Ante diem decimum Kalendas Octobres
Equinoccio de otoño
Si echara a volar, desde la roca donde observa la cacería, veríamos como es en verdad este paisaje o estas escenas. Hay tantos personajes en tan poco espacio que podemos confundirnos. Está en la roca, deteriorada, por el incendio y los siglos. Es la única criatura que nos puede explicar este espacio. Hagámonos la idea de que somos ella, que levantamos el vuelo y nos vamos hacia la zona más alejada. El cielo de azurita, de índigo o de glasto casi no existe. El jeroglífico del Sol en Libra reina en un espacio oscuro y marrón. El Sol está en Libra, hemos cruzado ya el tiempo del equinoccio. A partir de ahora sí que la luz iniciará un retroceso acelerado, mientras los últimos días cálidos desaparecen.
En el mes de septiembre vuelve a reinar el verde. Verdes oscuros de árboles y matorrales, de los surcos abiertos por el arado. Verdes tiernos de la hierba y verdes amarillentos. Apenas los ocres y los rojizos tienen presencia entre la variedad de verdes. Casi no tenemos rocas, ni montañas, ni edificaciones campesinas. Una casa con tejado de paja y un puente de tablas sobre un arroyo. Una construcción rojiza con torre almenada y una extraña chimenea dentro del recinto, nos indica el mundo señorial o urbano. El verano, incluso el verano climático en estas tierras alpinas ha pasado ya, pero la altura, las lluvias, la cercanía de los lagos llenan de verdor la tierra. Sigamos su vuelo. Tres bandas, dos mundos, o dos órdenes, el mismo mundo pero diferente condición. Todos envueltos en el color verde.
No parece que el horizonte lo cierren las montañas. Los árboles que cierran la primera escena o banda horizontal tienen más de frutales que de frondosas o coníferas de bosque. Estamos en el valle. De nuevo, un campo cercado. Si nos atenemos a lo que ha pintado el Maestro Wenceslao este campo es imposible por su pequeño tamaño. El arado pesado de vertedera y su tiro formado por una pareja de bueyes y otra de caballos es casi tan largo como el mismo campo. Antes de terminar el surco ya habría que dar la vuelta al arado. Pero no nos atenemos a lo que vemos, somos ella y estamos volando sobre un campo que por su verdor parece un huerto. Pero no es un huerto, aunque nos engañe en un primer momento la mujer con la azada que trabaja en los surcos ya abiertos.
Ningún huerto necesitaría la entrada del arado de vertedera. Los huertos suelen ser parcelas de pequeño tamaño y una consecuencia del uso de este arado es que ha conformado el paisaje agrario de Europa hasta hoy. La dificultad de darle la vuelta a un arado tan complejo creó a lo largo de los siglos parcelas largas y estrechas. Este arado es prácticamente como el del mes de abril. Parece algo más pequeño pero no lo debe ser, pues de él tira un animal más. Para manejarlo se necesitan dos hombres: el que ara y el que hace de timonel del tiro. En septiembre, como en abril, la tierra debe ser húmeda y pesada, de ahí la necesitad de la vertedera y de la fuerza que tienen que hacer los animales, los bueyes uncidos al yugo, los caballos con la collera. No es fácil trabajar estas tierras alpinas, pero todas las innovaciones medievales poco tienen que ver con Varrón o Columela, citados y poco leídos por lo monjes. De estos personajes nada saben los campesinos cuyas innovaciones proceden del ensayo y el error. Dónde la azada que maneja la mujer en nada se diferencia de la usada por los romanos o por un campesino del siglo XIX. Hay herramientas perfectas hechas a la mano y desesperación de arqueólogos, y las innovaciones, las innovaciones no siempre son bien vistas, sobre todo por la Iglesia, que sospecha del individualismo y vislumbra tras él el afán de riqueza o de cambio. El campo del mes de septiembre, no es un huerto, es un campo alargado, lo vemos desde el aire, que se prepara para recibir la siembra del cereal de invierno, del trigo o del centeno que dará el pan en la cosecha del verano del año siguiente. Pero a diferencia de otras escenas septembrinas en palacios o libros de horas, al campesino del arado no le sigue el sembrador y el campesino con el caballo y la grada. En el campo, una mujer con la azada desmenuza los terrones húmedos llenos de la hierba otoñal, para conseguir una tierra más homogénea para la siembra.
Sigamos a vista de pájaro. Separado por un cercado o un camino, con algunos árboles frutales tenemos otro campo. Tan grande en la pintura del Maestro Wenceslao como el campo que se está arando. Este campo, también con las hierbecillas que han salido con las lluvias, ya está trabajado, y su cosecha lista para recoger. Los caballeros y las damas del primer plano tienen como fondo de sus acciones un vulgar huerto de nabos. Estamos muy lejos todavía en el tiempo de la revolución agraria que se producirá en las tierras flamencas y holandesas y que tendrán a estas humildes raíces comestibles como protagonistas principales. En el siglo XIII, la recogida de los nabos está representada por Benedetto Antelami en el ciclo anual del interior del Baptisterio de Parma, pero en el mes de noviembre.
El campo de nabos en el que una mujer, tras arrancarlos los acumula en racimos, era fundamental para la supervivencia campesina. Había multas y otros castigos para quien los robara, dado que eran un alimento quizá considerado vil por nobles y eclesiásticos de alto rango, pero los nabos, convertidos en dados, fritos en una sartén con mantequilla y grasa animal, no estamos en tierras de aceite de oliva, era una comida muy sabrosa para acompañar las sopas de cebada o un pan de centeno.
No serían nabos lo que comerían ni como guarnición los cinco personajes a caballo de la primera banda, la que está frente a nuestros ojos entre las dos columnillas torsas, la que observa ella desde la roca. No parece ella parte del grupo, aunque tomadas del nido, y alimentadas como dice Federico II, con carne cruda de pollo cortada en trocitos finos o con huevo batido no cuajado del todo, mezclado con leche, los pollos de águilas, halcones, azores se acostumbran y se avienen al entrenamiento. El águila siempre volará sobre los perros. Cazará presas grandes como patos, conejos y liebres. Los halcones peregrinos cerrando las alas se lanzarán como una flecha sobre las presas pequeñas. En esta escena, dos caballeros, al unísono, lanzan sus halcones sobre las perdices que han levantado los perros. El caballero que acompaña a la dama de largas trenzas y a la del cabello suelto no tiene tanta suerte: ha lanzado su halcón contra las perdices y el perro salta para atraparla pero sin éxito.
Ella observa, observa desde el campo que se está arando hasta la roca donde ve a jinetes y amazonas, la relación de los hombres con los animales. Extraña relación que se inicia en la Edad Media y que con cambios llega a nuestros días. El mundo antiguo no vio al animal de la misma manera, lo ignoraba, despreciaba o lo sacrificaba, pero el cristianismo habló de todas las criaturas. Cristo nació en un pesebre entre dos animales, y a finales del siglo XIV ningún Papa había desterrado al buey y a la mula de la Natividad. Y vino a salvar a todas las criaturas, y entre todas las criaturas estaban los animales. La Edad Media dotó al animal de un alma más o menos moral y se preguntó por la responsabilidad de los actos de los animales. También es cierto que los clérigos tronaban contra el amor y el apego que se les tenía a ciertos animales, como caballos, perros y halcones, los tres representados aquí, los tres, compañeros y aliados en la caza, en el ocio o en la guerra, de la misma manera que en el campo, bueyes y caballos comparten el duro trabajo de los campesinos.
Jacopo da Bologna (antes de 1340 – 1386) – Aquila altera/Creatura gentile/Uccel di Dio
Anónimo sobre Jacopo da Bologna – Aquila altera (Codex Faenza)
Superius
Aquila altera, ferma in su la vetta / Águila orgullosa, fija en lo más alto
de l’alta mente l’ochio valoroso, / la valerosa mirada del escarpado monte,
dove tuo vita prende suo riposo, / allá donde tu vida encuentra su reposo,
là è ‘l parer e là l’esser beato. / allá parece un espíritu bendito.
Contra tenor
Creatura gentil, animal degno, / Criatura gentil, animal digno,
salire in alto e rimirare ‘l sole / elevarte y mirar el sol
singularmente tuo natura vole. / es todo lo que tu naturaleza desea.
Là è l’imagine e la perfezione. / Ahí están la imagen y su perfección.
Tenor
Uccel di Dio, insegna di giustizia, / Pájaro de Dios, símbolo de justicia,
tu hai principalmente chiara gloria, / tuya es la esencia de la gloria
perché ne le grand’opre è tua vittoria. / porque vences sobre toda la creación.
Là vidi l’ ombra e là la vera essenza. / Allá está la sombra y aquí la verdadera esencia.
Traducción procedente del libreto del disco.
¡Qué capacidad tiene la música para transportarnos a otros tiempos, a otros paisajes, a otros mundos! Gracias.
No es que me guste tu trabajo, Hes, es que me ha encantado. Quizá voy penetrando en tus maneras de hacer…; seguramente, puede ser, es que te has esmerado más o la musa te asistió con mejor aliento. El caso es que el resultado queda excelente; tan fino didáctico como siempre, tan nutrido de asuntos al paso el reparto que toque como de costumbre, pero es que lo he encontrado de un discurso lírico admirable. Y eso, me deja admirado.
Muchas gracias. Y mi cordial y buen abrazo.
Excelente entrada y excelente música, como siempre.
Recogiendo esas notas y tus palabras, en la contemplación de las escenas… volé tan alto, tan alto que di a la caza alcance. La contemplación se hace deleite y con ella alcanzo a aprehender, recibir y elevarme hasta los detalles. Gracias.
Yo también deseo charlar un rato, largo si puede ser, en estos momentos de silencios… bajo los árboles, beber agua fresca o una copita de buen vino para que el camino que nos queda por andar sea más libre.
Necesitamos la alegre música de la palabra y del pensamiento .
Saludos Hesperetusa.
Gracias amigos: MJ, alpuymuz, Santiago Pérez, Hyperion, Julia Cornejo. Espero veros en unos días, si es posible, con las ofrendas a Dionisos.
Yo tengo un mal ojo crónico con lo que es el arte no literario. Espero que leer tu blog me pueda ilustrar algo.
Qué descripción tan pormenorizada!. He pasado tres veces por este post y siempre me ha recordado un poemario de Juana Castro llamado precisamente «Arte de cerería». Lo tuve, lo presté a algún «buen amigo» y lo perdí.
Lamentablemente me p suelo perder en tu música. Soy de gustos m´ñas comunes, pero la oigo con auténtico sabor a descubrimiento.
Un abrazo,
AG
Hola :
La semana pasada te dije que te iba a ayudar a poner un widget lateral con tu perfil en la red social Google+, como va a ser imposible que quedemos, porque los dos nos conectamos poco últimamente, he hecho esta entrada http://palabradelost.wordpress.com/2013/10/08/widget-redes-sociales-wordpress/ donde explico como hacerlo. Si no entiendes algo, por favor avisa.
Perdona que haya puesto esto como comentario, en una entrada de tu blog al hazar, pero no veo otra forma de contactar contigo. Un abrazo.
Tu comentario se fue a spam. como últimamente pasa con casi todos los comentarios. Si esto ocurre ruego a los que comentáis tengáis un poco de paciencia porque ahora miro el spam más a menudo que antes y los comentarios auténticos se publican aunque un poco más tarde.
Como pudiste comprobar comenté en tu blog la entrada. Este fin de semana espero encontrar un hueco de tiempo para hacerlo.
Mi blog también está un poco tontito con los comentarios, a mucha gente se los tengo que validad una y otra vez.
En mi caso de todas formas tal vez fue, por poner un enlace a otro blog, pero es que sino era imposible decirte donde estaba el artículo 🙂
Ya, pero es que éste no llevaba enlace y también se fue a spam…, y el de Alberto Granados de más arriba.
Solo hay que decir que si el comentario no sale es que está allí y ya lo rescataré 🙂
What a beatiful song the first one I loved it
can you send me the download link
thank you