Anástasis

Pridie Kalendas Apriles: Luna
Domingo de Pascua

En la superficie curva del ábside, pintada de azul profundo. Una figura central blanca resplandeciente. Rodeada de una extraña estructura ovalada, guarnecida de estrellas. Aplasta con sus pies una puerta y la sombra de un personaje oscuro, con sus manos tira de dos personajes que salen de sarcófagos de piedra. No hay corporeidad total, pero no es una representación plana, Todo lo que vemos necesita un código para descifrarlo. Estamos entre 1310 y 1320 pero algunos aspectos de la pintura son muy arcaicos. De los inicios del arte cristiano, en los siglos III y IV.  Otros, sin embargo, están más emparentados con la pintura que se realiza en  occidente en el siglo XIV que con el resto del arte bizantino.

En la tarde de viernes santo, después de la muerte de Cristo, cuando este ya es enterrado, ¿qué es lo que pasa? Como es habitual los evangelios canónicos nada dicen. Éste hueco, como tantos otros episodios a los que estamos acostumbrados a ver representados en las obras de arte, lo cubren los evangelios apócrifos.

Hay un episodio que incluso es nombrado en el Credo. Se trata del Descenso a los Infiernos. Descenso los Infiernos no es una manera correcta de decirlo. También se habla el descenso al Limbo, Ese lugar no-lugar que ya ha desaparecido, según el Papa anterior. Lo correcto es decir el Limbo de los Patriarcas o el Seno de Abraham. Es ahí donde estaban los justos esperando que se produjera la redención.

Este es un episodio tratado en el arte de la edad media, pero que va desapareciendo en el renacimiento y es escaso más allá del Concilio de Trento, aunque hay ejemplos. El concilio dio unas directrices muy estrictas sobre las imágenes y lo que se podía representar. Muchos episodios de los evangelios apócrifos se pusieron en cuarentena o desaparecieron. El fundamentalismo bíblico de luteranos y calvinistas afectó a la Iglesia Católica, aunque no a la Ortodoxa.

Pero hay un lugar donde este episodio tiene su mejor representación artística y donde yo lo comprendí por primera vez. Tardé muchos años en poder verlo directamente. Cercano al Cuerno de Oro, a la muralla de Teodosio, a la puerta de Adrianópolis, hoy Edirne Kapi, está el Monasterio de San Salvador en Chora, en el campo. Esta joya del arte bizantino está muy lejos de la zona turística, y aunque tiene visitantes, no tiene una multitud como Santa Sofía. Es un edificio interesante, pero la arquitectura pasa desapercibida ante la decoración de mosaicos y de pintura mural. En la capilla paralela a la iglesia, el pareclesión, una capilla funeraria, están algunos de los frescos más impresionantes de la edad media.

En el ábside está esta pintura del Anástasis. Anástasis, a thanatos, sin muerte, significa resurrección, pero este episodio ocurre antes de la resurrección ocurre entre la tarde del viernes y todo el sábado. Este episodio está narrado en el evangelio de Nicodemo y otros evangelios gnósticos del siglo III. Cristo desciende al Limbo de los Patriarcas, al Seno de Abraham y saca de allí a los justos que murieron antes de la redención. En esta pintura Cristo está representado con túnica blanca resplandeciente, la túnica de la Transfiguración, de la Metamorfosis como se dice en griego, Rodeado de la mandorla, la almendra mística, el resplandor que rodea la divinidad, aplasta la puerta del Hades y con ella al diablo. Con cada una de sus manos arranca de sus sarcófagos a dos personajes, dos ancianos, un hombre y una mujer: son Adan y Eva. En el lado de Adán, están representados David viejo, y Salomón joven, y Juan el Bautista, en el lado de Eva, todavía con un pie en el sarcófago de su madre, está representado Abel y tras él otros patriarcas.

Sorprende que frente a las líneas sutiles que rodean las figuras, a los símbolos intelectuales como la mandorla, las figuras, sobre todo las tres centrales, tengan tanta fuerza y dinamismo. Es algo casi único en el arte bizantino. El episodio ya había sido representado y lo será posteriormente en otros muchos frescos, pero ya no será como aquí. Incluso las copias que se hagan para iconos portátiles carecen de la vida y energía que hay en esta pintura.

Este episodio en occidente tiene un ligero cambio porque Cristo porta una bandera, un estandarte que representa la victoria sobre el diablo y la muerte, Pero si comparamos esta pintura del anónimo artista bizantino con el de su contemporáneo Giotto, al que se lo ha comparado otras veces, vemos que esta vez Giotto pierde en la comparación.

Giotto, Descenso al Limbo 1320-1325 Alte Pinakothek, Munich

Estas pinturas del siglo XIV son un renacimiento, una primavera en el reinado de los Paleólogos. Constantinopla ha sido recuperada por los griegos, se ha acabado el imperio latino que comenzó con el saqueo de 1204. Los artistas bizantinos habían tenido contacto con occidente, sobre todo esos dos territorios tan influidos por Bizancio que son Sicilia y Venecia. Ya no es solo occidente, como en el románico, el que aprendía del arte bizantino.  Los artistas bizantinos se dan cuenta que en occidente, los latinos, están haciendo un arte diferente. Este anónimo contemporáneo de Giotto era un gran pintor. El dinamismo, la fuerza que emana la imagen de Cristo, tomando de las manos a Adán y Eva y arrancándolos de un sueño de muerte milenario. Comparándolo con él la pintura de Giotto, tan corpórea y rotunda otras veces, con ese Cristo jerárquicamente más grande, y esos patriarcas, también Eva con su tocado de mujer casada, apiñados en la entrada rocosa, le falta fuerza.

Una primavera artística que quedó agostada por los vientos de la historia. A thanatos, sin muerte. Poco más de un siglo después por esa muralla cercana los turcos entrarían en Constantinopla, y en pocos tiempo el monasterio y su iglesia se convertirían en mezquita. Era caro y costoso retirar los mosaicos y las pinturas, fue una suerte que decidieron cubrirlos con yeso y cal. Pero a ver este estas pinturas del pareclesión nos podemos preguntar cómo habría podido ser una parte del arte bizantino que ya no tuvo renacimiento.

Odysséas Elýtis – Mikis Theodorakis
To Axion Estí – Ena to xelidoni 1964

Ένα το χελιδόνι – κι η άνοιξη ακριβή / Una la golondrina – y cara la primavera
για να γυρίσει ο ήλιος – θέλει δουλειά πολλή / para que el sol regrese – hace falta gran empeño
Θέλει νεκροί χιλιάδες – να `ναι στους τροχούς / Hace falta que mil muertos – estén sobre las ruedas
Θέλει κι οι ζωντανοί – να δίνουν το αίμα τους. / Hace falta que los vivos – su sangre den también.

Θε μου Πρωτομάστορα – μ’ έχτισες μέσα στα βουνά / ¡Dios mi Primer Maestro de Obras – me erigiste en las montañas!
Θε μου Πρωτομάστορα – μ’ έκλεισες μες στη θάλασσα! / ¡Dios mi Primer Maestro de Obras – me encerraste en la mar!

Πάρθηκεν από μάγους – το σώμα του Μαγιού / ¡Unos magos se llevaron – el cuerpo de Mayo
Το `χουνε θάψει σ’ ένα – μνήμα του πέλαγου / Lo han sepultado en una – tumba de la mar!
σ’ ένα βαθύ πηγάδι – το `χουνε κλειστό / en un pozo muy profundo – lo tienen encerrado
μύρισε το σκοτά – δι κι όλη η άβυσσος / Perfumaban las tinieblas – y todo el abismo.

Θε μου Πρωτομάστορα – μέσα στις πασχαλιές και Συ / ¡Dios mi Primer Maestro de Obras – también tú entre las lilas!
Θε μου Πρωτομάστορα – μύρισες την Ανάσταση / ¡Dios mi Primer Maestro de Obras – la Resurrección sentiste!

Traducción de Cristián Carandell

Regalo de Reyes

Los Reyes Magos, detalle del mosaico de San Apolinar el Nuevo, siglo VI, en Rávena.

Antediem octavum Idus Ianuarias

Antes de que representaran las tres edades y las tres partes del mundo que se conocían en la Edad Media. Pero cuando se decidió que Baltasar fuera negro, una gran parte del mundo, desconocida, iba a incorporarse…, quizá dentro de poco el Papa vuelva a cambiar la iconografía.

Asuntos de los que espero poder escribir este año recién nacido.

Y sobre el mosaico de Rávena quien sabe mucho es Baudolino.

El aria de la Cantata BWV 36, cantada por Nuria Rial, es la que ha provocado esta rápida entrada en el silencio de estos días.

Tú, la Reina

Santa Sofia

Oh gloriosa sede del Gran Constantino, Nueva Roma, superas a toda ciudad como el cielo estrellado a la tierra.

San Gregorio Nacianceno

Los poetas, los humanistas, los historiadores, lloraron y lamentaron tu caida en manos de los infieles, aquel aciago 29 de Mayo de 1453. Pero hoy, tú, la que fuiste Ciudad Reina, Nueva Roma, has caido en manos del caos y la incuria, de la especulación urbanística y del crecimiento urbano más monstruoso que yo haya visto hasta ahora.

He caminado por tus avenidas, por tus calles y callejas, he entrado en tus iglesias convertidas en museos y mezquitas, a veces casi totalmente inaccesibles. He visto tus murallas, las que te defendieron más de mil años, aún en pie resquebrajadas y amenazando ruina. Las murallas que sólo el cañón más grande fundido en su tiempo pudo abrir brecha en ellas, porque si una vez antes caiste, fue la traición de aquel que tuvo la osadía de enterrarse en Santa Sofía y no la falta de valor de tus habitantes, las que te llevaron a la destrucción y al saqueo, causando la herida de la que ya no te recuperaste.

Hoy tu pasado romano-bizantino está minimizado, convertido casi en una anécdota molesta, como los sarcófagos de pórfido de los emperadores que soportan la lluvia en el jardín del Museo Arqueológico.

Yo viajaba a Constantinopla y no a Estambul. Quería hacer un viaje en el tiempo que ha sido casi imposible. Como casi todo, ha sido una larga espera llegar hasta ti, cruzar el umbral de Santa Sofía y sentir todo lo que la desagradecida Europa Occidental, que te ha despreciado durante siglos, te debe. Te debe por todos los siglos que estuviste ahí, firme ante tantos pueblos: germanos, esteparios, eslavos, árabes y turcos, transmitiéndoles muchas veces tu saber y tu cultura, transformándolos en otros. Ciertas son las palabras de Constantino XI, su último emperador que murió luchando en las murallas, los turcos de Mehmet II se enfrentaban a los descendientes de los griegos y los romanos.