La segunda entrada que publico sobre un documental de la serie de la BBC, El arte crea el mundo, se trata del primer episodio. Y tiene cierto sentido que sea así, pues las imágenes tridimensionales, la escultura, puede que sean más antiguas que la pintura y las imágenes en dos dimensiones en general. Nuestro mundo es un mundo en tres dimensiones, crear una imagen en dos dimensiones parece en principio estar en un nivel más elevado de abstracción, pero de momento, las esculturas más antiguas halladas conviven con las pinturas más antiguas.
Este es un documental que trata sobre escultura, y sobre un tipo de escultura concreto: el de la figura humana. Las obras que inician y cierran el documental son la Venus de Willendorf una estatuilla del Paleolítico Superior, de una antigüedad de unos 22.000 años y los Bronces de Riace, dos esculturas griegas de mediados del siglo V a.C. Entre ellas dos, las preguntas y las respuestas, una de ellas polémica y que me ha dado la ocasión de poner el título a la entrada.

Figurita de mármol tipo Dokathismata, Cicládico antiguo II, 2800-2300 a.C. Museo Arqueológico Nacional de Atenas
Pero prefiero comenzar con una obra, una estatuilla también, que no aparece en el documental, es esta figura de mármol que está en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. He visto en diferentes museos figuras cicládicas, pero ésta en Atenas me impactó especialmente, y vi la salas de arte cicládico, minoico y micénico después he haber visto las grandes salas con las obras clásicas. Cuando yo llegué a esta figura había pasado mucho rato contemplando el Poseidón de Cabo Artemisión, las estelas funerarias áticas, o las refinadas obras helenísticas. No he visto los Bronces de Riace y de las Venus Paleolíticas conozco las del Museo del Hombre de París, pero creo que mi argumentación servirá igual.
Hoy no nos sorprende ver una figura así y encontrarla hermosa, pero hace poco más de cien años, era considerada una figura primitiva, infantil o salvaje. Es de mármol blanco, aunque estuvo pintada, y como otras similares fue hallada en una necrópolis. Quien la realizara he pensado muchas veces que estaba obsesionado con el triángulo, la cabeza es un triángulo curvo invertido, todo el cuerpo hasta los pies también. Dentro de ese triángulo más grande hay otros u otras parte relacionadas con el, las pirámides de los pechos, el triángulo del pubis, los hombros angulosos. Aunque comparte con otras esculturas cicládicas la nariz larga, el único rasgo que sobresale de la cara, ésta, con el cuello son otros dos triángulos. Observando bien esta figura nos daremos cuenta que nada es arbitrario en ella, que el artista que la realizó formaba parte de una corriente de gran refinamiento técnico y conceptual, ya sale esta palabra. Hoy perdida su policromía y con el arte del siglo XX que nos ha enseñado a mirar ciertas formas veremos que nos desmerece estar junto a obras de Henry Moore.
El documental parte de la Venus de Willendorf y de una comprobación al inicio: la representación de la figura humana nos rodea, pero esas figuras en la muchos casos no son realistas. Habría que empezar a decir que entendemos por realismo, que es un concepto en arte creado en el siglo XIX, quizá lo mejor sería decir “naturalismo” por acercamiento a lo que nos encontramos en la naturaleza. Está claro que la venus paleolítica, y el ídolo cicládico no son figuras ni realistas ni naturalistas. Hay unos rasgos corporales exagerados y otros minimizados o que simplemente no existen. También hay venus, por cierto el concepto de “venus” para estas figuritas se puso de forma peyorativa, en la época que fueron halladas, aunque estaba comenzando la vanguardia, la pintura que se conocía era la académica y nada más lejos de Venus u otras representaciones de diosas clásicas que figuras como esta. Como decía hay venus paleolíticas con un acabado pulido y exquisito, realizadas en piedra más fina, como la Venus de Lespugue o las de Grimaldi, que indican ese refinamiento. Y es precisamente ese refinamiento en la realización de las piezas más el elegir unos rasgos determinados en cada época, no nos equivoquemos que entre la Venus de Willendorf y los Bronces de Riace hay veinte mil años de diferencia, y unas sociedades también diferentes, lo que creo que hace que la explicación que da el documental vaya errada completamente.
De nuevo en este documental nos encontramos con una respuesta biológica, pero esta vez comparando la motivación humana de crear representaciones de sí mismos con la respuesta de una gaviota, mejor dicho de pollos de gaviota argéntea. Vean el vídeo y lo que dice el investigador de nombre indio. Yo cuando me encuentro con una explicación de este tipo recuerdo otros tiempos no tan lejanos y las discusiones que he tenido con estos asuntos. Me acuerdo de Konrad Lorenz y sus patitos, y de Edward O. Wilson y sus hormigas y las consecuencias que tienen la extrapolación de esos comportamientos animales a lo humano. Comparar comportamientos, o peor aún, realizaciones humanas complejas que no hace ningún animal lo considero un error, y el hecho que no haya puentes entre diferentes disciplinas. Lo que excita a los pollos de gaviota nada tiene que ver con colgar un Picasso en la pared o ya puestos, comprar una cabra muerta en formol de Damien Hirst. Esa excitación poco tiene que ver con el arte y sí mucho con las cuentas corrientes.
Creo que el documental se está equivocando en su explicación de por qué una vez alcanzado el realismo o el naturalismo, éste se abandona, aunque yo considero que no se abandona. No son comparables los guerreros de Riace a la Venus de Willendorf, la estatuilla cicládica o la figura de Henry Moore que he puesto en la entrada. Lo que ocurre con los bronces de Riace que compara con el Efebo de Critios (y no el “joven cretense”, a ver cuando las empresas de doblaje se informan o buscan un asesor histórico porque dicen cosas ridículas) es algo diferente y que nada tiene que ver con el comportamiento de las gaviotas.
Como hace el documental y mezclando con mis imágenes, pongamos en una línea recta la Venus de Willendorf, el ídolo cicládico, la escultura de Henry Moore, las figuras egipcias, los kuroi arcaicos, el Efebo de Critios, el Doríforo de Polícleto y los Bronces de Riace. Se podrán poner también en esa línea, los retratos romanos, esculturas románicas, esculturas góticas, obras de Miguel Ángel y Gian Lorenzo Bernini, imaginería barroca española, y si llega el caso alguno de los horrores hiperrealistas realizados con fibra de vidrio en los años 60 del siglo XX. Imaginemos que esa línea es como la del volumen de los móviles. En un punto tendremos silencio, en el opuesto el sonido estridente. En un punto tenemos el máximo alejamiento de la realidad objetiva, en el otro la búsqueda del mayor naturalismo. Cercano al silencio, que sería la abstracción total y solo tendríamos figuras geométricas sin ninguna relación con lo humano, estaría el ídolo cicládico, la venus paleolítica, la escultura de Henry Moore. Con mayor sonido estarían las representaciones egipcias, los kouroi arcaicos, las esculturas románicas. A medida que nos acercamos a la realidad objetiva estarían el Efebo de Critios, el Doríforo, los Bronces de Riace, las obras de Miguel Ángel y Bernini. La estridencia hacia el naturalismo la daría la imaginería barroca y los maniquíes del hiperrealismo. Todas son obras de épocas distintas y de sociedades distintas, aunque la sociedad de los kouroi, y los bronces sea la misma. Y la misma es en la que Henry Moore y los hiperrealistas realizan sus obras.
La representación artística a los largo de la historia ha basculado entre esos dos polos de abstracción y naturalismo, pero se olvida una cosa en el documental y es que la mayoría de sociedades y culturas humanas, en algunos casos hasta hace muy poco, nunca han llegado a una representación naturalista. La representación naturalista sólo se ha alcanzado, aunque ahora está al alcance de todos los artistas porque, a diferencia de la gaviota, nosotros aprendemos, en dos momentos de la historia y se puede decir que en el mismo espacio geográfico. Uno de esos momentos va desde finales del siglo VI a.C. en Grecia cuando los kouroi y korai arcaicos empiezan a abandonar su rigidez y llega hasta el siglo V d.C., cuando la disolución del Imperio Romano, que es ya cristiano, da lugar a otras formas de representación. Algo de eso he tratado en este blog y quedan aún borradores sobre el tema. La otra etapa de naturalismo, también europea, se da casi mil años después. Comienza en el siglo XIII y dura hasta finales del siglo XIX y principios del XX en que los movimientos de vanguardia hacen saltar lo que había sido la representación naturalista que llega a su esplendor con el Renacimiento y el Barroco. El resto de culturas y sociedades del mundo desde la prehistoria han optado por un tipo de representación que podemos llamar conceptual: se elegían los rasgos que interesaban representar, se destacaban especialmente y se hacía con gran habilidad y gusto. Esos rasgos servían a la función que tuviera el arte en esas sociedades. El arte del paleolítico superior, el arte cicládico, el egipcio o persa de la antigüedad, el llamado arte de los pueblos primitivos e incluso el refinadísimo y complejo del mundo oriental de China y Japón, que en muchos aspectos llega a acercarse al naturalismo, no busca una representación realista dado que no puede realizarla por no saber hacerlo. Y aquí que no me salga nadie con el relativismo cultural, que es algo que puede ser tan burdo como los patitos de Konrad Lorenz, las hormigas de E.O. Wilson o los genes tiránicos de Richard Dawkins. Uno no puede decidir hacer un retrato o la representación de un animal y que salga sólo por que se ha puesto voluntad en hacerlo. Hubo una “revolución griega” en la conquista del naturalismo, y dentro de ese naturalismo también se eligen destacar más unos rasgos u otros, a eso se llama idealización, y eso es lo que vemos en los Bronces de Riace.
Se pueden tratar cosas si quieren en los comentarios porque esto ya es muy largo. Y no dejen de ver lo que hacen los pollos de gaviota.
El arte crea el mundo
Más humanos que los humanos
Ante diem duodecimum Kalendas Ianuarias: Divalia, Angeronalia, Saturnalia, Hercules et Ceres