die schneeweiße Hand. / Le tendió la nívea mano,
Von ferne sang die Nachtigall / mientras a lo lejos cantaba el ruiseñor,
Das Mädchen fing zu weinen an. /  la muchacha se echó a llorar.

Ach weine nicht, du Liebste mein, / ¡Ay, no llores, amada mía!
Aufs Jahr sollst du mein eigen sein. / De aquí a un año me pertenecerás.
Mein Eigen sollst du werden gewiß, / ¡Mía debes llegar a ser, ciertamente,
Wie’s keine sonst auf Erden ist. / como ninguna otra lo es en la tierra!
O Lieb auf grüner Erden. / ¡Oh, amor, en la tierra verde!

Ich zieh in Krieg auf grüner Heid, / Marcho a la guerra, a los verdes campos,
Die grüne Heide, die ist so weit. / los verdes campos que están tan lejos.
Wo dort die schönen Trompeten blasen, / ¡Donde suenen las bellas trompetas,
Da ist mein Haus, von grünem Rasen. / allí estará mi casa de césped verde!

Traducción: Kareol.

Ante diem quartum Nonas Novembres: Isia
Día de las Ánimas

Never

Gustave Moreau. La muerte de Safo, 1872-1875. Museo gustave Moreau, Paris

Gustave Moreau. La muerte de Safo, 1872-1875. Museo Gustave Moreau, Paris

Ante diem quartum Idus Iulias: Ludi Apollinares

Si pasas junto a la tumba eolia, oh extranjero, nunca digas
que yo, de Mitilene la cantora, muerta estoy.
la tumba la erigieron las manos de los hombres:
tales obras mortales corren hacia el olvido.
Pero si me colocas al lado de las Musas,
– en mis nueve libros dediqué una flor a cada una –
sabrás que yo evité las tinieblas del Hades
y no saldrá ni un sol que desconozca
el nombre de Safo la poetisa.

Marco Tulio Laurea (S-I a.C.), Antologia Palatina, 7, 17.

Son de épocas distintas y de estilos muy diferentes. Gustave Moreau pertenece al Simbolismo de fin del siglo XIX.  The Fairy Queen es una mascarada sobre El sueño de una noche de verano de William Shakespeare, pero Henry Purcell retrata el dolor de la pérdida de ser amado, con su palabra obsesiva: never.

En mi imaginación se juntan muchas veces, descubiertos casi al mismo tiempo, en esos años de descubrimiento del mundo, aunque ninguno de ellos estaba en los libros de texto.

Y ella, sus versos fragmentarios, como los de otros líricos arcaicos, ella sí que estaba en los libros. El conocimiento de esta poesía, el comienzo, ya entonces, de la docena de libros de lírica griega que se alinean en las estanterías, no habría sido posible tan pronto de no ser por aquellas clases de traducción diaria en el pequeño Departamento de Griego, esos departamentos, considerados hoy un lujo inútil, que ya han desaparecido en tantos institutos.

Henry Purcell – The plaint (The Fairy Queen) 1692

O let me weep, for ever weep, / ¡Oh, déjame llorar, llorar para siempre!
my eyes no more the shall welcome sleep; / ¡Que mis ojos no conozcan más el sueño!
I’ll hide me from the sight of day, / Me esconderé de la luz del día y,
and sigh, and sigh my soul away. / suspiro a suspiro, liberaré mi alma.
He’s gone, he’s gone, his loss deplore; / ¡Él se ha ido, se ha ido! ¡Lamentad su pérdida
and I shall never see him more. / puesto que nunca más lo volveré a ver!

Traducción procedente de Kareol.

El poema, de Safo. Poemas y testimonios. Acantilado, 2005.

Me he alejado del mundo

Arnold Böcklin, Villa junto al mar, 1864. Neue Pinakothek, Munich

Idus Novembres: Epulum Iovis, Feronia, Fortuna Primigenia, Pietas, Ludi Plebei

De todas las canciones de Gustav Mahler, Ich bin der Welt abhanden gekommen, He abandonado el mundo, es mi preferida. En los últimos días he tenido relación con esta canción gracias a dos blogs: el magnífico blog de Dennis Aubrey, Via Lucis, dedicado a la fotografía de arquitectura religiosa, iglesias románicas y góticas de Francia y España, donde su autor comunicaba que el 5 de noviembre descubría por primera vez esta canción y la impresión que le había producido. El otro blog es de un caminante de este bosque que ha comenzado recientemente un blog en WordPress, en el que una de sus primeras entradas está dedicada la Quinta Sinfonía de Mahler, cuyo célebre Adagietto está basado en la melodía de esta canción.

En este blog, en el que han aparecido y seguirán pareciendo tantos lieder, sin embargo no había aparecido este. Hay muchas versiones maravillosas, con piano, con orquesta, cantadas por todas las cuerdas vocales, desde la soprano hasta el bajo, puesto que el poema es neutro y pueden alejarse de mundo junto a su amor tanto un hombre como una mujer, pero voy a poner de nuevo a Kathleen Ferrier a la que en los inicios de este blog, le dediqué la primera entrada de música. Muy pocos lectores tuvo esta entrada, dedicada una cantante rara y maravillosa. Un rayo de claridad que brilló solo 11 años.

Ich bin der Welt abhanden gekommen
Friedrich Rückert (1788 – 1866) – Gustav Mahler (1860 – 1911)

Ich bin der Welt abhanden gekommen, / He abandonado el mundo
Mit der ich sonst viele Zeit verdorben, / en el que malgasté mucho tiempo,
Sie hat so lange nichts von mir vernommen, / hace tanto que no se habla de mí
Sie mag wohl glauben, ich sei gestorben! / ¡qué muy bien pueden creer que he muerto!

Es ist mir auch gar nichts daran gelegen, / Y muy poco me importa
Ob sie mich für gestorben hält, / que me crean muerto;
Ich kann auch gar nichts sagen dagegen, / no puedo decir nada en contra
Denn wirklich bin ich gestorben der Welt. / pues ciertamente estoy muerto para el mundo.

Ich bin gestorben dem Weltgetümmel, / ¡Estoy muerto para el bullicioso mundo
Und ruh’ in einem stillen Gebiet! / y reposo en un lugar tranquilo!
Ich leb’ allein in meinem Himmel, / ¡Vivo solo en mi cielo,
In meinem Lieben, in meinem Lied! / en mi amor, en mi canción!

Traducción procedente de Kareol

Antonius

Kalendae Octobres: Fides et Honor, Tigillum Sororium, Ceres

Es pequeñita pero parece más grande, como buena obra barroca que se precie. Mucho más en Roma dónde hay tanta competencia. Encajada entre los edificios de la Via della Scrofa, que superan las volutas de la fachada de dos cuerpos de Martino Longhi el Joven. El tipo de fachada que inventó Leon Battista Alberti, que se repite con sus variaciones en tantas iglesias de Roma. No es el Gesù, ni San Ignacio, ni la espléndida Santa Susana de Maderno que esconde detrás de su “arquitectura en relieve” una modesta nave en la que la pobreza de los materiales es ocultada con los frescos, con el artesonado dorado. Sin embargo, frente a Santa Susana y a la rica San Ignacio, San Antonio de los Portugueses puede presumir de cúpula, aunque sea diminuta.

Muchas iglesias de Roma son iglesias nacionales, ésta es  la iglesia nacional de Portugal. También hubo en Madrid una iglesia nacional de Portugal, pero los divorcios del siglo XVII la convirtieron en San Antonio de los Alemanes. Qué mala suerte ha tenido este santo portugués o qué mala suerte ha tenido Portugal. El gran teólogo franciscano nacido en Lisboa es para la mayoría un santo italiano.

San Antonio de Lisboa fue un franciscano de la primera  generación, pasó de la orden de los agustinos en la que profesó a la de San Francisco, a quien conoció personalmente. Fue un hombre de acción, predicador y controversista, pero a partir del siglo XVII cuando se crea la iconografía de tantos santos, de toda su vida, de la que se habían contado tantos episodios, solo parece haber quedado aquel en que una noche, mientras viajaba por Francia en su predicación contra la herejía cátara, se hospedó en una posada. El hospedero pasando por delante de la habitación entreabierta se dio cuenta que el franciscano tenía un niño en sus brazos: se trataba del Niño Jesús que había descendido del cielo para consolar a su fiel servidor. Toda su vida se redujo para los artistas a esta visión. A partir del siglo XVII todas las ramas franciscanas: franciscanos, capuchinos, recoletos, terciarios, quisieron que se le representara así. Y en iglesias como Santa Maria in Trastevere se puede ver su estatua con las peticiones. Pero esa iconografía ñoña está ausente en esta pequeña y recoleta iglesia por la que tantos pasan de largo, por la que habría pasado de largo sin entrar si no hubiera visto el reclamo del concierto de órgano, ese espléndido órgano barroco, que sin embargo no es tal, sino un órgano moderno pero que tan bien se integra con la decoración interior del siglo XVII.

De San Antonio de los Portugueses también tenemos un lied cuya letra tiene su origen en recopilaciones de canciones populares alemanas de la misma época en que se creó esa iconografía.

Gustav Mahler – Des Knaben Wunderhorn

San Antonio de Padua predica a los peces Op. 8 1889

Antonius zur Predigt / Antonio va a la iglesia
Die Kirche findt ledig. / y la encuentra vacía para el sermón.
Er geht zu den Flüssen / Entonces, se dirige al río
und predigt den Fischen; / a predicar a los peces.

Sie schlagen mit den Schwänzen, / Ellos golpean con sus colas
Im Sonnenschein glänzen. / y brillan bajo la luz del sol.

Die Karpfen mit Rogen / Las carpas con huevas
Sind allhier gezogen, / han venido hasta aquí
Haben d’Mäuler aufrissen, / y abren la boca
Sich Zuhörens beflissen; / como oyentes aplicadas.

Kein Predigt niemalen / ¡Nunca un sermón
Den Karpfen so g’fallen. / gustó tanto a las carpas!

Spitzgoschete Hechte, / Esturiones de boca puntiaguda,
Die immerzu fechten, / siempre dispuestos a batallar,
Sind eilend herschwommen, / han nadado raudos hacia aquí
Zu hören den Frommen; / para oír al piadoso.

Auch jene Phantasten, / También aquellos extravagantes,
Die immerzu fasten; / los que siempre ayunan,
Die Stockfisch ich meine, / los peces espada quiero decir,
Zur Predigt erscheinen; / aparecen para el sermón.

Kein Predigt niemalen / ¡Nunca un sermón
Den Stockfisch so g’fallen. / gustó tanto a los peces espada!

Gut Aale und Hausen, / Magníficas anguilas y cazones,
Die vornehme schmausen, / exquisitos manjares,
Die selbst sich bequemen, / se acomodan ellos mismos,
Die Predigt vernehmen: / para escuchar el sermón.

Auch Krebse, Schildkroten, / También cangrejos y tortugas,
Sonst langsame Boten, / de ordinario lentos mensajeros,
Steigen eilig vom Grund, / suben veloces del fondo,
Zu hören diesen Mund: / para oír a esa boca.

Kein Predigt niemalen / ¡Nunca un sermón
den Krebsen so g’fallen. / gustó tanto a los cangrejos!

Fisch große, Fisch kleine, / Peces grandes, peces pequeños,
Vornehm und gemeine, / elegantes y vulgares,
Erheben die Köpfe / levantan la cabeza
Wie verständge Geschöpfe: / como criaturas racionales!

Auf Gottes Begehren / ¡Por expreso deseo de Dios
Die Predigt anhören. / escuchan el sermón!

Die Predigt geendet, / El sermón termina,
Ein jeder sich wendet, / cada uno regresa,
Die Hechte bleiben Diebe, / los esturiones siguen siendo
Die Aale viel lieben. / ladrones amantísimos de las anguilas.

Die Predigt hat g’fallen. / El sermón ha gustado
Sie bleiben wie alle. / y todos siguen siendo los mismos de siempre.

Die Krebs gehn zurücke, / Los cangrejos andan hacia atrás;
Die Stockfisch bleiben dicke, / los peces espada engordan;
Die Karpfen viel fressen, / las carpas siguen siendo voraces
die Predigt vergessen. / y todos olvidan el sermón.

Die Predigt hat g’fallen. / El sermón ha gustado
Sie bleiben wie alle. / y todos siguen siendo los mismos de siempre.

Traducción procedente de Kareol

Eadem mutata resurgo

John William Waterhouse, The Lady of Shalott 1888, Tate Britain, Londres

John William Waterhouse, The Lady of Shalott 1888, Tate Britain, Londres

Nonae Septembres: Iuppiter Stator, Ludi Romani

Comienza un nuevo ciclo. Comienza en verdad un nuevo año. Porque el año, para nosotros ahora desde hace mucho, comienza en septiembre, cuando nos acercamos de nuevo al momento en que el día y la noche son iguales. El tiempo es engañoso, el tiempo nos vuelve a pasar otra vez, eso creemos, por el mismo lugar. Pero no, septiembre vuelve, pero no es el mismo. Miramos, reconociendo luces, colores, rutinas…, pero no es el mismo lugar por donde pasamos, sino cada vez más lejos, más desvanecido ese lugar donde una vez nos dimos cuenta que había un tiempo que se llamaba septiembre. No, la espiral nunca pasa por el mismo punto.

Este es el tercer septiembre del blog. En el tiempo anterior que conduce hacia el invierno, puse en este lugar dos lieder de Schubert. Pero como comenzaré con viejas leyendas, he vuelto con un cuadro que me gusta desde hace tanto tiempo que se pierde en el centro de la espiral, con una historia de encantamiento, y una canción de 1991.

Una Edad Media soñada, en el siglo XIX y a finales del XX.

No he podido encontrar una correspondencia exacta entre el poema de Lord Alfred Tennyson y la letra de la canción, así como tampoco una traducción satisfactoria. Creo que la obra de este poeta victoriano no se ha traducido nunca al español. 

Nihil

Rafael Sanzio. Madonna della seggiola, 1513-1514. Palacio Pitti, Florencia

Ante diem octavum Kalendas Augustas: Furrinalia, Ludi Victoriae Caesaris

Siempre lo supe;
el camino sin nadie
es el todos.
Pero yo nunca supe
que hoy lo caminaría.

Ariwara no Narihira

 

Noches de insomnio y fiebre

Caspar David Friedrich Claro de luna sobre el mar 1830 Leipzig

…yo me vuelvo hacia la sagrada inefable misteriosa noche. Lejos yace el mundo – sepultado en honda cripta – desierto y solitario está su lugar. Un hálito de profunda melancolía hace vibrar las cuerdas de mi alma. Yo quisiera precipitarme en rocío y amalgamarme en cenizas – Lejanías del recuerdo, deseos de la juventud, sueños de la infancia, las breves alegrías, las vanas esperanzas de toda una larga vida acuden vestidas de gris como la niebla de la noche cuando el sol se ha puesto.

Limitado es el tiempo de la luz, pero sin tiempo y sin espacio es el imperio de la noche.

…y desde entonces tengo una fe eterna, inalterable en el cielo de la noche y en su luz que es mi amada.

Friedrich von Hardenberg, Novalis, Himnos a la noche (fragmentos)

Um Mitternacht  – A medianoche

Texto: Friedrich Rückert – Música: Gustav Mahler

Um Mitternacht A medianoche

Hab’ ich gewacht me despierto

Und aufgeblickt zum Himmel; –  y miro al cielo;

Kein Stern vom Sterngewimmelni una estrella de la galaxia

Hat mir gelachtme sonríe

Um Mitternacht.a medianoche.

Um MitternachtA medianoche

Hab’ ich gedacht – pensé

Hinaus in dunkle Schranken. – en los sombríos espacios infinitos.

Es hat kein LichtgedankenMas ningún pensamiento luminoso

Mir Trost gebracht me trajo consuelo

Um Mitternacht. a medianoche.
Um MitternachtA medianoche
Nahm ich in achtpresté atención
Die Schläge meines Herzens; – a los latidos de mi corazón;
Ein einz’ger Puls des Schmerzes – sólo un pulso de tristeza
War angefachtme incendió
Um Mitternacht.a medianoche.
Um MitternachtA medianoche
Kämpft’ ich die Schlacht,peleé en la lucha,
O Menschheit, deiner Leiden; – ¡oh, Humanidad! de tu sufrimiento;
Nicht konnt’ ich sie entscheiden –  mas no pude decidirla
Mit meiner Machtni con toda mi fuerza
Um Mitternacht. – a medianoche.
Um Mitternacht –  ¡A medianoche
Hab’ ich die Macht –  puse mis fuerzas
In deine Hand gegeben! – en tus manos!
Herr! über Tod und Leben –  ¡Señor! ¡Sobre la vida y la muerte
Du hältst die WachtTú eres el centinela
Um Mitternacht!a medianoche!

Traducción:

Himnos a la noche Américo Ferrari

Um Mittternacht, Kareol

Eternamente

Kathleen Ferrier (1912-1953)

Entre las voces humanas hay una extremadamente rara, es la voz femenina más grave, la de contralto. Es tan  escasa, que muchas partes escritas a lo largo de la historia de la música para ese tipo de voz, hoy no las cantan mujeres, sino hombres, los contratenores. Muchas voces femeninas que aparecen en los discos o en los programas de conciertos como contraltos no lo son, son mezzosopranos, y la voz de contratenor una técnica de canto resucitada en la segunda mitad del siglo XX a partir de las actuaciones de Alfred Deller, no siempre satisface las necesidades de la obra, porque muchas veces suena como una voz artificial, que es lo que es realmente.

A principios del siglo XX hubo una partitura que no llegó a estrenarse en vida de su compositor. Una obra que estaba pensada como sinfonía y como ciclo de canciones, pues de ambas estructuras participaba, una obra que tenía que ser cantada alternativamente por un tenor y una contralto. Esta obra es Das Lied von der Erde, La Canción de la Tierra de Gustav Mahler.

La Canción de la Tierra, fue compuesta por Gustav Mahler entre 1907 y 1909, siguiendo a la inmensa Octava Sinfonía o Sinfonía de los Mil. Mahler, supersticioso, no le dio número, aunque pensó en la obra como sinfonía, pues el nueve, en el número de sinfonías, se había convertido en una barrera psicológica para los músicos desde que Beethoven solo compusiera nueve sinfonías. Tituló su obra como una Sinfonía para tenor y contralto (o barítono) y orquesta, basada en La Flauta China de Hans Bethge. La Flauta China era una colección de poemas chinos de la dinastía Tang traducidos por Hans Bethge. Mahler utilizó poemas de Li Tai Po, los que tratan sobre el vino y las reuniones de amigos, y de Chang Tsi, Mong Kao-Yen y Wang Wei en la parte final, Der Abschied, la Despedida, además de algunas líneas propias. Mahler nunca llegó a ver estrenada esta obra, ni supo como sonaría verdaderamente, y si la posibilidad de cambiar la voz de contralto por la de barítono era conveniente.

La Canción de la Tierra la estrenó en 1911 Bruno Walter, que había sido ayudante de dirección de Mahler con la Orquesta Filarmónica de Viena. Su primera grabación en disco se produjo en 1936 también por obra de Bruno Walter, pero el milagro no llegó hasta finales del los años cuarenta, y en 1951 cuando el director se encontró con una cantante excepcional, una voz única de contralto: la inglesa Kathleen Ferrier.

Kathleen Ferrier fue una cantante con una carrera muy corta, solo once años. Comenzó a cantar profesionalmente tarde y un cáncer se la llevó con solo cuarenta y un años. Sin embargo para su voz, única en el siglo XX, escribieron Benjamín Britten y Arthur Bliss. Kathleen Ferrier era una auténtica contralto, no una mezzo con una voz oscura. Cuando Bruno Walter la oyó cantar supo que era la cantante que necesitaba la Canción de la Tierra.

Aunque el texto de La Canción de la Tierra sean unos poemas chinos, la obra es profundamente centroeuropea y romántica…, postromántica, ese mundo que moriría en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Las canciones del tenor y la contralto se alternan, hasta llegar a la canción final Der Abschied, que es tan larga como el resto de la obra anterior. Cuando Kathleen Ferrier cantó por primera vez la obra con Bruno Walter, no pudo acabar los últimos «ewig» (eterna), porque la emoción se lo impidió. En 1951 cuando de La Canción de la Tierra se hizo su más hermosa grabación, Kathleen Ferrier ya estaba condenada, no tendría ocasión de cantar muchas más veces:

No habrá más horizontes lejanos.
Mi corazón tranquilo espera su hora.
¡De nuevo la tierra amada
florece y reverdece
por todas partes en primavera,
¡Por todas partes y eternamente
brillan luces azules en el horizonte!
Eternamente… eternamente…

Kathleen Ferrier murió a finales de 1953. Su enfermedad se diagnosticó en 1951, y Bruno Walter, bastante mayor que ella buscó desesperadamente una sustituta. La norteamericana Nan Nerriman, también una auténtica contralto, y la primera cantante a la que oi la Canción de la Tierra en la grabación de Bernard Haitink, pareció cubrir el hueco. Pero el milagro no volvió a producirse. Hay grabaciones maravillosas de Das Lied von der Erde, mezzos como Christa Ludwig, y Brigitte Fassbender la han cantado, también se ha probado la posibilidad que dejó Mahler de cantar la parte de contralto con barítono, pero la magia de la obra, como sabía Bruno Walter que advirtió a Dietrich Fischer Dieskau que no la cantara, se pierde. Incluso la reina, Jessye Norman, una soprano, la ha cantado. Pero hubo un momento único en el tiempo en que los poemas de la dinastía Tang traducidos por un sinólogo al alemán, la música compuesta por Gustav Mahler, un director de orquesta discípulo y amigo del compositor, y una cantante inglesa que comenzó su carrera bajo los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial se encontraron.

Si la vida humana desapareciera de la Tierra todas las obras de arte se irían viniendo abajo; la música sonidos ordenados en el tiempo, callaría, pero las grabaciones que sonaron durante décadas, quizá siglos, que se trasmitieron por radio seguirían durante un tiempo indefinido viajando a la velocidad de la luz. Antes de convertirse en ruido cósmico, la voz de Kathleen Ferrier seguirá diciendo con una esperanza de renacimiento: ewig, ewig…, eternamente, eternamente…

Der Abschied – La despedida