Dolorido sentir

Alonso de Covarrubias. Patio de los Generales 1541. Convento de San Pedro Mártir, Toledo

Idus Apriles: Iuppiter Victor, Ludi Ceriales

Hay algo que no parece encajar; me llevan de un recinto a otro de este edificio enclavado en el centro de Toledo. Formado por varios edificios unidos a través de los siglos, ya he pasado por dos patios más pequeños. Los patios estaban cubiertos para poder hacer uso de ellos en todo momento y que la lluvia y el frío no los dejase inutilizables muchos días al año. Toledo puede tener días radiantes y cielos azules como el de la foto, pero en el centro de la península los días pueden ser extremadamente fríos. Ese mismo día de marzo que se tomó la foto, a las ocho de la mañana la temperatura era de -1ºC. Si miramos una fotografía aérea de Toledo veremos un laberinto en el que muchos edificios y casas tienen el hueco cuadrado del patio. Durante dos mil años Toledo construyó la casa romana alrededor del atrio y del peristilo. Patios diminutos de casas, patios grandes de palacios y casas señoriales, claustros pequeños de conventos y claustros inmensos, como el de la catedral o como éste. He pasado por dos patios, con sus columnas de fuste listo y sus arcos rebajados, patios que tienen más aire de casa señorial que de convento, hasta llegar a éste. Éste no está cubierto, no es recoleto como los otros y al verlo viene enseguida la imagen del patio del Museo de Santa Cruz, del Hospital Tavera o del Alcázar. Pero hay algo que no encaja. Tres pisos, el segundo y el tercero adintelados, en ellos hay algo de lo que crea una nota disonante en esta armonía renacentista. No es la zapata, tan hispánica, sobre el capitel. Tenemos la frottola y tenemos el villancico y ambos suenan bien. El fuste de la columna es demasiado corto, no guarda la proporción debida con la basa y el tamaño del capitel. Vamos a las arcadas de la planta baja. Aquí parece haberse respetado las proporciones de pedestal y columna en su anchura y altura del fuste, podemos recordar a Brunelleschi en el Ospedale degli Innocenti, pero de nuevo suena la nota discordante. El capitel de las columnas es jónico en este piso, y el orden jónico, el menos usado de los órdenes arquitectónicos, es usado en bibliotecas y centros de estudio. La orden de los Predicadores, los dominicos, es una orden intelectual y parece ir bien con el orden jónico, pero el orden de las columnas continúa siendo jónico en los dos pisos superiores. Alonso de Covarrubias y Hernán González de Lara, que terminó el patio, se han saltado la superposición de órdenes que está en el Coliseo de Roma y que Leon Battista Alberti codifica en De Re Aedificatoria.

Es un claustro, hoy un patio, casi desconocido, no porque por él no pase mucha gente durante el día, que pasa, sino porque no forma parte de un edificio que se pueda visitar fácilmente. Sólo se puede pasar por él, se puede sentar uno bajo las arcadas, si se es estudiante universitario o profesor. Porque el Patio Real, o Patio de los Generales o Patio de Covarrubias del antiguo convento de San Pedro Mártir de Toledo, hoy ya no es un convento, no lo es desde la desamortización a partir de la cual tuvo diversos usos, sino la sede de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Castilla – La Mancha. Debo a la amistad que se genera al otro lado de la pantalla el haber podido visitar el antiguo convento convertido en universidad, haber visitado aulas y biblioteca, de la que debe ser una de las facultades más bonitas del mundo. En ninguna de mis anteriores visitas a Toledo había podido visitar el convento de San Pedro Mártir, sólo era un nombre de un edificio histórico más. Toledo es una de las ciudades europeas con mayor número de obras de arte e históricas por metro cuadrado, leí hace mucho sobre este edificio y lo había olvidado.

Visitar Toledo en 2014 es encontrarse en casi cada esquina con un nombre: el de Domenikos Theotocopoulos, El Greco, que murió en esta ciudad a la que había llegado en 1577, hace ahora cuatrocientos años. Exposición magnifica en el Museo de Santa Cruz, diversos actos culturales, más turistas que de costumbre en esta época todavía de temporada baja, no sé lo que puede llegar a ser ya estos días o en el verano. Sí que lo sé porque lo he vivido, no con exposición conmemorativa, es cierto. Toledo está unida a mi historia personal y profesional aunque hacía diez años que no la pisaba. Es El Greco el que me ha llevado de nuevo a ella, y El Greco aparecerá por este blog más adelante cuando el tiempo me sea más propicio, pero hay algo que está en el convento de San Pedro que está en mi primera relación con Toledo, cuando Toledo era un punto en el mapa y tenía más de ciudad mítica que real.

Toledo está identificada con El Greco desde que el pintor comenzó a despertar interés hace algo más de un siglo y ya no se consideró que sus obras eran mamarrachos propios de un loco, pero Toledo es también la ciudad de Garcilaso de la Vega, su ciudad natal además, y aunque hubo episodios importantes de su vida que trascurrieron fuera de España, como su muerte cerca de Niza en 1536, Toledo es importante en su obra y en su vida. Pero ¿quién se acuerda hoy de Garcilaso? El gran poeta del Renacimiento, el que usa ya la métrica italiana de forma perfecta. Dudo mucho que la mayoría de los visitantes actuales de Toledo no es que no se acuerden de él, es que sepan siquiera de su existencia. En la jibarizada enseñanza actual de la Literatura, una asignatura, nefanda palabra, que ya no existe como tal desde hace más de veinte años en el sistema educativo obligatorio, Garcilaso de la Vega será un nombre entre decenas de nombres si es que aparece en todos los libros. Decía Italo Calvino en su ensayo Por qué leer a los clásicos que la escuela tiene la obligación de enseñarlos, que luego cada lector irá eligiendo “sus clásicos”. Garcilaso podía ser un recuerdo del bachillerato cuando se pasea por Toledo, pero ahora dudo mucho que pueda ser nada.

Son los poetas los que me llevaron por primera vez a Toledo mucho antes que pudiera pisarla. Fue Garcilaso que ya aparecía en la literatura de los cursos finales de la EGB, lo que hoy es el primer ciclo de la ESO, ya estaban en el libro alguno de sus sonetos, En tanto que de rosa y azucena / se muestra la color en vuestro gesto…, algún fragmento de las églogas. Ya el maestro, se aprende a pesar de los maestros y profesores, se quejaba de que sus versos no iban dirigidos a su esposa sino a amantes más o menos platónicas. Eso es algo que queda en la memoria cuando se es muy joven. Luego vendría el instituto y la carrera universitaria y Garcilaso aparecería una y otra vez y leería toda su obra. Pero el toledano Garcilaso no me llevó a Toledo en aquellos años primeros, fue otro poeta, no toledano, pero que cantó a Toledo en su prosa: Gustavo Adolfo Bécquer. Sus leyendas toledanas pero sobre todo la menos “leyenda” de todas. Tres fechas, en que cuenta en primera persona tres vivencias de Toledo en diferentes momentos. Por las leyendas de Bécquer supe por primera vez de San Juan de los Reyes y por uno de sus textos dónde está la tumba de Garcilaso de la Vega.

Se camina por la zona de Santo Domingo el Antiguo y otros conventos, la zona menos pisada por los turistas excepto ahora con el centenario de El Greco, y una placa de mármol en un muro dice equivocadamente que allí estuvo la casa natal del insigne vate toledano Garcilaso de la Vega. No, no era ese el lugar pero de la memoria, ya la primera vez al pasar por esas callejas desiertas saltaron los versos, Oh dulces prendas por mil halladas… Y yendo de un lugar a otro de la facultad que ocupa el antiguo convento de los dominicos, se llega a la iglesia del siglo XVII, la iglesia que ya no es iglesia, sino salón de actos universitarios, pero que aún conserva los retablos barrocos, y los sepulcros medievales y renacentistas de estatuas orantes que inspiraron a Bécquer para escribir su leyenda de El beso. Hace años que no vuelvo sobre la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, cuando la leí tanto y tantas veces y quizá haga más todavía que no vuelvo sobre la de Garcilaso de la Vega, pero ambas volvieron en aquella iglesia que ya no es iglesia de un convento que ya no es convento, porque en un lateral, en la capilla del Rosario, que es el único resto que queda de la primitiva iglesia que aún existía en el siglo XVI, ante un altar churrigueresco, como dice Gustavo Adolfo Bécquer, en un nicho de arcosolio hay dos estatuas orantes, son Garcilaso de la Vega y su hijo Íñigo de Guzmán.

“Si muriese pasada la mar, déjenme donde me enterraren”, así lo dejó escrito en su testamento. Garcilaso de la Vega, el poeta soldado, murió en acción de guerra cerca de Niza en 1536 y allí fue enterrado, pero su viuda, Elena de Zúñiga, logró trasladar los restos dos años más tarde al convento de San Pedro Mártir donde otro de los hijos del poeta había profesado. Los restos aún se movieron en el siglo XIX y retornaron a la tumba familiar en 1900. Y hoy que siguen en ese lugar escondido, parece que los quieren llevar a un lugar más visible de Toledo, pero por lo que me contaron al parecer que seguirán estando donde están. Qué manía tan arraigada en todo este país de querer ir moviendo los huesos de los difuntos ilustres. Cómo se nota que los muertos no van a protestar. Hay otro lugar donde trasladar a Garcilaso de la Vega y hacerlo “visible” y es que la Literatura vuelva a tener el lugar que merece en el sistema de enseñanza. Una Literatura que se ocupe de los clásicos, que haga que vuelvan después de años a la memoria poemas y episodios, como tras visitar una tumba escondida de una iglesia desconsagrada adosada a un patio que no respeta la indicaciones de Leon Battista Alberti, buscara al regresar del viaje mi libro de Poesía Castellana Completa de Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega (1499 – 1536) – Francisco Guerrero (1528 -1599)
Soneto XXIII

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre;

marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

Sepulcro de Garcilaso de la Vega y de su hijo Íñigo. Convento de San Pedro Mártir, Toledo

20 pensamientos en “Dolorido sentir

  1. Hola Hesperetusa,
    como siempre un placer leer tus artículos. Estuve en Toledo en un par de ocasiones (la última hace más de quince años) pero el recuerdo de esta maravillosa ciudad lo conservo claro en mi memoria. Por todo el mundo hay ciudades que tienen el nombre de «Toledo» (incluso en EE.UU., Canadá, Brasil y creo que también en Ásia) pero Toledo solo hay una, la «ciudad de las tres culturas», la cristiana, judía y musulmana. Con el río Tajo bañándola a un margen, aún conserva restos romanos, como su acueducto o el circo. Pero en estas fechas de Semana Santa, Toledo tiene otro aliciente, sus procesiones. Sin duda un buen destino para estas fiestas (aunque yo todavía tendré que esperar otra ocasión para poder volver a ella).
    Un abrazo Toledano.

    • Hola Francisco Javier, Toledo siempre es una ciudad para volver, en cualquier época de año.
      Estos días ya vi en algunas iglesias algunas de las figuras que probablemente iban a salir en procesión, pero no llego a imaginarme como se pueden hacer procesiones por esas calles, hay una, tomé foto del nombre, que se llama nada menos Calle de las Siete Revueltas 😀
      Espero que Toledo salga en alguna otra entrada.

  2. Toledo alargado en sus sombras y colores fuertes, lleno de historias, contadas y vividas. ¡Qué maravilla este paseo siguiendo tus pasos! Así, con la imaginación y todos los sentidos, con tus palabras que son mucho más, no sólo veo y recuerdo, siento y agradezco ese rico mundo del que los primeros estudios me han abierto la puerta y luego, ya siempre como de casa, me esperan y acompañan, surgiendo a cada paso. Gracias pues sólo el amor a la literatura producirá literatura que pase el crisol del tiempo.

    • Gracias Alberto,
      siempre que voy a Toledo los recuerdos van apareciendo en cada esquina. Es la suerte de haber tenido todavía unos estudios que los pusieron allí y no consideraran que esos conocimiento eran obsoletos.

      Por cierto, si no me equivoco la foto de tu gravatar es ese fragmento de un techo o cornisa que está en el Foro…, una de mis «piedras» preferidas de Roma, ahora ya no la veo todas las veces que voy a Roma desde que los Foros Imperiales son de pago.
      Un abrazo y Feliz Pascua.

      • Dar espacio, contenido para que existan rincones donde sólo habría muros 🙂 Feliz Pascua también para ti. Me gustaría ser esa rosa, esa flor, esa piedra labrada e hincada en el suelo para no marchitarse nunca… y no sólo quien te la da.

  3. Conozco muchos lugares de España en los cuatro puntos cardinales, pero no he estado en Toledo (me avergüenza) pero me has dejado con tu escrito un deseo inmenso de ir allí. Por desgracia ahora me es imposible, más lo haré en cuanto pueda. Cómo me gusta leer tus artículos!!!!!!

    • Gracias Rosa, pero eso de que no conoces Toledo todavía hay que remediarlo pronto. Que no está tan lejos, que ahora está muy bien comunicada, apenas media hora en tren desde Madrid, y que hasta junio, un poco corto es el tiempo, está la gran exposición sobre el El Greco. Mejor ir en días entre semana y visitar la exposición por la tarde. Pero con exposición o sin ella, Toledo es única.

  4. Gracias por tu defensa de la literatura en la escuela, Hesperetusa. Que sepas que ese poema lo leen mis chicos de 3º de ESO así caigan chuzos de punta. En cuanto a Bécquer, tengo tres de sus leyendas entre mis lecturas obligatorias de 4º. Hay que cuidarlos, que son muy buenos.

    • Hola Pablo, no he podido responder hasta ahora, han tenido que comenzar mis vacaciones para que tenga tiempo.
      Cuando visitaba la iglesia, ahora salón de actos, no me dijeron que ahí estaba enterrado Garcilaso, sino que recononí la estatua porque estaba en el libro de Literatura de EGB, creo que era 7º. Como cosa curiosa aquella asignatura que era Lengua y Literatura, la editorial, creo que Anaya, había dividido el libro en dos uno para cada parte. Tengo muchos recuerdos de aquel libro, en cambio, los sintagmas en el otro libro, siempre se me atragantaron bastante 😀
      Pero cuando me dijeron que querían llevarlo a un lugar más «visible» me acordé de todo lo que vivimos diariamente con el escasísimo agarre cultural de los alumnos actuales. Lo he vivido de manera penosa estos últimos días con las salidas que ha habido que hacer por el intercambio.
      Menos estatuas de escritores y artistas y autobombo de inauguraciones y más estar donde deben que es los libros y en los programas de los cursos.
      Pero seguro que para unos cuantos ese soneto de Garcilaso será punto de partida para leer más poesía de los clásicos y les gustarán las leyendas de Bécquer.

  5. ¿Quién se acuerda hoy de Garcilaso? Afortunadamente, miles de personas sensibles. No podría pensar la poesía española sin Garcilaso. Por cierto, su amigo Juan Boscán, en los jardines del Generalife, tuvo una conversación con Andrea Navaggiero . El italiano instó a Boscán a aclimatar al castellano los metros italianos de moda y de ahí arrancó la nueva métrica y los nuevos modelos temáticos renacentistas, que Garcilaso de la Vega llevó a tan eminente altura.
    La línea romancero – Garcilaso – Quevedo – Bécquer – A. Machado – Ángel González es, para mí, toda una línea Maginot de la poesía imperecedera.
    AG

    • Pero esa sensibilidad Alberto, tiene que ser cultivada en el lugar donde ambos trabajamos, luego ya seguirá su camino. Pero si se dice que esos conocimientos son obsoletos y no sirven para nada en el mundo de hoy, veremos como una ciudad como Toledo o lugares como el Generalife se transformen «acorde» a los tiempos que corren para dar más dinero.
      En esa Línea Maginot, mi compañero el que conociste en la Huerta de San Vicente, podría también a Federico García Lorca. Estos poetas, en expresión anglosajona, son la línea fuerte, de la poesía.

  6. Yo acudo siempre que puedo a Toledo. De los muchos Toledos (y no me refiero a los que menciona nuestro buen amigo Francisco, desperdigados por aquellos lugares donde una vez pusieron su pie nuestros antepasados, sino a este Toledo del que hablas) de los muchos que existen en el propio Toledo, raramente dejo de visitar la judería, o la iglesia de Santo Tomé, por ejemplo; pero mi Toledo ¡cómo no! es el Toledo del Dr. Gregorio Marañón, a quien la ciudad recuerda con un sencillo busto.

    Pero de esta entrada, lo que realmente me ha impresionado es la constancia de mi olvido: como tú, hace mucho que no leo a Becquer y mucho más -mucho- que no leo a Garcilaso. Gracias por recordarme que debo poner remedio a ese error.

    Y, por favor, aunque no dudo que sea una tarea muy ardua… haced lo que podáis porque los niños los conozcan. Yo, que soy un privilegiado, porque de Garcilaso me hablaron en clase de Literatura ya lo había olvidado… Al menos Becquer, por cercanía, me acompañó todavía unos años después, lo suficiente para poder recitar algunas rimas de memoria, y haberles podido contar a mis hijas -con menos estilo que él, por supuesto- algunas de sus leyendas en las frías noches de invierno.

    Gracias por todo, Hesperetusa amiga.
    ¡Otro abrazo toledano más para ti!

  7. Vaya, se ha perdido mi comentario. Hablaba de lo insensato e irresponsable que es despreciar determinados saberes por poco prácticos, cuando «lo bueno» es, muchas veces, mejor que lo «útil». Una entrada preciosa, Hesperetusa. He postergado en dos ocasiones un viaje a Toledo. A ver si a la tercera va la vencida.

    • Hola Alberto.
      Cuando un comentario no sale es que se va a spam, no sé por qué pues no tiene ningún enlace, pero de allí los rescato yo, algunos amigos de este blog ya lo saben. Últimamente está entrando mucho spam y lo tengo que mirar de uno en uno para no destruir ningún comentario que no lo es.
      No he podido dar paso a los otros comentarios hasta ahora porque hoy es mi peor día de la semana por horario y demás…, y en lo demás también ha sido de los peores.
      La casa, o el bosque, está abierto, para que puedas ponerte al día 🙂

  8. Muy gustoso encuentro este artículo itinerante y sentido arriba del tiempo, de las piedras y sus funciones, y particularmente de las letras y sus cuestiones parejas: el último párrafo que produces -acaso el fondo del dolorido sentir- por complacerme lo suscribiría entero; vamos, que no dejan ni a Cervantes en la paz del descanso. ¡Qué manía!
    Mi buen saludo y abrazo, Hes, que por hoy te dejo. Buen día.

  9. Gracias Hesperetusa por tus entradas maravillosas que tienen el poder de hacerme evocar cosas tan bellas. No sé sí sabes que tengo una visión más optimista que la tuya respecto al futuro de la cultura- estoy segura de que a pesar de todo hay gente joven muy bien preparada. Pero vamos al momento. Sí, hay gente que lee a Garcilaso hoy y Becquer era tan buen escritor que los jóvenes seguro que aún son capaces de emocionarse con sus poemas y leyendas. ¿ No es intemporal lo de «espíritu sin nombre, indefinible esencia»? ¿ Hay algo en ese poema que la filosofía del S.XX buscará desesperadamente definir?
    Yo también hice un viaje lleno de pasión a Toledo. En mi caso atraída por las mezquitas y sinagogas. Sí lo hiciera ahora sería por Garcilaso y su relación con Leonor de Toledo, a la que he envidiado porque de niña tuvo la suerte de disfrutar de sus sonetos recitados por él mismo. Pobre Leonor, parece seguro que murió de malaria. Pobre Garcilaso ¡ qué manera tan humillante de morir!. Y que decir de Leon Battista Alberti. La lectura de Alberti me sirvió para impresionar muy favorablemente al que es el padre de mi hija. Nunca se sabe para que va a servir en el futuro lo que estamos haciendo hoy. No sé porque cuento esto. Quizás por amor. Ah! El Greco no es santo de mi devoción. Puede que algún día lo sea.

    • Gracias por tus palabras, enestadoliquido. El blog está casi moribundo y su autora en horas muy bajas estos días, así que leer tu comentario me dice que aunque sea poco debe seguir adelante.

      Toledo será siempre para mí una ciudad mágica pues está unida a la lectura de sus dos poetas cuando la lectura es un deslumbramiento. Soy pesimista porque yo si trabajo con jóvenes. Hace un mes que regresé de un viaje con alumnos a la zona del Véneto, y te puedo decir que en la mayoría de las visitas a lugares que yo habría saltado de alegría si hubiera podido verlos a su edad, ha sido como si estuvieran ciegos. No niego que las cosas que enseño germinen y tenga una influencia que no conoceré, pero las cosas son muy diferentes. También es cierto que debido a ese viaje ya están en germen unos cuantos borradores…, hasta es posible que causen buena impresión a alguien 😀 …habrá que escribir las entradas.

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